Cultura

“No hay duda de que nuestra capital ha abusado de la destrucción de la naturaleza”

Construir en la CDMX es un acto de supervivencia y de civilización, que constituye una tarea edificante, añade el escritor Juan Villoro

ingreso a la ana

Eduardo Matos Moctezuma y Juan Villoro ingresan a la Academia Nacional de Arquitectura

Eduardo Matos Moctezuma y Juan Villoro ingresan a la Academia Nacional de Arquitectura

Adrián Contreras

“No hay duda de que nuestra capital ha abusado de la destrucción de la naturaleza: primero desapareció el lago; luego, el cielo. En este territorio inhóspito, los arquitectos no han dejado de dialogar con el espacio, ni los escritores de narrarlo”, consideró el escritor y Premio Crónica Juan Villoro, en el marco de su ingreso a la Academia Nacional de Arquitectura.

La ceremonia se llevó a cabo de forma discreta, con poca prensa y asistencia general, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Juan Villoro leyó el texto “La ciudad escrita”, que indicó haber escrito para esta ocasión.

Durante su participación, el escritor comentó que su interés por la arquitectura desde el ámbito literario comenzó tras experimentar uno de los terremotos más fuertes que se han registrado en Chile, en 2010.

“Esa experiencia radical me hizo pensar en los temblores de la CDMX donde la arquitectura es un arte de la supervivencia que aspira a la belleza, a condición de que el techo no se venga abajo. Pasé por un primer sismo en 1957 cuando el Ángel se desplomó en Paseo de la Reforma y desde entonces he atestiguado muchos otros sobresaltos”.

Consideró que la mera presencia de gente dentro del recinto revela cómo los arquitectos mexicanos han sabido sobreponerse a los arrebatos de la tierra. “De un modo elemental, agradezco que los ladrillos sigan en su sitio”.

Para él, construir en la CDMX es un acto de supervivencia y de civilización, que constituye una tarea ‘edificante’ en doble sentido, aunque no todas las construcciones cumplen con este propósito.

“Todo predio se abre a dos opciones encontradas: la de arquitectos que hacen ciudad y la de los especuladores mobiliarios”, apuntó.

“No es milagro menor que en este territorio incierto hayan prosperado los espacios místicos de Luis Barragán, las unidades habitacionales de Mario Pani, los edificios públicos de Teodoro González de León y las vertiginosas escenografías de Alberto Kalach”, continuó.

“Hoy, la Academia Mexicana de Arquitectura tiene la generosidad de incorporarme en calidad de miembro honorario, sin someterme a examen. El gusto de asociarme de forma simbólica con un oficio que admiro se agranda por el hecho de hacerlo en compañía de mi admirado maestro Eduardo Matos Moctezuma, custodio del Templo Mayor que descifra el idioma de las piedras antiguas”, añadió.

Indicó que la más alta lección que puede ofrecer la arquitectura es la de civilizar a sus usuarios, y que la ciudad debe ser entendida como misterioso artificio que nos vuelve superiores, “la rosa colectiva a la que se refería Pablo Neruda”.

“Eres del lugar donde recoges la basura, Después de los sismos del 1985 y 2017, los chilangos entendimos que la ciudad era nuestra porque nos hicimos cargo de sus desperdicios. Loados sean los arquitectos que edifican con el lenguaje de las piedras y los ciudadanos que están dispuestos a recogerlas”, concluyó en su intervención.

EDUARDO MATOS

Por su parte, el arqueólogo y también Premio Crónica, Eduardo Matos Moctezuma habló sobre la relación que mantuvo y los aprendizajes que adquirió de grandes arquitectos mexicanos. Entre otros, aludió a los proyectos del Templo Mayor y del sitio de Teotihuacán, en cuya planificación tuvo participación.

“Quiero hacer patente mi alegría por el honroso nombramiento que hoy se me hace de pertenecer a la Academia Nacional de Arquitectura, que guarda en su seno a los más distinguidos arquitectos y arquitectas que, hoy en día continúan con la incansable labor que deviene de un larga tradición en México”, expresó.

“Mi alegría es doble pues también recibe la investidura mi amigo Juan Villoro, verdadero arquitecto de la palabra que ha sabido construir con ella páginas maravillosas que enaltecen a la literatura mexicana”.