
La arqueóloga Helena Barba-Meinecke hizo un llamado a fortalecer la protección técnica y legal de las cuevas inundadas y semi inundadas de la Península de Yucatán ante el aumento del registro de estos sitios tras la construcción del Tren Maya. Así lo indicó durante el segundo día del XXIX Simposio Román Piña Chan, en el marco de la 35 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH).
“Como parte de los objetivos del Proyecto Tren Maya, a partir del año 2020, se efectuó la prospección arqueológica subacuática de los tramos 1, 2, 3, 4 y 5, lo que resultó en un área prospectada de 309,047 metros cuadrados y el registro de 56 cavidades inundadas y semi inundadas, de las cuales 42 presentaron evidencia cultural”, dijo la investigadora del INAH.
En el proyecto de salvamento, en año y medio, agregó, se logró un incremento del 30% respecto a los registros de las cavidades con evidencias paleontológicas, arqueológicas e históricas efectuados por la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) hace una década.
“Queremos hacer hincapié en señalar que, desde hace más de una década, tanto las cavidades como el patrimonio interior se ve amenazado constantemente por el crecimiento de la industria turística, porcícola e inmobiliaria, a lo que se suman factores como el saqueo y la contaminación del acuífero, entre otros”, señaló Barba-Meinecke.
Por lo tanto, hizo un llamado “sobre la urgencia de un programa de protección legal y técnica enfocado a la preservación biocultural de las cavidades y cuerpos de agua continentales de la Península de Yucatán”
Con lo anterior se lograría la preservación de “estos importantes yacimientos, cápsulas de tiempo sumergidas, en ocasiones de carácter excepcional y con patrimonio biocultural que es de todos los mexicanos”, añadió Barba-Meinecke.
Ante el cuestionamiento de la destrucción ambiental y cultural, director del proyecto arqueológico del Tren Maya, Manuel Pérez Rivas, mencionó que el INAH ha promovido, al menos, cinco variantes del trazo en el Tramo 5 Sur para evitar la afectación de sitios como Ocho balas, el centro de Paamul y Puente Garra de Jaguar.
“Este puente que es más por cuestiones arqueológicas que ambientales; el único dictamen que pide que se hagan cuatro zonas de restricción es el del INAH y la labor se está haciendo. Aún existe Dama Blanca, los vestigios de estas cavidades están preservados”, dijo.
En la ponencia, el investigador Jesús Manuel Gallegos Flores mencionó que para el registro de las cuevas usaron tecnología no invasiva como LiDAR, fotogrametría dispositivos GNSS, aplicaciones móviles recolectoras de datos y sistemas de información geográficas.
El experto también mencionó el caso del registro 3D aplicado en el Cenote San Andrés donde hallaron cerámica a una profundidad de 18 metros de profundidad y una canoa monóxila, forrada en madera tropical de 2.15 metros de eslora o largo por 45 centímetros de manga o ancho y 36.5 centímetros de punta o alto.
“En la popa, en la parte posterior, se identificaron huesos de animales como armadillo perro, aguililla y pavo, entre otras especies de mamíferos y aves, así como carbón vegetal, además de un hueso humano (el primer metatarso), esqueleto que es muy posible que se encuentre debajo de la canoa. Cabe recalcar por el contexto y materiales, su recuperación representaría un riesgo para su integridad, por lo que su registro 3D fortalece su preservación in situ”, mencionó.
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