Cultura

"Para mí una foto es una tarde en mi azotea", dice el artista visual Fershow Escárcega

Lo que importa es cómo se difunde el trabajo del artista y la conciencia que éste tiene de sí mismo, añade

entrevista

Una de la imágenes tomadas por Fershow Escárcega.

Una de la imágenes tomadas por Fershow Escárcega.

El artista visual Fershow Escárcega utiliza la cámara como una herramienta para la creación, pero no invierte en ella porque su apuesta va más allá de la fotografía: él quiere cambiar el mundo y quedar en la historia del arte de México. “En ninguna entrevista hablo de mi cámara, da igual. Jamás gastaría 60 mil pesos en una cámara… en ropa sí”, dice con cara de travesura.

En conversación, en su sala ubicada en una azotea de Ciudad Nezahualcóyotl, Fernando Manuel Escárcega Pérez se considera a sí mismo un “niño consentido, con el autoestima muy bien”, al ser el hijo menor de una familia que le dio mucho amor.

Explica que en su perspectiva importa cómo se difunde el trabajo de un artista y la conciencia que éste tiene de sí mismo porque no se trata sólo de ser creativo. “Eres gestor e importa cómo lo difundes y hablas de las fotos. La foto es una imagen, nuestra labor es hablar de ella, escribir los proyectos y bajar recursos, no puedes quedarte en la idea bonita o en que se te ocurrió algo”.

A través de su lente, el mundo ha sido becas, trabajos, darse de alta en el SAT, “y siete mil cosas” con tal de no convertirse en “Bodas y Bautizos”. “Que no está mal, pero no dejo el trabajo solo en eso, ha sido una herramienta para que el mundo me trate diferente, llegar a París o Costa Rica”.

Cuando no está haciendo fotografía, Fernando Manuel se presenta a sí mismo como comerciante – de ropa- y no siente la necesidad de darse valor a partir de la etiqueta de artista. “A mí mi mamá me dijo que me quiere con o sin becas, con o sin cámara. ¿A mí que me va a importar cualquier premio o beca, si ya tengo lo chido? De ahí puedo transmitir porque me vale tu cámara, a qué te dedicas, tu dinero”.

Otra de sus fotografías.

Otra de sus fotografías.

Días antes de entrevistarlo, tuve la oportunidad de acudir a la sesión de fotos temática de “La última cena”, comisionada al artista por la conocida locación LGBTQ+ “La purísima”. La experiencia resultó amena y confusa, parecía una fiesta, pero había un orden y objetivo concreto.

“Para mí una foto es una tarde en mi azotea y para otros es una revolución cultural porque mezcla ideologías”, apunta Fershow, quien entiende que para muchas personas la manera en que él habita una tarde en su terraza resulta revolucionaria en sí misma. “¿Cómo les explicas al mundo que una tarde en tu azotea no tenía la idea de agredir o de cambiarle el mundo a nadie, pero que sí son tus actos los que hacen la diferencia?”

Por eso le parece tan importante el proceso, más que el producto final. Revela que en ocasiones ha entregado fotografías que tomó estando ebrio y salieron borrosas, pero asegura que eso es valioso porque da cuenta de un momento y forma de trabajar con sus amistades.

Agrega que para él la diversidad es un ejercicio muy normal. “No se pone la bandera de arco-iris, ni hago cuerpos diversos o gente morena anti-racista. No, así es el mundo, son mis amigas y la diversidad va en muchas cosas más allá que la orientación, religión y tonterías. Lo cultural va mucho más allá y la identidad también”.

Con su labor, Fershow piensa los espacios que habitamos y cómo uno se vuelve ese espacio también.

TRAYECTORIA.

Fernando es licenciado en Arte y Patrimonio Cultural por la UACM y cursó el Seminario de Fotografía Contemporánea 2009 del Centro de la Imagen. Hace aproximadamente 10 años, obtuvo una beca del Fonca que le cambió la vida en términos de prestigio y renombre. Ahí se enteró de la existencia de la beca del Sistema Nacional de Creadores que reconoce artistas con 15 años de carrera y decidió que algún día lo lograría, por lo cual acaba de postularse hace un par de meses.

También recientemente, el trabajo de Fershow fue incluido en el libro “Reinas en disputa. La capacidad de elegir por sí mismo” (INBAL, 2021) que registra la exposición con temática trans, en la que participó el año pasado, en la Galería José Velasco.

Por otra parte, su trabajo se encuentra expuesto hasta el 14 de agosto en la Sala Inmersiva del Museo de la Ciudad de México, junto con otros artistas mexicanos y estadunidenses que participan en “Ciudad lavanda, Bienal de arte queer”.

“Es en colaboración con Jesús Esparza, quien hace la bienal en Miami. Para mí es importante porque cuando eres gay en la CDMX puedes ser amigo de los artistas más famosos o eminencias: si me rechazan de galerías porque estoy muy loco, hay otras 10 galerías queer, lgbtq+. Ser yo en otros lugares está muy chido, pero ser yo aquí en la calle es que me pare la policía. Por eso esto de las redes gay son importantes, aunque para mí es más importante reconocerme como artista global y no con etiquetas tan sencillas”, comenta.

Por otra parte, a partir del 27 de junio su trabajo se mostrará durante un mes en la página web de la Secretaría de Relaciones Exteriores, quienes le han pedido fotos y algunas palabras para darles difusión, a modo de homenaje. “Me preocupaba que me censuraran, pero me dijeron que todo queda y no habrá censura”.

En el texto que envió para dicho homenaje, Fershow manifiesta: “comencé a hacer fotos porque nada me representaba en ese tiempo, no existía el termino aesthetic o kitch. Era raro, subnormal, fronterizo, pobre y no había de otra”.

Añade que los discursos “diversos y antirracistas” con los que lo etiquetan ahora han existido desde mucho antes, “solo que las cámaras de los blancos ofrecían una sola mirada”.

En ese sentido, lo que él quiere con su mirada íntima, atrevida y respetuosa no es solamente crear fotos, sino cambiar una parte de la historia mexicana. “Y mientras en México he sido discriminado, en países como España, Francia y Costa Rica la mirada es otra. Es una pena tener que vivir esto en mi propio país”.

“Llevo 15 años parada y apenas me están viendo. Y yo aquí, en la esquina, con frío…”, bromea, pero por todo lo demás que me ha platicado sé que se siente satisfecho y emocionado de reconocer su propia trayectoria.