Cultura

Novelan vida de Alberto Ruz Lhuillier,el descubridor de la tumba de Pakal

Él luchaba contra las desigualdades, una de ellas fue ignorar la cultura maya, dice la autora Raquel Martínez-Gómez

entrevista

Raquel Martínez-Gómez habla de su la novela “La máscara del rey maya”.

Raquel Martínez-Gómez habla de su la novela “La máscara del rey maya”.

David Puig

Una infancia entre migraciones, una familia que luchó contra las colonias y una juventud negada a la burguesía, fueron vivencias que determinaron al arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier (1906-1979) para que estuviera en contra de las injusticias y para que encontrara en México una pasión por las civilizaciones antiguas.

Así lo plasma Raquel Martínez-Gómez en la novela “La máscara del rey maya” (Planeta), en la que recupera la vida de uno de los investigadores más importantes del siglo XX, el descubridor de la tumba de Pakal en el Templo de las Inscripciones en Palenque, y en donde plasma las conversaciones que tuvo con el hijo del arqueólogo.

La autora detalla en varios capítulos que el origen de la familia de Ruz Lhuillier es cubano, sin embargo, tras persecuciones tuvieron que establecerse en Francia donde el investigador pasó su infancia refugiándose de la Primera Guerra Mundial, posteriormente residió en Cuba para finalmente llegar a México.

“Tengo una fascinación por la persona de Ruz porque es muy comprometida socialmente, la sociedad nunca le fue ajena, por ser francés no le preocupaba más lo de Francia, por ser mexicano no le dejaba de preocupar lo de Cuba, él en sus identidades múltiples siempre tuvo esa sensibilidad hacia las personas”, detalla Martínez-Gómez.

También tuvo un cierto enfado, agrega. “Él luchaba contra las desigualdades, una de ellas fue la ignorancia de la cultura maya: en los años 40 prácticamente el mundo maya era un gran desconocido en México y en el mundo, además quien más lo había descrito eran personas de otros países, entonces lo que hizo fue adentrarse desde la evidencia y análisis arqueológico”.

Otra fascinación de la autora es cuando Ruz Lhuillier trabajó como docente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ya que alentó a jóvenes a hacer investigación.

“Dio clases con mucho diálogo y con esa necesidad de transmitir pasión por los pueblos originarios de México, pero hacer que otros hicieran investigaciones sobre huecos que quedaban en todo ese conocimiento de las culturas de México, eso me fascinó. Era un gran amante de la cultura en toda su extensión: la música, la literatura, etcétera”, indica.

¿Su contexto familiar lo orilló a que la cultura fuera su refugio?

Él viene de un ámbito burgués, pero al mismo tiempo revolucionario, tiene esta parte de su familia que luchó en Cuba en la primera independencia española, en 1868.

“Después en París, habiendo teniendo que salir el abuelo disfrazado de cocinero en un barco y ser refugiado, tienen una situación acomodada, pero ellos siguen haciendo colaboraciones en la prensa, es decir, ¿cómo desde París un grupo de cubanos hacen una publicación para ir en contra de los intereses coloniales en un país colonial como era Francia y contra España”.

Además, añade la autora, de la parte francesa Ruz Lhuillier tuvo un tío comunista que le habló de la comuna de París y un abuelo científico que había creado la Academia de Ciencias de La Habana.

La novela.

La novela.

“Con el tiempo, la familia que él elige dará en el corazón de la gran figura revolucionaria de los años 20 en Cuba: Tony Guiteras, en realidad fue uno de los grandes líderes estudiantiles que lucharon contra el autoritarismo de Gerardo Machado. En su familia está Calixta, una mujer brutal que es capaz de luchar y por la que Alberto Ruz sufría”, detalla.

¿Qué se sabe de sus reuniones con O’Gorman, Zalce y O’Higgins?

En la novela imagino que se reunieron para celebrar que Alberto ya tenía la nacionalidad mexicana, al mismo tiempo que perdió la francesa por no participar en la Segunda Guerra Mundial. Es una ficción, pero sí sé que fueron amigos.

Ruz venía de pasar nueve meses en la cárcel cubana, en la que había adelgazado y estaba medio enfermo; llegó a México con la ilusión de reencontrarse con su amor, con su familia, pero todo cambia y ahí se fascina de las culturas antiguas, descubre lo que quiere hacer, entra a la primera generación de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en los años 30 y se convierte en el primer arqueólogo mexicano en recibirse.

INTIMIDAD

En el libro, Raquel Martínez-Gómez incluye de manera anecdótica las conversaciones que sostuvo con Claudio, hijo del destacado arqueólogo, quien le da pistas sobre la vida de su padre. “Hicimos intercambios, me dio libros y pistas de otras fuentes, pero en sí es la manera de reconstruir la historia de su padre a partir de la pregunta literaria ¿quién es ese hombre por el que su hijo llora cada vez que habla de él?”.