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El último año de Belichick

Una expresión me bastó para darme cuenta de que esta es la última temporada de Bill Belichick, no sólo al frente de los Patriotas de Nueva Inglaterra, sino como entrenador en la NFL.

Bill Belichick

Bill Belichick

Después del pésimo partido disputado entre Indianápolis y Nueva Inglaterra en Frankfurt, Alemania, que fue realmente de bostezo, una vez más presenciamos esa cara a disgusto y mal encajada del llamado “monje”, no sólo tras haber mandado a la banca a Mac Jones, sino principalmente por la expresión tan elocuente después de la intercepción en la última serie ofensiva al quarterback sustituto Bailey Zappe.

Fue triste ver, ya no el enojo y frustración de un coach que aún arde en deseos de ganar y su rabia ante el error, sino la cara de un hombre derrotado que sabe que nada puede hacer para cambiar el rumbo del equipo que dirige. Los Patriotas tienen marca de 2-8 y no se vislumbra por dónde o cuándo podrán enderezar el camino.

La manera en que Belichick se llevó las manos al rostro y bajó la mirada deja una clara señal de que el tipo ha perdido toda la fuerza para revertir la situación.

De hecho, no fue un secreto que, de acuerdo a varios rumores de buena fuente en los medios estadunidenses, se dijo que Robert Kraft, el dueño de los Patriotas, habría condicionado a Belichick de que su puesto dependería en mucho del resultado de este juego en Europa, y ciertamente el equipo quedó mucho a deber con tan sólo seis puntos anotados.

Es cierto que por respeto y lealtad tras aquellos seis títulos obtenidos bajo la batuta de Belichick no parece lógico ni correcto que lo despidan a media temporada, pero lo que si parece un hecho es que este entrenador ha llegado a un punto de no retorno y lo más sensato sería verlo terminar la campaña al frente del equipo para decir adiós de una manera decente y a la altura de un coach que creo una de las grandes dinastías de la historia.

Y aunque especular es un deporte mero entretenido pero que puede hacernos caer en errores garrafales, me gustaría pensar y suponer que esos mismos Patriotas de Kraft ya tienen al hombre que podría tomar las riendas del equipo, un heredero natural para el puesto y sin más ni menos todo apuntaría a un entrenador declarado fanático de Nueva Inglaterra y quien nunca ha dejado de ser un Patriota a pesar de estar en otros sitios; si, me refiero a Josh McDaniels, a ese mismo al que le dedicamos la columna de la semana anterior tras su fracaso y vergonzosa salida de los Raiders de Las Vegas.

Es más, no dudo que hasta con el consentimiento y consejo del mismo Belichik, McDaniels podría llegar al frente del equipo para el 2024, ya que es un tipo que conoce las entrañas de los Patriotas, es respetado entre los jugadores y asistentes, y en más de una ocasión ha declarado su pasión ferviente por los Patriotas.

De hecho, algo que avala lo anterior es que las ocasiones que se ha ido a otros equipos o ha intentado marcharse a otros conjuntos, siempre ha regresado al equipo de sus amores y lo ha hecho para seguir ganando, es decir, ha movido la ofensiva Patriota de manera efectiva.

Y no es que el tema de la semana anterior lo estemos recalentando, más bien es la consecuencia directa de darse la salida de Belichick en Nueva Inglaterra.

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Sin más, son momentos de cambio normales, son finales e inicios de ciclos en la NFL; y es que por más que algún día vimos a un Tom Landry de Dallas, un Chuck Noll de Pittsburgh o un Don Shula de Miami como las mentes estratégicas eternas y coaches ideales, también les llegó su momento de retirarse, y no por eso quedó manchada su trayectoria profesional.

Si algo muy positivo tiene la NFL es la manera en que se renueva constantemente; porque en muchas otras ligas deportivas del mundo vemos que el carrusel y reciclaje de entrenadores continúa hasta el infinito, aún cuando algunos ya muy decanos siguen y siguen, sin dar la oportunidad a nuevas generaciones.

Hasta en eso la NFL es un ejemplo de recambio, no por nada esa práctica y política ha permitido eso que se llama “árbol genealógico de entrenadores” y que ahora mismo vemos con creces en gente como Mike McDaniel, Roberth Saleh o DeMecco Ryans, entrenadores en jefe muy jóvenes surgidos de la escuela de Kyle Shanahan, que llevan una filosofía a otro lugares y son exitosos; ahí está la prueba con un ataque explosivo y espectacular de los Delfines de Miami, unos Jets de Nueva York que no se rinden y dan la pelea a cualquiera, o mejor aún esos Texanos de Houston que al momento son una grata revelación en la temporada.

Y si ese ejemplo no basta, también debemos destacar las figuras de jóvenes entrenadores muy exitosos como Sean McVay de los Carneros de LA, Nick Siriani de Filadelfia, Zach Taylor de Cincinnati, Kevin Stefansky de Cleveland o Matt LaFleur de Green Bay, por citar algunos.