Escenario

“La Casa Gucci”, un relato de intriga y suspenso sin el ingrediente especial de la pasión

CORTE Y QUEDA. Basada en la novela de investigación del 2001 escrita por Sara Gay Forden, el filme regresa a Ridley Scott a un terreno que hace poco experimentó: las intrigas familiares por dinero>

La diseñadora de moda
Lady Gaga destaca en su papel de Patrizia, la esposa criminalizada de Maurizio Gucci. Lady Gaga destaca en su papel de Patrizia, la esposa criminalizada de Maurizio Gucci. (CORTESÍA / Metro Goldwyn Mayer Pictures Inc.)

Hay nombres en el mundo de la moda que son inolvidables. Uno de ellos es, sin duda, el apellido Gucci, un legado familiar de alta costura nacido en la Toscana italiana que tuvo un gran momento para caer en la desgracia debido al asesinato de Maurizio, quien buscó llevar este apellido a nuevos alcances pero le costó la vida.

Y es que en este tipo de círculos donde el poder y el dinero, aunado a las altas pasiones características de los latinos, son el pan de cada día para la intriga y la traición sobre la tradición. La Casa Gucci, segundo largometraje de Ridley Scott en este año, se enfoca justamente en la llegada de Maurizio (Adam Driver) al poder de esta poderosa firma de modas pero sobre todo de la mujer que lo impulsó y acabó cometiendo el acto atroz de asesinarlo: su esposa Patrizia (Lady Gaga).

Basada en la novela de investigación del 2001 escrita por Sara Gay Forden, La Casa Gucci, regresa a Scott a un terreno que hace poco experimentó: las intrigas familiares por dinero, los golpes bajo y los intereses de unos cuantos sobre otros, similar a lo sucedió en Todo el Dinero del Mundo, en el que la mafia cabrialesa raptaría al nieto del millonario Jean Paul Getty y que él se rehusaría a pagar, causando.

Acompañado de un gran cast que incluye a Al Pacino, Jared Leto, Jeremy Irons y Salma Hayek, el libreto escrito por Becky Johnston y Roberto Ventibegna, la historia de Gucci nos lleva en una línea temporal que abarca desde mediados de los 70, la década de los 80 y parte de los 90 en la que los lazos de sangre serán cuestionados y la batalla por el poder del apellido será tanto dura como fársica.

Un acierto es este gran ensamble actoral que, salvo por Leto que llega a caer en una exageración interpretativa casi de caricatura, logran desempeñar bien sus papeles por más desagradables, tontos o abusivos que resulten. La dinámica entre padres e hijos, sobrinos y tíos es vista en primera instancia a través de los ojos de Patrizia, que se convierte en el eje de este relato por gran parte de las casi dos horas y media de duración de la película.

La labor de Gaga resulta interesante desde el inicio, donde basta una secuencia introductoria para presentarla y saber sus intenciones que poco a poco van creciendo hasta llegar al asesinato. Driver demuestra que, sin duda, es uno de los mejores actores de la presente generación, entregando un Maurizio Gucci que va de la pena al empoderamiento, siendo muy diferente a otro par de roles interesantes que se le han visto en el año en Annette (Carax, 2021) y El último duelo, también de Scott.

La música de la cinta sirve como señal del paso del tiempo. Podemos escuchar desde Blondie a Tracy Chapman, pasando por otros cuantos temas que incluyen ópera y música clásica para orquestar la tragicomedia de la cual somos testigos. Esto, aunado a una fotografía interesante que varía conforme el paso del tiempo y las personalidades, realizada por el maestro Dariusz Wolski, son de lo más destacado en este irregular proyecto del experimentado cineasta.

Y es que una cosa que hace que la película no funcione del todo es su ritmo. El trabajo de edición deja mucho que desear ya que jamás consigue una cadencia que atrape a la audiencia en el relato. Si bien hay algunas transiciones muy buenas, se siente que sobra mucho material en una historia en la que hay partes donde se siente que no avanza ni desarrolla algo dentro de su premisa.

Es así que comienza con un buen ritmo para después caer en picada, volverse a recuperar para encontrarse de nuevo atrapada en su círculo que simplemente parece le cuesta avanzar en un camino enlodado. Esto, aunado a un guion que de repente busca manejar cierta intriga pero no lo logra ni en las dinámicas ni en su atmósfera, cayendo a veces en el melodrama familiar digno de una telenovela del Canal de las Estrellas.

Pareciera que Scott y sus guionistas quieren crear una especie de cinta de mafia pero usando a la dinastía Gucci, la moda y la ambición de una esposa como pretexto detonante de la caída que esta famosa marca tuvo durante una época de su historia. Si bien hay momentos en que se nota la intención se repetir o hacer referencia a secuencias de cintas como El Padrino (Coppola, 1972), el relato de este conflicto poderoso falla en atrapar al espectador al caer de vez en cuando en el absurdo, cuyo mayor representante es el personaje de Salma Hayek y los matones que ejecutan el asesinato.

Así, La Casa Gucci trata de contarnos un relato de intriga y suspenso, de poder y avaricia pero que carece de algo fundamental: la pasión, esa que llevó a Patrizia Reggiani a cometer ese atroz acto y que confrontó a las líneas sanguíneas de una dinastía que acabó en el olvido, pues ahora ningún Gucci forma parte de este legado de esta marca y apellido que eran fundamentales para el mundo de la moda.

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