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Claudia Sainte-Luce reflexiona sobre los sueños frustrados en ‘Amor y matemáticas’

ENTREVISTA. La cineasta mexicana estrenó este sábado su más reciente filme en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara

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Claudia Sainte-Luce (centro) en la presentación de ‘Amor y matemáticas’ en el FICG

Claudia Sainte-Luce (centro) en la presentación de ‘Amor y matemáticas’ en el FICG

Cortesía/FICG

Después de su exitoso paso en la edición pasada del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) con El Reino de Dios, la realizadora Claudia Sainte-Luce vuelve a este certamen con su más reciente filme llamado Amor y matemáticas, una comedia negra escrita por Adriana Pelusi acerca de sueños frustrados, crisis de edad y, sobre todo, la forma en que ciertos regiomontanos viven su vida. Crónica Escenario charló con la directora acerca de este proyecto que busca llevarse el Premio Mezcal.

“Me meto a este proyecto en el 2020. Recuerdo que, cuando recién me cuentan de éste, en el 2021 filmé El Reino de Dios y a finales de ese año ya estaba grabando Amor y matemáticas porque justo nos habían autorizado el financiamiento. Todo estaba pasando muy rápido, fueron los dos estrenos de manera muy simultánea, estaba agradecida por las oportunidades pues todo toca cuando debe llegar. Por ahora tengo estos proyectos y mañana no se como cambien las perspectivas, lo único de lo que tengo control es seguir escribiendo, ya si los aprueban queda lejos de mi jurisdicción”, reflexionó Claudia acerca del gran momento que vive en su carrera.

La cinta sigue los pasos de Billy Lozano, quien después haber pertenecido en su juventud a la muy famosa y popular banda juvenil Equinoccio, hoy en día es un hombre casado de treinta y tantos años que vive una vida de lo más aburrida en una zona acomodada a las afueras de la ciudad.

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Es evidente que se siente muy frustrado con su estilo de vida y es que a pesar de que vive en la casa de sus sueños, se siente el mayor perdedor del mundo, ya que su último emprendimiento fracasó -una vez más-. Por lo que no tiene otra ocupación más que cuidar a su hijo y al perro de su esposa. Hasta que un día conoce a Mónica, una ex fan del grupo, quien se muda a la casa de enfrente y lo anima a retomar su carrera artística, por lo que su vida nunca volverá a ser la misma, o sí?

Uno de los desafíos que implicó hacer este filme fue que, a diferencia de los anteriores proyectos de Saint-Luce, esta historia no es escrita por ella sino por Pelusi: “La experiencia se siente como ponerse la ropa interior de alguien más, no sabe uno cómo le va a quedar. Había una parte de mí que totalmente quería respetar el guion, sin moverle absolutamente nada, ni un punto, ni una palabra, y me lo puse como consigna. También quería trabajar con actores que están etiquetados con cierto tipo de películas y meterlos a otro cauce, hacer una producción con más gente, pero ello también implica que no todo fluya, tienen que estar equilibrándose todo”, afirmó.

Un punto interesante era la forma en que el relato capturaba la vida en el norte y su contraposición con la de otros lados. “Era ver el mundo de los regios versus los chilangos y que eso funcionara adecuadamente. Eso implicó muchos retos, pero me la pase muy bien. 

Además, cada película implica desafíos donde aprendemos cosas y de esta cinta aprendí que si no te diviertes cuando pisas algo habrá que replantearse nuevamente qué estás haciendo para ti mismo”, añadió la directora.

Parte del encanto de Amor y matemáticas recae en el encanto de sus protagonistas, Diana Bovio y Roberto Quijano. “Había visto por separado sus películas y cuando vienen a mi casa a platicar del proyecto, me cuentan que eran mejores amigos. Aunque eso podría parecer que era una ventaja, también les daba una pena tremenda la intimidad, especialmente la escena de sexo. Se ponían muy nerviosos y pues eso implicó que hubo que trabajar eso una y otra vez. Pero el verlos avanzar juntos en muchos aspectos y evolucionarse a sí mismos fue de las cosas más gratas y de aprendizaje dentro del rodaje”, comentó Claudia.

“Todos los actores que estén dispuestos a crecer también están dispuestos a aceptar el cambio Mucha de nuestra labor como directores se trata de no estigmatizar los. Hay que entender que no porque vengan de comedia o de drama no significa que no puedan hacer otro tipo de proyectos. A veces, por esa misma razón es que no los llaman para algo diferente, mientras que ellos estén dispuestos para encontrar nuevas cosas, las puertas se les abren y evolucionan para bien”, señaló Sainte-Luce, ya que Quijano no estaba acostumbrado a hacer comedias mientras que Bovio se ha dado a conocer por eso y más.

A pesar de que no es la primera vez en este certamen, para la directora el hecho de que la cinta se proyecte ante el público mexicano siempre la pone nerviosa. “Me da miedo, aquí está nuestro público en general. Si les gusta o no el filme es algo que me aterra. Siento que la vara está alta y me emociona de diferente manera puesto que conocen más mis proyectos. En Toronto estuvimos presentándola de manera internacional y existía una gran variedad de filmes que también mueven a la audiencia de diferente forma, pero el tener un nombre aquí ya te paraliza en un estándar”, declaró.

Finalmente, Claudia Sainte-Luce reconoce que el poder hacer cine es algo duro pero apasionante. “Es difícil verse a una misma, siempre me estoy criticando o juzgando, no me trato bonito, es una tarea de tratarse bien y lo que me salva es escribir, trabajar y hacer lo que más me gusta que es esto”, concluyó.