Escenario

‘Cuando ellas quieren más’, un roadtrip para encontrarse a una misma

CORTE Y QUEDA. Basada muy libremente en los aprendizajes y pensamientos escritos por Coehlo en ‘El Alquimista’, el filme de Bill Holderman muestra la aceptación de la madurez

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Fotograma del filme

Fotograma del filme

Especial

En un momento dado de nuestra vida, perdemos el control sobre ella, y pasa a ser gobernada por el destino. Esa es la mayor mentira del mundo”, dice Paulo Coehlo en su célebre novela titulada El Alquimista. Esa célebre frase sirve como introducción a una secuela que deja de lado la esencia de su antecesora para convertirse en un road trip donde cuatro mujeres maduras se encuentran a sí mismas en Cuando ellas quieren más, comedia escrita y dirigida por Bill Holderman.

Para esta nueva aventura, basada muy libremente en los aprendizajes y pensamientos escritos por Coehlo en el citado libro, las viejas amigas Diane (Diane Keaton), Carol (Mary Steenburgen), Sharon (Candice Bergen) y Vivian (Jane Fonda) siguen con su club de lectura pero su vida cambia por completo debido al encierro derivado de la pandemia. Aunque su costumbre continúa, la falta de contacto y el no poder salir ocasiona que, al poder reencontrarse en persona, las cosas hayan cambiado.

Este cuarteto y su química son parte del encanto para que este filme no caiga en la desgracia del aburrimiento al usar el pretexto del destino como la causa de un viaje de despedida de solteras a Italia, toda vez que Vivian ha decidido aceptar la propuesta de matrimonio de su galán, Arthur (Don Johnson). Como buenas compañeras, deciden emprender una visita paradisíaca a Italia todas juntas, pues ésta podría ser la última oportunidad de convivir todas juntas como antes.

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Holderman utiliza una fórmula muy sencilla, sin complicaciones, en la que depende de un guion un tanto cómico que pone la diversidad de puntos de vista del amor y la vida después del encierro. Carol, por ejemplo, toma este viaje como una oportunidad para reconectar con un amor del pasado, Gianni. Diane, por su parte, tiene que aprender a dejar ir el recuerdo de su ex marido para poder seguir adelante, mientras que Sharon no tiene nada que perder en su vida de soltera, retirada y con ánimos de seguir el llamado del susodicho destino para esta experiencia.

Una de las cosas que destacan más en el filme es la banda sonora, misma que nos hace viajar por Roma, Venecia y la Toscana a ritmo de viejos y nuevos temas cantados en italiano. Si bien hay una interesante variedad en los temas presentados como “Felicitá” de Al Bano y Romina Power o “Mambo italiano” en voz de Bette Midler , es sin duda “Gloria”, originalmente de Umberto Tozzi, que se ha convertido en un gran himno de empoderamiento femenino en el séptimo arte y aquí funciona como tal.

Sin embargo, esta segunda parte inesperada se aleja de aquella premisa en la que las cuatro protagonistas tomaban como ejemplo la novela de 50 Sombras de Grey para tener un ‘segundo aire’ y disfrutar de la vida. Esta vez, con todo y Coehlo de por medio, se nota que el club de lectura pasó a segundo término para hacerlo más un vehículo de lucimiento para esas cuatro estrellas de antaño de Hollywood que, poco a poco, aceptan su madurez y se divierten con ello, más allá de los recovecos insulsos en la trama y un clímax muy forzado.

‘Cuando ellas quieren más’, una reflexión de la amistad

Además, la cinta reflexiona muy bien acerca de ese lazo entre compañeras, resaltando que “no hay mentiras entre amigas”, por lo que cada una apoya a la otra a enfrentar sus problemas y esa delgada cuestión que es un mero pretexto para su recorrido en Italia acerca del destino, que en palabras de Coehlo, es una gran mentira. Aquí, el cuarteto demuestra que la elección de seguir disfrutando sus vidas a su manera depende enteramente de ellas, más allá de las complicaciones simplonas derivadas de un guion muy plano.

Esa tal vez sea uno de los puntos más flacos de Cuando ellas quieren más, pues la existencia de las parejas simplemente es unidimensional, están perdidamente enamorados y sólo les importa sus parejas prolongando ese estado de dicha que habían conseguido al final del primer filme. Ya ni se diga los problemas que tienen que ir sorteando para que la película se sostenga, que son hechos bastante torpes o simplemente muy estúpidos.

A pesar de esa mal concebida simpleza ,la cinta logra algunos momentos cómicos y conecta con la idea de la aceptación de la madurez. Además, aprovecha por momentos esos bellos paisajes italianos que han sido testigos de cintas más acertadas como La gran belleza (Sorrentino, 2013) o La dolce vita (Fellini, 1960). Y aunque las risas puedan ser escasas para unos o muy buenas para otros, recordándonos, aunque de una manera bastante burda, que la vida es lo que hacemos de ella y a veces, hay que tomar el control de nuestro propio destino sin que nadie más decida por nosotros.