Con motivo del centenario del nacimiento de la fotógrafa Mariana Yampolsky, el Museo de las Artes (MUSA) de la Universidad de Guadalajara (UdeG) organizó la mesa de diálogo “La arquitectura y el paisaje en las imágenes de La casa que canta”, donde arquitectos y fotógrafos analizaron el valor documental y estético del libro editado en 1982.

Se trata de una obra que compila imágenes de la vida cotidiana, la arquitectura popular y los paisajes rurales de México, capturados por la fotógrafa estadounidense naturalizada mexicana en sus recorridos por entidades como Michoacán e Hidalgo.
A través de la fotografía en blanco y negro, Yampolsky documentó casas, milpas, caminos y rituales, poniendo de relieve aspectos usualmente inadvertidos, como la huella humana en el territorio y la arquitectura edificada con recursos locales.
La arquitecta Diana Ortiz (ITESO) señaló que la producción fotográfica de Yampolsky constituye una referencia fundamental para la documentación gráfica de la arquitectura y el paisaje mexicano del siglo XX, ambos considerados elementos inseparables.
Ortiz explicó que “la arquitectura nos habla de casas de piedra, tejados; no sólo de la materialidad, sino también de las costumbres, como lo refleja la milpa en la vivienda autosustentable”, subrayando el carácter etnográfico de la obra en relación con los usos y costumbres de sus habitantes.

Por su parte, el arquitecto Diego Torres Guízar, presidente del Colegio de Arquitectos del Occidente de Michoacán, compartió su experiencia personal con el libro, al que recurre habitualmente en su práctica profesional, destacando su relevancia como testimonio de una fotógrafa capaz de captar lo invisible. Mencionó cómo la mirada externa de Yampolsky permite redescubrir y dignificar elementos aparentemente insignificantes de nuestro entorno cotidiano.
El arquitecto y fotógrafo Pablo Zamudio, director de ZAP Arquitectura+paisaje, resaltó la importancia de preservar técnicas de construcción tradicionales, ejemplificadas en las fotografías del libro mediante muros de adobe, techos de madera curada y sistemas constructivos transmitidos generacionalmente. Zamudio enfatizó que Yampolsky, al investigar y documentar estos procedimientos, contribuyó al entendimiento y conservación de dichas metodologías.

Durante la sesión de preguntas y comentarios, arquitectos como Xabier Pagaza reflexionaron sobre la pérdida del sentido de pertenencia en la arquitectura contemporánea y cuestionaron el desarraigo respecto a la esencia local. Pagaza destacó que muchas obras modernas reflejan más bien dinámicas económicas globales que la cultura o el entorno originario.
La moderadora de la mesa, Mónica del Arenal, arquitecta integrante de Docomomo México, señaló que La casa que canta, influida por la maestra de Yampolsky, Lola Álvarez Bravo, constituye una guía relevante para comprender la identidad territorial. Del Arenal concluyó que las imágenes de Yampolsky facilitan una relectura de los espacios cotidianos, permitiendo reconocer la especificidad local derivada de la interacción entre naturaleza y arquitectura.