Cronomicón

Mi tía Betty acaba de morir

Mi tía acaba de morir. Y yo apenas la vi hace dos días.

Cuando me dijeron que se había desmayado, intuí que la muerte estaba más cerca.

Era tan orgullosa con un carácter tan fuerte. No se dejaba comprar por unas monedas. Tenía que trabajar siempre, en la calle, con la mercancía en su manta, y era absurdo ganar 20 pesos en un día, bajo un sol que quemaba tanto la piel.

Amigos me decían que sentían compasión por ella. Y yo sólo decía: “pobre”. Pero para mis adentros me decía que no podía hacer nada. O sólo ofrecerle un agua. Esa agua de guayaba con mucho hielo que un día le preparé y le di en un día muy caluroso. Sólo me dijo “gracias; esta agua está muy insípida”. Y yo me quedé sorprendida. Sólo reí.

No puedo olvidar su manta tendida en el piso, siempre en el mismo lugar, con sus lentes; con sus muñecos que -hoy puedo entender-, eran el recuerdo y el legado de mi abuelo, su padre. Unas piedras y cuarzos, porque era la persona que más sabía de piedras. Eran sus propiedades; colores, virtudes y energía que da la piedra para librarnos de todas aquellas energías negativas que un humano podía atrapar. Al lado de las piedras unas cuantas monedas antiguas.

Toda ella y su manta eran una foto capturada.

Todos los días la misma postura para sentarse. Siempre de lado, con su trenza, sus lentes. No podía faltar unas cuantas mantas amarradas a la cintura.

Siempre con un estilo hippie y unas sandalias de gallo. Así, tal cual, esa era mi tía. Su caminar era inigualable.

Cuando platicaba con ella recuerdo sus ademanes. Su mano tocaba su fleco con delicadeza apartándola de su frente hacia un lado. Me quedo con su originalidad, con la foto capturada, la manta y ella, sus cosas, su orgullo, su Cristhian, su libertad de que siempre hizo lo que quiso, con su locura, con sus libros; con sus elogios, siempre que me veía me decía “qué bonita estás”.

Ya descansa en paz.

Tal vez las decisiones que tomamos o los errores que cometemos en esta vida pueden ser nuestra condena en nuestros últimos segundos de vida. Sólo sé que mi tía Betty fue libre a su manera. Me quedo con sus lentes, con sus pulseras, con sus historias.

Descansa en paz, tía Betty.

Betty
A la memoria de la tía Betty, ejemplo de la familia, colaboradora de candidato presidencial, fugitiva de las obligaciones maternas, vendedora ambulante. Libre.

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