
Recientemente se nombró a una mujer militante del Partido Acción Nacional como presidenta de la Cámara de Diputaciones a nivel federal.
Después de ciertas negociaciones se consiguió un acuerdo entre las fuerzas políticas; se habló de que su designación no solo cumple con el principio de paridad de género, sino también representa un gesto de madurez política y envía un buen mensaje al país.
Es así como una mujer de oposición preside las sesiones de la Cámara de Diputaciones y la representa frente a otros poderes y organismos. En ocasiones, podrá fungir como presidenta del Congreso de la Unión.
Para dimensionar sus facultades, basta con señalar que está habilitada constitucionalmente para asumir de manera provisional la titularidad del Poder Ejecutivo, en caso de haberse revocado el mandato de la persona que ocupa la presidencia de la República.
Lo anterior, es un buen ejemplo para destacar el papel de los partidos políticos de oposición y la importancia de la representación proporcional, la cual permite que fuerzas políticas que no alcanzan los triunfos absolutos en las elecciones puedan formar parte de los órganos parlamentarios y tengan una voz que trascienda a los asuntos de su competencia.
Ello es un tema de gran importancia, porque, de cara a la próxima reforma en materia electoral, se ha puesto sobre la mesa como un aspecto central la modificación a la representación proporcional en los congresos. Cuestión que prende las alarmas y requiere de la participación de todas las personas.
Hay que recordar que desde 1963 la Constitución general ha sido testigo de diversas modificaciones que buscaron consolidar el sistema político electoral y garantizar una mayor participación de los partidos políticos en la vida democrática.
En esa época se configuró la existencia de los “diputados de partido”, esto es, se destinaba un número determinado de escaños en el Congreso de la Unión a los partidos que hubiesen obtenido un porcentaje mínimo de votación en las elecciones.
Con el paso de los años, la propia Constitución general instrumentó un nuevo sistema de representación proporcional, hasta alcanzar 200 de las 500 diputaciones, con la finalidad de conseguir un mejor pluralismo político, para hacer oír a todas las corrientes ideológicas, atendiendo a los porcentajes de votación que obtengan en cada proceso electoral.
Tampoco podemos pasar por alto la eliminación de la “cláusula de gobernabilidad”, la cual tenía como finalidad dotar al partido mayoritario del 51% de los escaños, lo que aseguraba su mayoría, pero implicaba que el partido mayoritario tomara decisiones unilaterales, pues, aunque se escuchaban todas las voces, tenía garantizado el triunfo de sus iniciativas, dictámenes y mociones.
Así, un acontecimiento histórico fue justamente la reforma de 1993, con la eliminación de la “cláusula de gobernabilidad” y el entendimiento de que la gobernabilidad es multilateral, privilegiando el consenso entre las diversas fuerzas políticas, mayoritarias y minoritarias, lo que sin duda consolidó el sistema democrático mexicano.
Desde esta época, la representación proporcional es un tema que la Suprema Corte de Justicia de la Nación reconoció como de la mayor trascendencia, ante la diversidad de criterios doctrinarios, así como de diversos modelos para su desarrollo; adicionalmente, destacó como finalidad esencial el pluralismo que se persigue en la integración de los órganos legislativos, con voces suficientemente escuchadas.
De esta manera, en la actualidad, el principio de representación proporcional busca garantizar efectivamente la diversidad en la toma de decisiones que tienen un impacto en todas las personas que viven en el país, lo que permite que formen parte de los órganos de representación candidaturas de los partidos minoritarios y, a su vez, impide que los partidos dominantes alcancen un alto grado de sobrerrepresentación y adopten decisiones unilaterales.
Esto explica por qué, en algunos casos, se premia o estimula a las minorías y en otros se restringe a las mayorías.
En consecuencia, de cara a la próxima reforma en materia electoral, hay que tener presente que la representación proporcional es un valor que ha estado en nuestro sistema político reciente y que no podemos poner en riesgo. De hecho, el acceso paulatino de la izquierda al poder fue gracias a la representación proporcional. Si procuramos que todos los partidos políticos con un porcentaje significativo de votos puedan tener representatividad en los órganos parlamentarios, acorde con la votación que cada uno haya logrado y en función del número de diputaciones a repartir por dicho principio, lograremos que el poder se ejerza con decisiones maduras, reflejo del intercambio de ideas y un consenso mayoritario, no de una sola voz. La democracia es, al final de cuentas, un concierto de voces.