Las aulas y pasillos de la Universidad de Guadalajara viven semanas agitadas. Lo que comenzó como una serie de inconformidades por servicios insuficientes y deficiencias en la oferta académica se ha convertido en un movimiento estudiantil que exige un cambio de fondo: el desconocimiento de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y una reforma profunda a los mecanismos de representación al interior de la casa de estudios.
En las manifestaciones más recientes, estudiantes de distintos centros universitarios marcharon por las calles del centro de Guadalajara con pancartas y consignas que pedían mejores condiciones académicas, infraestructura digna y, sobre todo, una representación estudiantil auténtica. “No nos sentimos representados por la FEU, ellos defienden más a la cúpula que al estudiantado”, fue una de las frases repetidas en la movilización.
Mientras la Rectoría General de la UdeG asegura que las elecciones del Consejo General Universitario contaron con una “alta presencia estudiantil”, los propios resultados de algunas mesas de votación parecen contar otra historia.
En el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), un acta de cierre revela que de un padrón de 2 mil 830 estudiantes, apenas 313 emitieron su voto. De estos, 188 fueron válidos y 125 nulos, mientras que 2 mil 517 alumnos no participaron.
Las cifras hablan de una participación menor al 15 por ciento y de un nivel de votos nulos que representa más de un tercio del total. En los pasillos del centro universitario, los estudiantes no tardaron en compartir la fotografía del acta como prueba del desencanto generalizado. Para muchos, es el reflejo de un fenómeno más amplio: la desafección con las estructuras formales de representación.
“¿Cómo se puede hablar de alta participación si la mayoría de los alumnos ni siquiera votó?”, cuestionó un estudiante que pidió anonimato, mientras mostraba el documento en su teléfono.
Protestas y demandas
El abstencionismo no es el único síntoma. Desde hace semanas, los alumnos han organizado marchas y asambleas en varios planteles. En estas reuniones, los pliegos petitorios coinciden en seis ejes principales:
- Desconocimiento de la FEU como órgano representativo, por considerarla un grupo alineado con intereses políticos ajenos al estudiantado.
- Revisión del proceso electoral del Consejo General Universitario (CGU), que consideran poco transparente y carente de legitimidad.
- Reforma a la Ley Orgánica de la UdeG, con el fin de garantizar mecanismos de democracia directa y rendición de cuentas.
- Reconocimiento de las asambleas estudiantiles como instancias legítimas de deliberación en cada centro universitario.
- Mejora en infraestructura y servicios básicos, desde aulas y laboratorios hasta transporte, becas y comedores estudiantiles.
- Regularización de plazas docentes y condiciones laborales dignas para profesores de asignatura, considerados pieza fundamental del modelo educativo.
En las marchas recientes, la exigencia de cancelar las elecciones en curso fue una de las demandas centrales. Los estudiantes argumentan que continuar con el proceso en las actuales condiciones solo profundiza la crisis de confianza.
La versión institucional
Desde la administración central, la narrativa es distinta. Autoridades universitarias han subrayado que la institución “sí escucha a sus estudiantes” y que el diálogo está abierto. En comunicados y entrevistas, han insistido en que las elecciones del CGU son un procedimiento normado y que no puede suspenderse de manera unilateral.
El secretario general de la universidad, César Barba, afirmó que “la UdeG siempre estará abierta al diálogo” y que se dará cauce a las propuestas de los alumnos. Sin embargo, también recalcó que la legalidad del proceso electoral debe respetarse.
Esta postura ha sido percibida por algunos colectivos como un cerco institucional que, lejos de resolver, alimenta el enojo. “Dicen que nos escuchan, pero no cambian nada”, respondió una alumna de Ciencias Sociales durante una asamblea improvisada.
El corazón del problema parece estar en la falta de confianza. En cada jornada electoral, la participación estudiantil es baja y los votos nulos crecen. Para quienes encabezan las protestas, no se trata de apatía, sino de un voto de castigo contra una estructura que consideran caduca.
“Si más de dos mil 500 alumnos prefieren no votar o anular su boleta, eso debería decirles algo. No es desinterés, es un mensaje de que no confiamos en este sistema”, comentó un representante de asamblea del CUCSH.
Hasta el momento, solo se conocen actas parciales de algunos centros universitarios, como la del CUAAD, pero falta que se den a conocer de manera oficial los resultados completos de toda la red de la Universidad de Guadalajara, incluidas las preparatorias y sus módulos.