
Desde muy temprano, miles de feligreses se levantan con la sensación de que es un día de fiesta. Preparan sus imágenes repletas de escapularios verdes y amarillos. Adornan carros, carriolas, mochilas, playeras y todo aquello que pueda ser decorado con la gran imagen de su santo. Llevan veladoras, flores, arreglos y mucha fe para así iniciar su viaje.
El camino puede ser largo, algunos de los devotos vienen desde muy lejos, algunos otros de muy cerca, sin embargo, la distancia es solo una palabra para algunos de ellos; cumplir la manda es un motivo suficiente para emprender esta travesía.
Al llegar a la iglesia de San Hipólito una turba de personas se aglomera a la entrada, todos tienen el deseo de entrar, todos tienen en común su amor incondicional a su santo. Coronas de flores adornan la entrada del templo, la escena se torna garigoleada con toda la diversidad que se aglomera en ese lugar. Decenas de estatuillas e imágenes de todos los tamaños desfilan en el pasillo, pero las que más destacan son aquellas más grandes que el fiel que las carga.
Niños caracterizados de santo que, sin saber, llevan en sus cuerpos el simbolismo de la esperanza y vida. Arreglos florales con destino final al altar. Escapularios, uno sobre otro en el cuello de los creyentes, collares plata con la figura de su santo, ropa con leyendas: “Otro año más gracias a ti San Juditas”. Cuadros que se cargan sobre la cabeza, rosarios de bolsillo y rosas como regalos.
Las señoras y señores descansan sobre cualquier banqueta desocupada, algunos también aprovechan para comer algo después de haber esperado horas en una fila que parece interminable, que avanza muy lento. El aire huele a copal, se escuchan cantos y tambores, a lo lejos hay danza y penachos coloridos, al parecer todo mundo está aquí.
“Vengo a darle gracias a San Juditas por todos los favores que me dio este año y en especial porque me salvó del Covid”, menciona un feligrés. Seguramente muchos de los devotos a San Judas que asistieron hoy al gran festejo tienen este mismo motivo, la pandemia solamente reflejó lo frágiles que somos, muchos de nosotros sufrimos pérdidas irreparables y el año pasado este evento no pudo llevarse a cabo, así que esta vez todos los que han sido bendecidos con un milagro, han decidido asistir a cumplir sus mandas, deseos profundos a la solución de sus problemas, sucesos inexplicables e incomprensibles para la mente lógica, que solamente se explican bajo el milagro, concedido por un santo, en este caso, San Judas.
La tarde va cayendo, el sol se aminora y la fila crece cada vez más. Los pies duelen, la figura del santo pesa en la espalda, el sudor se seca. El aire vuelve a su olor habitual, los escapularios tendrán que esperar hasta el próximo 28. Seguramente las mañanitas sonarán más de una vez este día, el altar terminara tapizado de flores con buenas intenciones, seguramente muchos creyentes regresarán a sus hogares con su creencia intacta, contentos, tranquilos por haberle retribuido a su santo los milagros, de haberles mermado sus penas, sus problemas, de haberles dado un motivo más de fe en la vida.
“Vine a pagar una manda, mi hija estaba en drogas, así que prometí que, si salía, iba a traer a su hermano vestido de San Judas, por la pandemia no íbamos a venir, pero hay que pagar la manda”.
“Mi nena tiene leucemia y vengo a pedir por ella, yo soy creyente desde chica y ahora más por mi princesa”.
“Le quiero agradecer que mi hermanita estaba muy mala, en el hospital, pero ya se está componiendo”.
“Mi fe se debe a unos favores que me hizo por problemas que tenía con amistades y dinero”.
“Vine a darle gracias al señor, me ha ayudado de muchas cosas, me salvó de perder la vida”.
“Desde hace 20 años, comencé a creer en el porque me dio cáncer, le pedí a San Juditas que me salvara, confié tanto en él, que me concedió el milagro, gracias a él estoy aquí”.
“El santo de las causas difíciles” Todo México resulta ser una causa difícil, el día a día es un obstáculo más a superar, así que no hay mejor santo con el que la población se identifique más que San Judas Tadeo y hoy 28 de octubre es un día para celebrar.
Es impresionante la manera en que el mexicano es fiel a sus figuras santificadas. Con una fe incuestionable, los mexicanos adoptamos figuras que calman nuestros miedos al futuro, a la incertidumbre, a los problemas. Adoptamos santos, imágenes a las cuales somos devotos, se asisten a las iglesias, somos un país en su mayoría católico, toda esto es solamente resultado de la evolución de nuestra visión cosmogónica y la colonización, lo que nos vuelve en un país mega diverso incluso en las convicciones que reflejan la fe.
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