Los activistas rusos, bielorrusos y ucranianos ganadores del premio Nobel de la Paz de 2022 denunciaron este sábado al recibir el galardón en Oslo, Noruega, la guerra iniciada por el dictador ruso, Vladímir Putin, en Ucrania, y exigieron justicia por los crímenes de guerra rusos durante la invasión.
A partir de ahora, "las palabras 'soldado ruso' serán asociadas por muchos no con quienes lucharon contra Hitler, sino con quienes siembran la muerte y la destrucción en territorio ucraniano", aseguró con dureza el representante de la ONG rusa Memorial, Jan Rachinski.
Rachinski acusó al régimen de Putin de justificar una guerra “demencial y criminal" con sus ataques al nacionalismo ucraniano, usando la figura del polémico colaboracionista con la Alemania nazi Stepan Bandera, y "manipulando" los conceptos de fascismo y antifascismo.
El activista ruso defendió también el trabajo de Memorial, disuelta por la justicia de Putin, tanto documentando la represión en la época de la Unión Soviética como en la Rusia actual y sus países circundantes. "Hoy en día el número de presos políticos en Rusia es superior al total en toda la URSS al comienzo del período de la perestroika en la década de 1980", aseguró.
Rachinski insistió en que en Rusia hoy día aun prevalece la concepción del Estado como valor supremo, lo que lleva a la impunidad y a la destrucción de la sociedad civil.
Por su parte, Natallia Pinchuk, en representación de su esposo, el activista bielorruso Ales Bialiatski, encarcelado en su país, defendió que "Ales y todos nosotros sabemos lo importante y arriesgado que resulta cumplir la misión de los defensores de los derechos humanos, especialmente en el tiempo trágico de la agresión de Rusia contra Ucrania".
Bialiatski y las otras dos organizaciones fueron distinguidos por "promover el derecho a criticar al poder y proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos", a la vez que por su esfuerzo por documentar crímenes de guerra, abusos de derechos humanos y poder, recordó la presidenta del Comité Nobel, Berit Reiss-Andersen.
"Toda Bielorrusia está en una prisión", dijo Bialiatski a través de su esposa, y reclamó a la vez "justicia" frente a quienes han cometido "crímenes masivos" y elecciones libres, mientras dirigía también sus críticas a Moscú por el apoyo al régimen de Minsk.
La esposa de Bialiatski resaltó que el Nobel da "esperanza" a los bielorrusos de que pueden contar con la solidaridad del "mundo democrático" en su lucha por sus derechos, "sin importar cuánto dure".
La tercera galardonada fue Oleksandra Matviychuk, directora del Centro por las Libertades Civiles de Ucrania, quien acusó a Rusia de atacar de forma deliberada a civiles para frenar su resistencia y expandir su ocupación de Ucrania.
La activista ucraniana se opuso a la negociación con Rusia y defendió que luchar por la paz "no significa ceder a la presión del agresor, significa proteger a la gente de su crueldad".
Matviychuk aseguró que en su país hay una lucha entre "autoritarismo y democracia", no entre dos estados, y reclamó un cambio en el sistema de seguridad internacional, así como de justicia para poder juzgar crímenes de guerra cometidos por grandes potencias.
"Tenemos que establecer un tribunal internacional y llevar" al presidente ruso, Vladimir Putin; al de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko "y a otros criminales de guerra a la justicia. Sí, es un paso valiente. Pero tenemos que demostrar que el estado de derecho funciona y la justicia existe, aunque sea con retraso", afirmó.
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