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Bastoy, Noruega: saldo blanco en 30 años de experimento

En la cárcel noruega de Bastoy los presos tienen llaves de sus propios cuartos, porque no hay celdas.

Tomar el sol en la terraza
Tomar el sol en la terraza Tomar el sol en la terraza (La Crónica de Hoy)

En la cárcel noruega de Bastoy los presos tienen llaves de sus propios cuartos, porque no hay celdas. Duermen en bungalows con vistas al bosque, y los que quieren, trabajan en cultivos ecológicos. Cobran por ello 6.5 euros al día (20 euros los fines de semana). No hay muros, ni torres de vigilancia ni los guardias van armados. Es decisión del preso huir y arriesgarse a ser atrapado y perder el privilegio de estar en la mejor cárcel del mundo. Como relató el gobernador del penal, Tom Eberhardt, al diario El Mundo, “si tratas a la gente con una evidente falta de respeto un año tras otro durante toda su condena, esperar que se comporten bien al salir es como creer en Santa Claus”. Explica que adoctrinan a los presos en una filosofía “ecológica y humana”. El resultado: ningún motín o acto de violencia en 30 años de existencia.

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