
Rinden homenaje al pintor Enrique Echeverría (1923–1972), considerado el pionero e integrante de la Generación de la Ruptura, a través de la exposición Con ojos puramente plásticos y mirada universal, en la que se dan a conocer las diferentes etapas de su creación artística.
En la exhibición hay más de cien obras de su autoría, entre dibujos, acuarelas, tintas, óleos, gouaches, collages y acetografías (técnica que él creó), con el objetivo de dar a conocer que Echeverría no sólo fue pintor.
Con ojos puramente plásticos y mirada universal estará hasta febrero en el Museo de Arte Carrillo Gil (MACG), recinto que es dirigido por Vania Rojas, quien señala, es el inicio de un homenaje a Enrique y Ester Echeverría, viuda del artista, por “dar continuidad a este importante legado, pero también el de toda una generación que arranca con el propio Enrique. La exposición ofrece una lectura íntima”.
Ester Echeverría recuerda que lo realizado por su esposo deviene de diferentes sucesos, sobre todo si se toma en cuenta cuando Enrique Echeverría, Vlady, Alberto Gironella, José Bartoli, José Luis Cuevas y Héctor Xavier, tomaron una casa en la calle Londres, Zona Rosa, y abrieron la Galería Prisse, que fracasó y que dio como resultado la Galería Proteo.
“Me interesa contarlo porque las nuevas generaciones desconocen el origen, debe conocerse dónde arrancó el movimiento. Enrique fue activo, nunca dejó de estar presente en los movimientos de cambios. Esta exposición de alguna manera enfatiza que también fue un buen dibujante, acuarelista, además se muestran sus bocetos previos que dieron como resultado enormes cuadros”.
La también cocuradora de la exposición agrega que muchas de las obras se muestran por primera vez, en las que se puede ver que Echeverría tuvo dos grandes constantes: “Sus modelos, Julia López, actualmente pintora, y Melchor. Hay que ver la exposición con los ojos de los años 50, porque toma otra dimensión”.
FACETAS. La exposición tiene como objetivo mostrar los distintos periodos de Enrique Echeverría, por lo que Ester propuso cinco etapas: “Los años formativos (1943-1954)”, “Las búsquedas (1954-1959)”, “Los paisajes interiores (1960-1967)”, “Los organigramas o flores imaginarias (1967-1970)” y “El regreso al origen (1970-1972)”.
Echeverría, en un inicio, tuvo un proceso formativo en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, para luego viajar a Europa y África, pero fue en 1957 cuando obtuvo la beca de la Fundación Guggenheim, misma que lo hizo vivir en Nueva York, ciudad en la que tuvo contacto con el expresionismo abstracto.
En la década de los 60, Echeverría se caracterizó por un interés en lo abstracto, que conjugó con las clases que dio en Francia; sin embargo, un viaje a España, país de donde era su padre, lo llevó a volver a pintar paisajes.
“Hubo una evolución, empezó dibujando en la academia y se va soltando, no se fijó tanto en la perfección del dibujo, empezó a experimentar al punto de hacer el cambio”, relata Ester.
CARTAS. La producción artística de Enrique Echeverría se complementa con la relación epistolar entre el artista y su esposa, textos en los que él contaba sus experiencias con otras técnicas, como su incursión al taller de litografía: “Mi amor, espero que todos estén bien, que quiero que todos estemos contentos y felices a mi regreso. Que te amo mucho, tu Enrique”, se puede leer.
En una segunda carta se pueden leer su sentir al trabajar desde otro estudio: “En este estudio estoy mejor desde luego, es más amplio, tiene buena luz, tanto de día como de noche y un completo aislamiento de ruidos y latas”.
➣ La exposición Con ojos puramente plásticos y mirada universal. Enrique Echeverría, estará hasta el 25 de febrero de 2018, en el Museo de Arte Carrillo Gil, de martes a domingo, de 10:00 horas a 18:00 horas. Entrada $45.
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