
Habemos quienes ver el regreso a su hábitat natural de cualquier
especie silvestre nos mueve y remueve el alma; máxime tras
larguísima espera por ese retorno a la libertad, que para el
particular caso que referiré, según la información prodigada, se
llevó un aproximado de 100 años y de un reciente arduo,
constante y esmerado trabajo conjunto. De la integración no tan
lejana de un programa integral para esa recuperación y de una
participación organizada entre los sectores público y privado,
dada la tremenda inversión económica que requieren
este tipo de ejercicios antes, durante y posteriormente. Esta vez,
y por mi especial sentimiento hacia los bisontes americanos, mi
corazón palpitó de sobremanera al sólo ver las primeras
imágenes compartidas de la manada conformada por 19
ejemplares y que liberada tiempo atrás, disfrutaba iniciar el año
placiendo sobre el paisaje nevado de la zona coahuilense que
recuperaron. ¡Qué sensación más grata y qué bendición
verlos así, aunque sea de lejitos. Sólo que…
Al tiempo de estar gozando esas postales, tras año especialmente convulso como resultó el 2020 y comenzando un 2021 que tampoco luce benévolo, comencé a recibir mensajes reclamando la incongruencia de que por un lado se celebrara la vida y libertad de tales especímenes, pero por otro se permitiera la caza de sus congéneres dentro de áreas cinegéticas como el Buenavista Ranch establecido en la misma entidad, tratándose de una actividad para la cual hay permisos, sí, que corren por cuenta de la federación. De confirmarse la certeza y/o actualidad de esa información, resultaría a más de indignante una total indecencia. Una infamia e insulto al esfuerzo citado para la conservación de tan impactante especie.
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