Opinión

Los 31 minutos en el Salón Oval

La imagen del presidente López Obrador como conquistador del norte quedó menguada. La visita oficial a la Casa Blanca, como “compensación diplomática” por el boicot promovido contra la Cumbre de Las Américas celebrada en junio pasado en la ciudad de Los Angeles, arrojó muchos menos resultados de los esperados. La recepción del presidente Biden a su homólogo mexicano fue cortés, pero distante y mas protocolaria que efectiva y afectiva.

López Obrador y el presidente Biden en la Casa Blanca

López Obrador y el presidente Biden en la Casa Blanca

Presidencia

¿Qué ganó Mexico con la visita presidencial reciente a los Estados Unidos de América? Poco. No hay resultados claros, ni las expectativas generadas se cumplieron. No hubo ningún compromiso concreto, ni conferencia de prensa, ni intercambio de discursos de apoyo abierto e incondicional. La reunión se redujo a una recepción breve que sólo se extendió por los 31 minutos de lectura de un documento por AMLO ante la mirada indiferente de Biden, quien sólo tomó la palabra nuevamente para corregir a su invitado y señalarle con precisión que Estados Unidos sigue siendo la gran potencia mundial sobre la expansión China.

Las cinco propuestas de López Obrador son inconsistentes y con escaso apoyo en la realidad. El recurso de la narrativa tergiversante no tuvo efecto en los oídos de Biden quien no retomó ninguna de las mismas en su segunda intervención. En cuanto pudo terminar la entrevista, Biden agradeció la presencia de la comitiva mexicana, expresó las palabras de buena vecindad protocolaria, se fue a un festejo con personal de la Cámara de Representantes y luego inicio su gira por Medio Oriente en la que si suscribió un pacto de interés para su país.

Los mexicanos nos quedamos atónitos. El presidente López Obrador nos informó en Washington que parte de su estrategia para ayudar a nuestro socio comercial a combatir la inflación es subsidiarle la gasolina a los estadounidenses de la frontera y que su plan era duplicar la disponibilidad de combustible para que quienes viven más allá del Río Bravo se abastezcan de petrolíferos baratos con cargo al fisco mexicano.

También nos dimos cuenta de la poca importancia que tienen las sugerencias presidenciales en materia migratoria. Los planes norteamericanos no consideran el punto de vista de nuestro gobierno y tienen su propia ruta de acción. Los cinco puntos planteados en 31 minutos por AMLO solo sirvieron para prologar una reunión sin contenidos.

Lo más relevante de la visita a Washington fue el intercambio de gritos del presidente con sus seguidores en un balcón de un hotel en los que se expresaron su amor mutuo. Este acto de apoyo fue muy desangelado si se compara con el recibimiento que recibió de los paisanos en su viaje anterior cuando Trump lo recibió en la puerta de la Casa Blanca y le permitió dirigirse al pueblo norteamericano desde el jardín de las rosas (Rose Garden).

Ciertamente, México no pierde, pero tampoco gana nada. La insustancialidad de la gira no es limitante para crear una narrativa triunfalista en su mañanera cobijado por sus periodistas favoritos que le hacen preguntas a modo y en su terruño donde se proyectara una imagen de defensor de los migrantes y del progresismo representado en Franklin D. Roosevelt y Martin Luther King.

Con esto se ratifica que la mejor política exterior para el gobierno de la autollamada 4T es la interior. Los 31 minutos en el Salón Oval fueron utilizados para mandar un mensaje a sus seguidores en México. El interlocutor, Biden, en esta ocasión no se prestó al juego del tabasqueño y sólo se limitó a escucharlo para ganar el voto latino que necesita en las elecciones intermedias de noviembre próximo. Esto contrasta con la cuerda que le dio Trump. Biden es prudente y no hará ninguna mención a esta insulsa reunión. Trump, en cambio, seguirá burlándose de los mexicanos y su gobierno en sus actos de campaña. Cada uno en su estilo sacó algún provecho de la falta de un proyecto de política exterior coherente del gobierno mexicano.

La duración de la reunión, los 31 minutos fue lo que más resaltaron los reseñadores de la misma tanto en la prensa nacional como estadounidense. Unos destacaron la pérdida de tiempo, otros la paciencia de Biden y algunos las propuestas de López Obrador, pero todos concluyeron que no había ningún avance en la solución de los problemas compartidos, ni ningún acercamiento en las vías de solución que cada día se separan más.

La visita sirvió para que el gobierno mexicano se diera cuenta que carece de aliados en ambos bandos de la política norteamericana. Los demócratas y los republicanos, por distintas razones, le pidieron a Biden que le exigiera explicaciones del acoso de periodistas o la errática política energética en México. Estos temas no se abordaron en los 31 minutos en el Salón Oval, ni están en la agenda de López Obrador.

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Investigador del Instituto Mexicano de Estudios

Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales

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