Como están las cosas en Guerrero, más coraje da enterarse del manejo irresponsable de los recursos por parte del Poder Ejecutivo. Ustedes ya lo sabían, pero el resto de los ciudadanos nos amanecimos ayer con que la SEP no puede comprobar cómo y en qué se gastaron 12 mil 874 millones de pesos destinados a su programa La Escuela es Nuestra (LEN).
Permítanme un poco de contexto a los lectores que nos acompañan.
- En 2019, la 4T tuvo a bien lanzar el LEN para hacer llegar recursos a los planteles para equipamiento, arreglos y mantenimiento. El monto de los apoyos se otorga en función del número de alumnos que tiene la escuela, así que va de 200 mil hasta 600 mil pesos por única vez.
En principio la idea es buena, pues con estos apoyos los planteles pueden resolver más rápidamente sus deficiencias materiales; vamos, hasta suena como una descentralización. Pero, reitero, solo en principio por las razones que comentaré.
El LEN quiso apropiarse de los recursos del programa de Escuelas de Tiempo Completo (ETC), a través de la cancelación de este último, pese a sus muchas virtudes. ¿Les suena familiar? Bueno, el caso es que las ETC, 27 mil hasta 2019, fueron diseñadas para que las mujeres pudieran permanecer en el mercado laboral; esto de suyo ya era una buena razón para no eliminarlas. Para los menores era magnífico porque se les daba un alimento y el tiempo adicional lo dedicaban a las tareas y actividades educativas complementarias.
Si me lo preguntan, las ETC y LEN no debieran ser excluyentes, sino complementarias y hubiera sido posible sostenerlas si los recursos no se gastaran en obras absurdas como Dos Bocas. Pero esa es otra historia.
La situación se complicó para la SEP porque no pudo cancelar por completo las ETC, cuando una juez resolvió que se violaban los derechos de la niñez a la educación y la alimentación. Luego entonces, como que se fusionaron los programas en uno solo, aun cuando la SEP dio preferencia presupuestal a LEN sobre ETC.
Volvamos al presente.
La Auditoría Superior de la Federación (ASF), en su última revisión de la Cuenta Pública, encontró que la SEP hizo la entrega de los dineros en mano a los Comités Escolares de Administración Participativa, sin seguir las reglas de operación. Los auditores debieron irse de espaldas cuando la SEP les dijo que no podía informar cuántos recursos se canalizaron al horario extendido y cuántos a reparaciones de las escuelas.
Peor todavía: ninguno de los Comités presentó comprobantes del gasto porque nadie se los pidió. Vamos, la SEP ni siquiera supervisó una muestra aleatoria de los planteles para asegurarse de que los dineros fueran erogados en los rubros para los cuales el Comité los había solicitado.
Las Reglas de Operación del Programa sirven para dos cosas: para llenar espacio en el Diario Oficial de la Federación y para nada. Lo digo porque las Reglas tienen un apartado de “Asesoramiento” en el cual se establece que los Comités pueden solicitar orientación y capacitación para utilizar los recursos. ¿Alguien se los dijo? Lo dudo.
El reporte de la ASF indica que “los CEAP destinaron parte de los apoyos para realizar obras mayores en los planteles y no se cuenta con evidencia de que se cumplieron con las especificaciones técnicas de construcción aplicables en materia de infraestructura física educativa.” Es decir, no hay manera de saber si las reparaciones mayores estuvieron a cargo de alguna persona técnicamente capaz, como por ejemplo, sería el caso de algún muro cuarteado al que se le aplica yeso sin estar seguros de que todavía funcione estructuralmente.
En el apartado “Evaluación”, las Reglas establecen que la SEP podrá “instrumentar el procedimiento”, el cual incluye una Matriz de Indicadores de Resultados. Si no hubo supervisión, pues mucho menos los indicadores que midan la efectividad del programa.
La Escuela es Nuestra, como varios de los pogramas y políticas públicas de la 4T, se implementan “al aventón”; hay historias similares sobre otros programas “estrella” de la 4T, como Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida. A soltar dinero, sin saber si está siendo efectivo para mejorar las condiciones de vida de la gente y, por ende, el desarrollo del país.
Corrijo. Hay dos indicadores de efectividad de los programas y que han resultado muy buenos: la popularidad del presidente y los votos.
Y ustedes, distinguidos diputados, cuéntenme:
¿Para qué quieren los reportes de la ASF si no hacen nada al respecto?
¿Ya se les olvidó que los dineros no son de la 4T sino de los contribuyentes?
¿Qué clase de contrapeso son para un Poder Ejecutivo que solo gasta y gasta a lo tarugo?
Son preguntas…
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
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