Opinión

AMLO y el show de tigres amaestrados

Son seis fieras, carniceros pestíferos que pierden la cabeza con facilidad, diría el poeta. El presidente logra que sobre el escenario se comporten como gatos gordos que ronronean, salten a través del aro, giren sobre su eje, se paren en dos patas. Muy graciosos. Todo para regocijo de los espectadores del show político más grande en décadas. Un espectáculo digno del Mirage de Las Vegas, pero que se presentará en escenarios nacionales con entradas gratis. El único requisito para asistir es contar, eso sí, con credencial para votar con fotografía. ¿La suya está vigente?

El presidente es el director de escena. Hay que reconocer su destreza para el espectáculo político. Incluso mete la cabeza en las fauces con colmillos afilados de sus tigres amaestrados. Para que lo obedezcan tiene el cebo del poder, un cachito del inmenso poder que el presidente López Obrador acumuló y que está dispuesto a repartir para asegurar que su movimiento, Morena, no sea un ave de paso en el quehacer político nacional.

Los tigres que eligió para su show llevan los nombres de Adán Augusto López, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Manuel Velasco, Gerardo Fernández y, claro, la favorita, Claudia Sheinbaum. Todos ellos tienen chambas de lujo, con presupuestos gordos y comidas gourmet, docenas de asistentes y gentiles secretarias. Llegaron a esas alturas de la pirámide del poder porque son avispados y despiadados.

Los seis están dispuestos a seguir la orden de renunciar, ensayar por horas el nuevo show político, emprender después una gira nacional como requisito para que su nombre aparezca en la lista de los encuestados para ganar la candidatura presidencial de Morena.

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Son tigres que quieren el puesto del domador. Están dispuestos a cualquier cosa, incluso a la ignominia, con tal de lograrlo.

La pregunta pertinente es por qué el presidente se toma tantas molestias. Podría dejar pasar el tiempo y por ahí de octubre o noviembre ordenar que la dirigencia de Morena y los partidos aliados dijeran que la doctora Sheinbaum es la candidata para la siguiente etapa de la 4T. No habría mayor problema. Ella entraría a la campaña como clara favorita sin estar expuesta a tanto desgaste y sin el riesgo de que alguno de los tigres le suelte un zarpazo y la desangre.

Para el presidente no es suficiente ganar, quiere obtener la mayoría calificada para hacer cambios importantes en la Constitución a lo largo del mes de septiembre del 2024. Que para entonces ya haya un presidente electo, que podría no estar de acuerdo con esos cambios, es lo menos. Ya está visto que para él los tigres son bestias domesticables con el cebo del poder.

La idea es transmitir a la ciudadanía la idea de que la sucesión presidencial se juega al interior de Morena y que el ganador o la ganadora será, de manera automática, nuevo jefe del Ejecutivo. La oposición se tendrá que conformar con criticar el show en las redes sociales, como si eso, los berrinches digitales, los acercara a Palacio Nacional.

Va para terminar esta nota una anécdota: Roy Horn, de Siegfried & Roy, comenzaba una rutina con un inmenso tigre blanco llamado “Montecore”. Se aceró al animal y le pidió que saludara a la audiencia. A continuación le puso el micrófono en la boca. Entonces el tigre tuvo una revelación, recordó que era una bestia salvaje y que no estaba para payasadas. Se lanzó sobre el cuello de Roy que solo alcanzó a decir no, no, no. Las secuelas del ataque lo alejaron del mundo del espectáculo. ¿AMLO tiene un “Montecore” en su futuro”

El presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia matutina

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