Opinión

El año de la reinfección

Recuerdo haber escrito en abril de 2022 -con ignorante optimismo- que el virus SARS-CoV-2 “mutaba poco”. Lo hice de la mano de la revista Science que ya había examinado el genoma del bicho y había encontrado pocos cambios en muchos años dentro de su ADN. Pero luego descubrimos que esa aparente inmutabilidad se debía a su hibernación durante milenios en las apartadas cuevas con la sola compañía de murciélagos taciturnos de China central. Pero, una vez que el SARS-CoV-2 pudo columpiarse sobre 8 mil millones de anfitriones humanos potenciales, la dinámica de su cambio genético implosionó. Muy recientemente, otro estudio revela que en cada ser humano infectado se producen entre mil millones y 100 mil millones de copias del virus, lo que le representa una enorme oportunidad para cambiar, mejorar y resistir a las defensas naturales y las vacunas en todas sus versiones.

Esto explica varias cosas. 1) Que a pesar de los avances de la vacunación, ahora estemos presenciando oleadas de contagio tan altas como al principio de la pandemia; 2) que las oleadas aparezcan incluso con mayor frecuencia (el mundo ha visto ya tres en este medio año); 3) la aparición de más y más variantes en períodos cada vez más cortos; 4) explica también el hecho inquietante de que tengamos casos de vacunados hasta con cuatro refuerzos (y una infección previa) que sin embargo, vuelven a contraer la enfermedad, y 5) los casos de reinfectados a tan sólo tres semanas de haber sufrido un contagio previo.

En resumen: es un hecho ya reconocido por la ciencia que la evolución (mutaciones) del bicho ahora mismo va más rápido que la inmunidad colectiva de los terrestres que habitamos el planeta. En la cima de esta carrera se hallan hoy las variantes BA.4 y sobre todo, BA.5 de Ómicron, cuyo factor de contagio es igual al del mayor agente infeccioso conocido -el sarampión- una taza de infección ¡igual a 18! Para darnos una idea de su endemoniada eficacia, vean la flecha de su evolución (cepa original Wuhan: 3.3. Delta: 5.1; BA.1 de Ómicron: 9.5, y BA.2 de Ómicron: 13.3 (G. Orive https://bit.ly/3Og8r6y).

Empero, la nueva ciencia nos provee de más malas noticias y es que el Covid, si bien entra por nuestras narices y se aloja primero en los bronquios y pulmones, deja una estela de daño en el conjunto del sistema inmune. O sea, el deterioro que causa la infección se agolpa dentro de nosotros y por eso nuestros sistemas inmunes no son los mismos cuando reciben al primer Covid que al recibir el segundo: nos vuelve a encontrar, pero debilitados.

Como ven, estamos ante una formidable fuerza biológica, que ha crecido al amparo del fracaso de las gestiones gubernamentales de la pandemia en la gran mayoría de países. Estamos ante un tipo de peste con daños que se suman uno a uno en las distintas oleadas. Anthony Leonardi, inmunólogo y biólogo celular, lo ha puesto así en twitter “Hay un daño acumulativo de las reinfecciones por SARS-CoV-2, y las reinfecciones no son leves, el virus es intrínsecamente peligroso. La memoria inmunológica no convierte un SARS en algo parecido a una gripe. Sigue siendo grave” (https://bit.ly/3RGQilg).

De todo esto se desprende que el cálculo de muchas autoridades (sobre todo occidentales) según el cual, la naturaleza configuraría una versión benigna y dominante del bicho en menos de dos años, resultó falsa. A finales de abril, por ejemplo, el señor López Gatell dijo que “el país transita actualmente a un estado endémico de la pandemia por coronavirus… estará presente sin afectar gravemente a la población”. (Sobre la “epidemia de la incompetencia” de los gestores sanitarios véase el persuasivo alegato del divulgador canadiense A. Nikiforuk https://bit.ly/3z9ICAL).

Por la intensidad de su transmisión y por su capacidad adaptativa tenemos ante nosotros un reto sanitario que llevará años. En esta lucha, las vacunas son imprescindibles, pero reducir drásticamente la transmisión (la oportunidad de mutar) es la única forma de poner un freno a su evolución.

Este no parece ser el año de la gran mortalidad, pero no nos engañemos. Hay que comunicar la verdad, y la verdad es que la pandemia no sé irá pronto, que nuestra normalidad debe incluir todavía un montón de precauciones (¡KN-95 gratis para todos!), porque 2022 -está cantado- es ya, el año de la reinfección.

Prueba COVID

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Cuartoscuro
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