Opinión

Brugada, favorita de AMLO

Es la segunda vez que Clara Brugada le debe su postulación a López Obrador. La primera fue hace catorce años, cuando el hoy presidente de la República respaldó en Iztapalapa al candidato de otro partido y lo comprometió a renunciar en beneficio de Brugada. Ahora, Andrés Manuel López Obrador dispuso que la candidatura para gobernar la Ciudad de México fuera para ella y no para el aspirante con más apoyo ciudadano.

Las encuestas de Morena midieron la popularidad de docenas de precandidatos en nueve estados. Varios de los designados tienen apenas el respaldo del 16% de los encuestados (Eduardo Ramírez en Chiapas, Rocío Nahle en Veracruz). Omar García Harfuch en la ciudad de México, con 40.5% era el segundo aspirante con más adhesiones en todo el país (el primero fue Javier May, en Tabasco, con 51.2%).

Para cumplir con la insólita cuota de género que estableció el Tribunal Electoral, Morena pudo haber seleccionado a una de sus militantes en otro estado. Al respaldar a la alcaldesa de Iztapalapa el propietario de Morena eligió a una candidata que le parece más dócil que el ex jefe policiaco, reafirmó su poder por encima de la inminente candidata presidencial Claudia Sheinbaum y favoreció al ala más embaucadora y clientelar de ese partido.

El primer empujón del hoy presidente en beneficio de Clara Brugada ocurrió en 2009. En el PRD, López Obrador ya estaba enfrentado con la dirección nacional de ese partido, al que renunciaría tres años más tarde. En la elección interna para designar al candidato a jefe delegacional de Iztapalapa compitieron Brugada, identificada con López Obrador y con René Bejarano, y por otra parte Silvia Oliva Fragoso, respaldada por la dirección del partido.

Foto: Adrián Contreras / La Crónica

Foto: Adrián Contreras / La Crónica

Brugada obtuvo 99 890 votos y Oliva 94 560. Ambas impugaron ese resultado. El Tribunal Electoral del DF ratificó el triunfo de Brugada pero, el 12 de junio, el Tribunal Federal Electoral anuló varias docenas de casillas, sobre todo por irregularidades de procedimiento. Debido a esa revisión, que incluso corrigió errores aritméticos del Tribunal local, los magistrados federales invalidaron votos de las dos contendientes. Brugada quedó con 79 582 votos y Oliva, con 80 533.

Oliva fue la candidata del PRD, pero las boletas electorales ya estaban impresas. En ellas aparecía el nombre de Brugada en representación de ese partido pero cada voto que recibiera sería, en realidad, para Oliva.

López Obrador decidió, entonces, apoyar a otro candidato. Rafael Acosta Ángeles, un excéntrico y controvertido personaje, había sido postulado en Iztapalapa por el Partido del Trabajo. El ex candidato presidencial le propuso respaldarlo a cambio de que, al ganar, renunciara a la jefatura delegacional para que, entonces, Brugada fuera designada. En caso de ausencia del titular de una delegación, el jefe de Gobierno debía proponer a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal la designación de otra persona. El 16 de junio López Obrador emplazó a Acosta en un mitin: “Juanito, ¿aceptas lo que estoy planteando y te comprometerías que al momento de ganar, presentas tu renuncia para que el movimiento le haga la propuesta al Jefe de Gobierno y él a su vez haga la propuesta a la asamblea para que Clara sea la que gobierne en Iztapalapa? Te pregunto”.

“Sí, lo cumplo”, respondió Acosta. Para afianzar ese compromiso López Obrador insistió: “A ver, protesta. ¿Protestas cumplir con tu palabra?”. “Sí, protesto”, replicó “Juanito”.

El candidato del PT, apoyado por López Obrador y los simpatizantes de Brugada, recibió 180 mil votos en la elección del domingo 5 de julio. El PRD, con el nombre de Brugada en las boletas, alcanzó 128 mil votos que eran para Silvia Oliva. Juanito tomó posesión como jefe delegacional y de inmediato solicitó una licencia, pero se arrepintió y volvió a ese cargo. Entre otras cosas, le exigía a Brugada que la mitad de los funcionarios y empleados de confianza de la Delegación fuesen para amigos suyos. Dos semanas después presentó su renuncia y el 11 de diciembre, a propuesta de Marcelo Ebrard que era el Jefe de Gobierno, la Asamblea Legislativa designó a Clara Brugada como jefa delegacional.

Brugada, que volvió a gobernar esa alcaldía, tenía más de un cuarto de siglo haciendo trabajo político en Iztapalapa, en la Unión de Colonos de San Miguel Teotongo. El innegable respaldo que tiene allí se debe a esa larga presencia en el movimiento social, más que a su militancia en el PRD y luego en Morena. El año pasado, en la Universidad Autónoma de Puebla se presentó la tesis de doctorado en Sociología de Anabel Yahuitl García titulada Agitar, organizar, elevar. Una historia de lo político en clave feminista de la lucha urbano - popular en San Miguel Teotongo, Iztapalapa. Se trata, fundamentalmente, de una biografía política de Clara Brugada.

Al recordar la estratagema de López Obrador para que un adherente suyo gobernara Iztapalapa, esa investigadora considera: “La expresión ‘nos van a hacer un Juanito’ evoca a esta gran maniobra donde se prestó el nombre de un candidato para que alguien más ocupe la posición en cuestión, pero además como sinónimo de que la ley puede ser evadida, manipulada y anulada por los políticos”.

Explica Yahuitl García: “En voz de AMLO, si la ley se equivoca, hay que hacer justicia por otra vía. Para sus opositores, en aquél momento, la ley es la ley y se cumple. Estos debates pusieron en duda el significado de la democracia y los alcances y límites del estado de derecho”.

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Ante la posibilidad de que Brugada obtuviera la candidatura para gobernar la Ciudad de México, la autora de esa investigación estimó: “Hoy por hoy, Brugada oscila una vez más. Esta vez entre el populismo, manteniendo su alianza con AMLO, y el poder popular expresado en su claro control territorial”.

El desarrollo de políticas clientelares apuntaladas en grupos de dudosa integridad dentro de Morena, le han permitido a Brugada gobernar Iztapalapa. Ahora tales recursos pueden serle contrapoducentes. En la Ciudad de México serán muchos quienes no compartirán tales estilos políticos. Frente a ella, la posible candidatura de Santiago Taboada en la oposición escindiría a los votantes en dos bloques irreconciliables.