Opinión

Cuauhtémoc Blanco, águila que cae

El presidente López Obrador resolvió otorgar a Cuauhtémoc Blanco todo el apoyo que necesitara. Calculó que la popularidad del legendario futbolista le daría a su movimiento buenos réditos políticos. A cada tropezón del “10”, por faltas reales o simuladas, a los pocos días el presidente salía a los medios para externar su respaldo, o incluso para anunciar que realizaría una gira de trabajo a Morelos para tomarse muchas fotos con Blanco y disipar cualquier duda sobre su cercanía.

info7.mx

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Ante los reiterados apapachos presidenciales, Cuauhtémoc empezó a jugar sobrado, displicente, como si le bastara la camiseta para ganar los partidos, pero no. En la pasada elección, la de junio del 2021, Morena y sus partidos aliados, ganaron solo 12 de los 33 municipios en disputa y sufrió un severo revés en Cuernavaca que regresó al PAN. Un hecho a la vez sintomático y vergonzoso.

Fue entonces que en el entorno del presidente comenzó a plantearse la pregunta de si apostar por Blanco seguía teniendo sentido. Si su popularidad no se refleja en triunfos electorales deja de ser atractiva. Al descalabro electoral hay que añadir un deterioro general en el estado, en particular en el ámbito de la seguridad. La presencia del crimen organizado en Morelos no empezó con la llegada de Blanco a la alcaldía o a la gubernatura. De hecho, mucha gente votó por él harta del compadrazgo entre servidores públicos y mafiosos en ese estado.

Sin embargo, este insano maridaje no concluyó con el arribo de Blanco al palacio de gobierno. Hay señales de que, por el contrario, se hizo más estrecho. El gobierno de la 4T está en una encrucijada: o sigue gastando capital político en rescatar a Cuauhtémoc o esta vez lo deja caer y arranca un operativo de control de daños para no perder las elecciones en Morelos en el 2024.

Muchos morenistas de la entidad no olvidan que el presidente pudo elegir como candidato a gobernador a Rabindranath Salazar, actual subsecretario en Bucareli, un político de altos vuelos, serio, profesional, de resultados, pero AMLO optó por asegurar el triunfo con el popular Blanco y sus aliados evangelistas. Se equivocó. Ahora lo están pagando los ciudadanos del estado y también el partido del presidente.

Blanco está en la cancha porque el árbitro está de su lado, desde hace un buen rato debió sacarle la tarjeta roja. Supone, equívocamente, que no se atreverán a expulsarlo, pero la paciencia del gobierno está llegando a su límite y ya hay más gente que le aconseja al presidente deshacerse de Blanco, ahora que todavía hay algo de tiempo para corregir el rumbo, que dejar que, en el 2024, la alianza opositora gane la gubernatura y claro la elección presidencial en la entidad.

Los mandos de Morena no pueden perder de vista que los morelenses suelen cobrarse los agravios de los políticos en las urnas. No les tiembla la mano para cambiar de preferencia. Han castigado, en secuencia, al PRI, al PAN y al PRD. En Cuernavaca ya le dieron una patada a Morena y pueden hacer lo mismo a nivel estatal, de modo que el partido del presidente y sus aliados, como el PES y el PT, sean aves de paso.