Solo se puede dialogar si reconocemos en la otra persona a nuestro igual. Si respetamos su individualidad, inteligencia, personalidad y decisiones, no es posible tener un diálogo con quien se considera inferior, puesto que se le ordena y se espera acatamiento, ni con un superior, de quien se reciben instrucciones que deben realizarse.
En una democracia partimos de la igualdad, por tanto, no puede existir sin el diálogo. Aquí le ofrezco diez principios útiles para entablar un intercambio de ideas realmente ciudadano:
1. Parta de la buena fe de su interlocutor/a, salvo que tenga pruebas que le acrediten sin duda lo contrario
2. Acepte que se puede pensar distinto, que es un derecho tener ideas y estas pueden no coincidir con las suyas
3. Asuma que, en democracia, las personas estamos en pie de igualdad al decidir políticamente. No vale más quien tiene un grado académico mayor o quien acumula mayor capital, cultural o económico
4. Escuche con atención. Escuche incluso cuando lo que diga la otra persona le enoje, o lo diga de manera que le parezca inadecuada
5. Haga un esfuerzo por entender a la otra persona, tanto lo que dice como desde dónde lo dice, la posición personal que tiene, su historia personal, entorno, etc.
6. Respete, pero también exija respeto, el diálogo no es posible cuando los adjetivos denigrantes sustituyen a las razones
7. Exprese sus ideas con precisión, lo más claras que le sea posible. Evite irse por las ramas
8. Usted tiene derecho a no estar de acuerdo con lo que le dicen. Y la otra persona, a no estarlo con lo que usted expresa
9. Distinga entre opinión e información, la primera siempre será subjetiva, la segunda debe apoyarse en hechos ciertos o datos verificables, y un chat o un tweet anónimos no lo son
10. Confíe en su sentido crítico
Solo se hace democracia escuchándonos. Cuando cerremos la boca y los oídos, cerramos también la mente y la posibilidad de construir conjuntamente una nación común.
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