Opinión

Dilemas de la energía nuclear

La energía nuclear, sus usos, riesgos y desarrollos con fines pacíficos y también militares han ocupado por décadas el interés y las preocupaciones de la comunidad internacional, pero de alguna manera el debate sobre ello ha venido a situarse nuevamente un lugar central en las relaciones internacionales, ya sea por la alternativa que representa a la utilización y explotación de las energías fósiles en una coyuntura en la que el cambio climático demanda soluciones inmediatas pensando en el futuro inmediato de la humanidad, o bien por la amenaza renovada de una catástrofe nuclear vinculada al conflicto militar derivado de la agresión rusa a Ucrania, el cual está cerca de cumplir un año de hostilidades.

Como se sabe dicha amenaza tiene una doble vertiente. La primera, derivada de una situación digamos accidental, como parte de los enfrentamientos militares en territorio ucraniano que pudieran derivar en una afectación a las plantas nucleares de ese país dedicadas a la producción de energía civil; la segunda, relacionada con la posibilidad de una escalada mayor del conflicto que pudiera llegar al gobierno ruso a decidir la utilización de su armamento nuclear en una acción desesperada para forzar una victoria militar o evitar una derrota humillante. Apenas hace unos días el Organismo Internacional de la Energía Atómica, anunció que una de sus máximas prioridades es la de establecer una zona de protección de seguridad nuclear alrededor de todas las centrales nucleares, particularmente en Zaporiyia, Chernobil y Khnelimtsky, a fin de reducir los riesgos nucleares.

Soldado ruso patrulla la central nuclear ucraniana de Zaporiyia, bajo control de los invasores

Soldado ruso patrulla la central nuclear ucraniana de Zaporiyia, bajo control de los invasores

EFE

Aunque no limitado a ello, la proliferación de armas nucleares en regiones caracterizadas tradicionalmente por su alta volatilidad y potencial de conflicto como Oriente Medio, en donde la latente posibilidad de que países como Irán pudieran derivar los desarrollos alcanzados en materia de tecnología nuclear a la puesta en marcha de un programa militar de esta naturaleza, mantienen en alto nivel de conflictividad a esa zona del mundo y con un enorme activismo de contención entre países rivales, pero también de enfrentamiento de las potencias occidentales y de varios países de la región que consideran al régimen iraní como una amenaza a su seguridad nacional.

En un periodo de siete años han pasado de la negociación para encauzar el programa nuclear iraní en el marco del Plan de Acción Integral Conjunto (Irán, Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia) a su abandono, renegociación y casi abandono. Se asume con razón que en un escenario como ese, la proliferación de armamento nuclear en la zona equivaldría a una propagación de armas nucleares de manera similar a una pandemia de salud, ahora que sabemos con certeza lo que significa la reproducción incontrolada de un contagio.

Es de sobra conocido que el derecho internacional y los tratados en la materia consagran el derecho de todas las naciones al desarrollo y uso de la energía nuclear con fines pacíficos, no así con las armas nucleares y aboga por la desaparición total de ese tipo de armamento. Un alto ideal que no se corresponde con la práctica, si bien es clarísimo el impacto negativo que tendría el recurrir a las armas nucleares dada la lección dejada tras su utilización por primera ocasión durante la segunda guerra mundial.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha sostenido que cualquier acción que ponga en peligro la seguridad de una central nuclear es inaceptable y ha caracterizado como suicida un ataque a una planta nuclear. Más recientemente, en su intervención en el Foro de Davos, hace unos días, en referencia al cambio climático, sostuvo que las grandes empresas petroleras han mantenido una mentira por décadas para beneficiar su modelo de negocios, vinculado a la utilización extensiva de combustibles fósiles. Y justamente, la energía nuclear si bien considerada una energía limpia, trae aparejados importantes riesgos asociados a los desechos que produce su generación en materia de contaminación y daños al medio ambiente, además de los riesgos relacionados con los usos militares o las afectaciones militares a centros de producción nuclear como en el caso ucraniano, o bien de supuestos desarrollos militares disfrazados de usos pacíficos como en el caso iraní.

El debate sobre la energía nuclear ha cobrado nueva vigencia y por su importancia para bien y para mal debe ocupar un lugar central en las discusiones que se llevan a cabo en los foros multilaterales.