Opinión

Entregar la presidencia a un desquiciado

Es la misma discusión que he tenido cien veces con distintos votantes o antiguos apoyadores de López Obrador. Yo creo que nadie puede llamarse a engaño; él dijo y repitió las cosas que pretendía hacer y a poner en cuestión siendo gobierno. Salvo el pequeño detalle de la militarización, el presidente mexicano ha sido coherente con su idea de polarización, concentración de poder y destrucción institucional que anunció durante años y reafirmó durante su campaña. Bueno, pues, así Milei.

Javier Milei, presidente electo Argentina

Javier Milei, presidente electo Argentina

EFE

Creo que no hay -no puede haber- ningún argentino que a estas alturas de su larguísima carrera electoral, pueda alegar que no conocían el carácter y la idea de gobierno de su nuevo presidente. No hay engaño.

¿Qué es lo que Milei hará, inmediatamente? Cerrará el Banco Central, privatizará tan pronto como pueda la empresa energética estatal “Naftas, Gas y Pétroleo” (YPF), venderá todas las redes públicas de transmisión eléctrica y viajará a Estados Unidos e Israel antes de su toma de posesión el 10 de diciembre. Hablará con Biden, si, pero también y lleno de gusto, con los trumpistas y por supuesto, con el primer ministro Benjamin Netanyahud para hacer patente la despiadada operación en Gaza.

Lo que quiero decir es que los votantes argentinos han elegido, quizás desesperados, pero también conscientemente, que no tienen tiempo de razonar ni evaluar el futuro, ni discutir mejores políticas, ni de cuidar sus instituciones democráticas cuando en el presente, están viviendo una situación de agobio y de dolor cuyo síntoma indomable es la inflación anual del 140 por ciento.

El peronismo se convirtió en un desfile de políticas sociales endebles, corrupción, fracaso macroeconómico y penosos pleitos de familia (como casi siempre) y estuvo en el poder durante muchos años del siglo XXI. La decepción sistemática y continua ha terminado y en su lugar cede a un encanto por el flautista Milei: suprimir el servicio educativo público, acabar con la educación sexual, otorgar al Ejército tareas policiales, dejar de subsidiar hospitales, prohibir el aborto, vetar la entrada de extranjeros sospechosos, y… quizás revisar eso de la dictadura, que no fue tan mala. ¿Cómo esta colección de disparates puede ser aceptable ante el 55 por ciento del electorado en Argentina?

La izquierda latinoamericana -si queda sincera- debería emprender un juicio serio y riguroso: el peronismo, en sí mismo (asistencial, improductivo, parasitario) no tenía viabilidad, pero además resultaba doblemente chocante por su voluntad centralista, hermética a la pluralidad como al diálogo federal. O sea: el peronismo es un experimento fallido en lo económico (se sabe), pero también en lo político.

A cambio, Milei no ofrece ninguna respuesta. Un hombre caricaturesco que sin embargo no podemos explicar por la acción perturbada de las redes o la manipulación de los medios masivos de comunicación. Tampoco por la marginación acelerada o el empobrecimiento continuo de Argentina. Creo que hay algo más, pero… no sé que es.

Lee también

¿Por qué -más allá de izquierdas o derechas- la sociedad argentina (en masa), buscó un líder distinto a los políticos tradicionales para encontrar su nuevo mandatario, pletórico de anuncios absurdos, tal como Milei, Bolsonaro y López Obrador?

Quizás el populismo sea la ruta de decadencia en naciones que de fracaso en fracaso, se empeñan en seguir su propia, larga, decadencia.