Opinión

La fobia de AMLO a la FIL

Está claro que al presidente López Obrador no le gusta la Feria Internacional del Libro, que se celebra cada año en Guadalajara. La ha criticado en cada ocasión. Y ahora la ha definido como “un cónclave de la derecha”.

Es muy curioso que el Presidente, acostumbrado como está a utilizar palabras simples y llanas, para que las entienda todo mundo, haya utilizado una palabra, “cónclave”, bastante dominguera.

En sentido estricto, un cónclave es el recinto “cum clavis”, es decir, “bajo llave”, en el que se encierra el Colegio Cardenalicio cuando tiene que elegir un nuevo Papa. Por extensión, la palabra se refiere a reuniones en las que no hay contacto con el mundo exterior. Y, ya vulgarizada, en toda reunión en la que los asistentes toman decisiones sobre asuntos importantes.

Evidentemente, la Feria Internacional del Libro no es un cónclave. Allí se reúnen editoriales y autores de muy diverso tipo para presentar y vender obras de literatura, sociología, política, arte, libros infantiles, textos de medicina, astrofísica y finanzas, entre otros. Es un festival cultural y este año el invitado de honor es la Unión Europea. Entra quien quiere y participa gente con todo tipo de visiones y opiniones. Tampoco se toman decisiones importantes, salvo, quizás, algunas compra-ventas de parte de editoriales y empresas distribuidoras de libros.

El presidente criticó a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara

El presidente criticó a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara

Cuartoscuro / Presidencia

Pero la idea que ha querido dar López Obrador es que los grupos opositores a él (es decir “la derecha”, porque él representa a la única izquierda posible) se juntan ahí para criticarlo a él y a su gobierno, y que todo el entramado de la Feria es parte de una conjuración armada por la burguesía. Muestra de ello es que la organiza la Universidad de Guadalajara, que ha dado muestras de no estar alineada a la 4T. La UdG tiene otro defecto: no es el gobierno morenista, que, en la visión de AMLO, es el único que organiza ferias de libro que valen la pena.

En ese sentido, poco importa que la de este año sea la edición número 36 de la Feria, o que uno de los stands más grandes sea el del Fondo de Cultura Económica, que dirige Paco Ignacio Taibo. Lo que importa es que allí, de entre las muchas decenas de presentaciones de libros, también hay algunas de libros muy críticos hacia su gobierno… o de autores que en la Feria hablan de otra cosa, pero que en redes y medios son críticos hacia él. Esto basta para convertir el evento en un “foro del conservadurismo”.

El hecho es que funcionarios del gobierno que tenían pensado asistir, desistieron de la idea. Por su parte, la precandidata única de Morena a la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum, invitada al evento, encontró que tenía problemas de agenda. Si a López Obrador lo invitaron, y no fue, y si la FIL tiene buena fama “porque son buenos para la simulación”, entonces mejor no molestarlo.

El asunto sería menor, de no ser porque pinta de cuerpo entero la escasísima tolerancia de López Obrador hacia las críticas. Si alguien las hace, es porque está alineado a los intereses conservadores o, cuando menos, es un provocador. Ese alineamiento y esas provocaciones obedecen a intereses mezquinos e inconfesables. En otras palabras, en esa posición autoritaria, no existen ni las críticas objetivas ni las objeciones de buena fe. La única ruta correcta, y la única visión posible del progreso es la suya.

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También revela un desprecio profundo al intercambio de ideas. Son cosas de “sabihondos” (como resultó ser hasta una de las magistradas de la Suprema Corte que el propio AMLO propuso). Se sabe que los sabihondos son enemigos de las clases populares y de los conocimientos tradicionales. Y los intelectuales, claro, son una élite corrupta que se da la gran vida con el pretexto de que escriben y leen mucho. Si se juntan, no es otra cosa que una reunión del Estado Mayor de la burguesía, siempre pronta a la revancha contra el pueblo bueno que le quitó el poder.

En esa visión, bastan para la gente unas pocas lecturas, sobre todo de Historia Patria, basta seguir a los autores aprobados por la ortodoxia lopezobradorista (ni modo, son muy pocos), pero basta sobre todo entender al pueblo a través del pensamiento de su demiurgo, del único que lo comprende de verdad.

El resultado de todo ello, si no existieran foros plurales, sería un empobrecimiento general del pensamiento, en el que quien se atreva a tener una idea propia, primero deberá preguntarse si choca con la ortodoxia presidencial. Una suerte de fisgonización: “si no estoy de acuerdo, en algo me estoy equivocando”.

Pero no. Los foros plurales existen. Afortunadamente.

fbaez@cronica.com.mx

Twitter: @franciscobaez