Opinión

Hijos de Putin

Sociedad y Poder

El abuso, la crueldad y la disparidad de la guerra que Rusia emprendió contra Ucrania son condenados en todo el mundo. Asombra y emociona la valentía de los ucranianos que defienden su país. Vladimir Putin, ebrio de poder como les sucede a los autócratas y además con potentes recursos militares, quiere exacerbar el nacionalismo ruso pero inclusive en ese país hay protestas contra la guerra.

En México, algunos justifican la agresión contra Ucrania. Entre esos repentinos hijos de Putin se encuentran simpatizantes de Morena y del presidente López Obrador. Cualquier reivindicación de la guerra es infortunada. En esta ocasión las piruetas retóricas utilizadas para respaldar al gobierno ruso —es decir, para defender la agresión armada contra un pueblo inocente— son vergonzosas.

La Jornada publicó el viernes 25 de febrero un editorial que afirma: “Occidente se empeñó en instalar en Kiev un gobierno rusófobo, con lo cual dio pie a la rebelión de las regiones de mayoría rusa y gestó una suerte de guerra civil que sirvió de caldo de cultivo para el fortalecimiento de grupos ultranacionalistas e incluso neonazis que han permeado a las instituciones ucranias”. Son lamentables la mimetización de ese diario con la propaganda rusa y el desprecio a la capacidad del pueblo de Ucrania para decidir su propio destino.

El presidente Volodímir Zelenski, llegó a ese cargo al ser electo, en segunda vuelta, con 73% de los votos. No lo colocaron allí otros gobiernos sino los ciudadanos de Ucrania. La tensión entre personas de origen ucranio y ruso, especialmente en el Este de ese país, es muy antigua: no se debe a la elección de 2019. Si alguien ha exacerbado recientemente ese conflicto ha sido Vladimir Putin.

La Jornada también menciona, entre las causas de la guerra, “la preocupación de Rusia por la seguridad de sus fronteras”. Ese argumento, que repiten numerosos defensores de la invasión, supone que Rusia tiene atribuciones imperiales sobre toda Europa Oriental. Con ese punto de vista se olvida que la antigua bipolaridad ha sido reemplazada por otro orden internacional. La intervención en Ucrania, dicen esos nostálgicos de la guerra fría, era necesaria para que Rusia no tuviera motivos de preocupación en su frontera sur-occidental.

Tal argumento se parece al que hace seis décadas empleó el gobierno de Estados Unidos para escalar el conflicto con Rusia debido a la instalación de misiles en Cuba. Sin embargo en 1962 el presidente Kennedy no cometió el dislate de invadir la isla y se lanzó a fondo en las presiones diplomáticas y políticas. Y hoy, en Ucrania, no hay proyectiles emplazados contra Rusia. A pesar de que han transcurrido 60 años, la defensa del entorno geográfico de una potencia militar aún es pretexto para amenazar la paz mundial.

Sostener que Rusia puede intervenir en Ucrania porque le queda cerca, implica reivindicar un derecho imperial como si estuviéramos en el 18 y no en el siglo 21. La versión de que entre los ucranios se han extendido ánimos neonazis también se repite como excusa para esta guerra. Aunque fuera cierto, a los necios con svásticas no se les enfrenta con una ocupación militar. Con tales subterfugios se intenta justificar el asesinato de centenares de civiles, entre ellos muchos niños, y el intento para destituir a un gobierno democrático.

Los embustes para legitimar la guerra contra Ucrania son propalados por organismos de propaganda del gobierno ruso como la agencia de noticias Sputnik y la televisora RT, Russia Today. Facebook, YouTube y Twitter, han cancelado el pago por la difusión de contenidos en las cuentas de esas agencias. Por otra parte, si bien es una decisión discutible, la Unión Europea restringirá, por engañosos, la circulación de tales contenidos. Algunos periodistas que trabajaban para RT han renunciado en los últimos días en protesta por la invasión en Ucrania, aunque durante varios años hicieron propaganda a favor de Rusia.

En México, hay incautos que toman como ciertas las informaciones de Sputnik y RT y las reenvían en sus redes. La histórica desconfianza hacia el gobierno de Estados Unidos lleva a algunos a simpatizar con la propaganda rusa, que hoy no propala ficciones sobre el socialismo ni la amistad entre los pueblos sino el sometimiento militar de sus opositores.

El gobierno mexicano también es propagandista de las mentiras rusas. La señal del canal de noticias RT se difunde en la plataforma MXPlay, a cargo del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano. En esa plataforma se encuentran canales oficiales y culturales como el 11, el 22 y TVUNAM. Junto a ellos, el único canal extranjero al que se tiene acceso en esa aplicación digital es RT en español. Las falsedades de RT han sido desmontadas por variados grupos internacionales de verificación de noticias. Sin embargo el gobierno mexicano utiliza recursos públicos para esparcir esa propaganda de Putin.

El presidente López Obrador ha sido elusivo en sus comentarios sobre la agresión a Ucrania. El jueves 24, horas después de que comenzó la intervención, se limitó a la cantinela retórica con la que suele reemplazar a la política exterior: “diálogo, que no se utilice la fuerza, que no haya invasión”. Decir eso sin señalar responsables implica, en términos prácticos, decir nada.

Esa noche Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, dijo con todas sus letras “tenemos que rechazar y condenar enérgicamente la invasión de un país como Ucrania de parte de una potencia como Rusia”. Esa declaración fue más directa.

Al día siguiente, viernes 25, López Obrador volvió al discurso hueco (“no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica”). Luego, como en aquel chascarrillo de los fenicios, se refugió en la historia e hizo un largo recuento de las invasiones en México. En ningún momento López Obrador dijo la palabra Ucrania.

Lo peor en momentos críticos como estos es voltear la vista a otro lado, o creer las patrañas de los abusivos. Hay que lograr, como pide León Gieco, que la guerra no nos sea indiferente.

Vladimir Putin presidente de la Federación Rusa

Vladimir Putin presidente de la Federación Rusa