Opinión

Homicidios: ¿El fin de la esperanza?

Escuché con atención tu intervención en la emisión radiofónica “Escenarios Políticos desde la ANPERT”, donde con mucha razón afirmaste que discutir sobre la marcha presidencial del próximo domingo solo nos distrae –una vez más- de analizar lo relevante.

Ya sabemos que la marcha será mucho más concurrida y que los asistentes acudirán por puro “amor” al proyecto lopezobradorista. Dicho lo anterior, cerremos el tema y concentrémonos en lo que nos impacta como país y como ciudadanos.

Ayer se presentó el Informe Mensual de Seguridad con algunas señales ambivalentes. Según la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez “hubo una reducción de 27.3 por ciento en los delitos del fuero federal.” Sin embargo, “en el caso del homicidio doloso, durante octubre se registró un leve repunte,” para llegar a dos mil 645 en octubre y ubicar este mes como el segundo más violento del año. Claro, no se están contando los desaparecidos…

Mira nada más estos datos sobre Guanajuato:

En Tarimorato, Guanajuato, cuatro familiares de una policía fueron acribillados, incluida una bebé. Anteayer, en Celaya, ocho sicarios fueron abatidos en dos enfrentamientos, uno de ellos en el ataque una comandancia de policía. Hace una semana, diez muertos fue el saldo del rafagueo en un bar de Celaya.

Lamentablemente, casi lo mismo podríamos decir de Zacatecas, Michoacán, Estado de México y Baja California, pues aun cuando haya descendido el número de homicidios en esas entidades, lo cierto es que su nivel es muy, pero muy alto. Hablamos de entre tres mil y cuatro mil homicidios por año en cada entidad. A nivel nacional, tenemos un promedio de 90 a 100 asesinatos por día, según el conteo que uno escoja: el de la SSPC o el del INEGI. Dan ganas de poner a contar a Martí Batres, caray, aunque sea fake.

Todo ello nos ubica con más muertos que una zona de guerra intensa. De hecho y de acuerdo con la ONU, México ocupa el sexto lugar mundial con mayor número de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes con 29.3 casos. Para que dimensionemos, Canadá tiene 1.32 casos y Chile 3.1.

Más allá de la estrategia contra la inseguridad llevada a cabo por los gobiernos federal y estatales, veo que académicos en sociología y psicología hablan de una radicalización de la violencia en los países latinoamericanos.

Por ejemplo, aun cuando la delincuencia organizada no tiene ideología, sus actos ya siguen el patrón terrorista: causar el mayor daño posible, agarrando parejo a todo aquel que se encuentre cerca de las personas objetivo, además de que sus crímenes cada vez son más espectaculares (Bazaga y Tamayo, Universidad Carlos III).

Visto desde ese ángulo cobran alguna lógica los asesinatos de Celaya y Tarimorato. Y esa lógica es que no hay límites.

Pero, mi estimado Miguel Ángel, no solo se trata del número de muertos, también de quiénes mueren. De acuerdo con la investigación “Violencia juvenil delincuencial” (Terán, Unidad de Investigación de Salud Pública), América Latina es la región del mundo con la tasa más alta de homicidios de jóvenes de 15 a 26 años.

Las políticas públicas de los distintos gobiernos pueden se más o menos ambiciosas o asertivas para fortalecer la seguridad, la educación y las oportunidades, pero la tendencia no disminuye entre los jóvenes, llegando a 35 muertes violentas por cada 100 mil jóvenes latinoamericanos.

Nuestros muchachos parecen conformar su identidad juvenil alrededor del delito, la socialización sin valores, el desconocimiento de cualquier autoridad formal y, muy lamentablemente, la no valoración de la vida propia y la de los demás. Agreguemos los elementos exógenos como la impunidad, la corrupción, la falta de oportunidades y un largo etcétera.

En este terreno fértil, los líderes delincuenciales encuentran un enorme ejército de posibles colaboradores, cuya esperanza de vida se reduce cada vez más.

Una catástrofe social…

Al igual que tú, estoy ansioso por escuchar los puntos de vista de las corcholat@s de todos los partidos sobre este grave problema. Las propuestas que hagan serán un buen indicador del conocimiento, temple y visión que caractericen a l@s aspirantes a la Presidencia.

Desconfiemos de cualquiera que salga con una solución lineal, simplista y de corto plazo. Esa película ya la estamos viendo sin ningún final medianamente aceptable.

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

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