Opinión

Juicio electoral al populismo

La democracia les permitió llegar al poder y la misma democracia los saca del poder. Las elecciones libres son el antídoto más eficaz cuando un peligroso virus político infecta al cuerpo social. Con una participación histórica mayor al 80% y resultados muy cerrados con solo 4 puntos de diferencia, las elecciones presidenciales y parlamentarias celebradas ayer en Turquía representaron un ejemplo de agotamiento del populismo como forma de gobierno. Fueron convocados 64.1 millones de electores -de los cuales 4.9 millones son jóvenes que participan por primera vez- que acudieron a sufragar en las 191,885 casillas instaladas bajo el escrutinio de 400 observadores internacionales. Los electores manifestaron un veredicto negativo respecto a los 20 años en el poder del gobernante populista Recep Tayyip Erdogan, quien aspiraba a un nuevo mandato en automático. En el proceso electoral de Turquía compitieron 3 candidatos presidenciales y 24 partidos políticos. El viejo gobernante enfrentó a una coalición opositora integrada por seis partidos, encabezada por Kemal Kilicdaroglu, quien es un político de centro democrático con ideas europeístas.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en una imagen de archivo.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en una imagen de archivo.

EFE / EPA / Malton Dibra

Famoso por sus constantes limitaciones a los derechos ciudadanos y por la represión sistemática contra los disidentes, Erdogan estableció un régimen autocrático islamista de mayorías absolutas del cual fue impulsor y representante, primero como alcalde de Estambul (1994-1998), después como primer ministro (2003-2014) y luego como presidente desde 2014 a la fecha. En 2018 llevó a cabo una profunda reforma política con el objetivo de sustituir el sistema parlamentario hasta entonces vigente, con un nuevo sistema presidencialista acorde con la excesiva concentración del poder en manos de Erdogan. Dicha reforma estableció la elección directa del presidente a través del sufragio universal y la desaparición de la figura de primer ministro. También introdujo la segunda vuelta electoral y la elección a través de un sistema proporcional de los 600 parlamentarios integrantes de la Asamblea Nacional. Sin embargo, para tener derecho a los escaños los partidos deben superar el 7% de la votación, lo que favorece las alianzas electorales.

Lee también

Los problemas económicos y sociales más importantes del país se sintetizan en el creciente malestar que produjo el reciente terremoto de febrero pasado, que dejó 55 mil muertos, 130 mil heridos, 1.5 millones sin hogar, desplazó a 6 millones de personas y causó daños incalculables a la infraestructura. Las instituciones del Estado turco fueron ampliamente rebasadas por una tragedia natural que produjo muerte y destrucción. Además, la profunda crisis económica, el creciente desempleo y una inflación que rebasa el 60% han fracturado las expectativas sociales de mayor bienestar. Las medidas populistas que caracterizaron su fracasado modelo económico, se presentaron nuevamente ante el anuncio de un incremento salarial del 45% a 700 mil burócratas, justo unos días antes de la elección. La campaña electoral estuvo marcada por el uso intensivo de los recursos públicos para apoyar al oficialismo, así como por la manipulación de los medios de comunicación en su favor.

En su afán por monopolizar el poder, Erdogan anhelaba convertirse en el nuevo padre de la patria, emulando la imagen histórica de Kemal Atarturk fundador de Turquía. Durante largo tiempo gobernó sin contrapesos políticos violentando los derechos humanos. Caudillo nacionalista, fanático e iluminado, fue reiteradamente acusado de llevar a Turquía hacia una deriva autoritaria, imponiendo su voluntad unipersonal y deteriorando el Estado de derecho. Persiguió y encarceló a los disidentes Kurdos considerándolos terroristas, reprimió al movimiento feminista y de la diversidad sexual, además de criminalizar a la prensa. Su régimen se caracterizó por la opacidad y un control político sobre los ciudadanos que ahora se resquebraja. La segunda vuelta electoral que se realizará en dos semanas, permitirá la alternancia en el poder. Los ciudadanos turcos nos enseñan el camino.