Opinión

Lozoya: Justicia a la carta

Es indignante ver, por una parte, a Emilio Lozoya Austin, departiendo alegre y despreocupadamente en un restaurante de Las Lomas y, por otra, a científicos saliendo de la FGR después de declarar sobre acusaciones que han sido declaradas improcedentes. ¿Qué clase de justicia tenemos en México?

De una parte, un trato VIP a un delincuente confeso de haber recibido sobornos de la empresa Odebrecht; de otra parte, una persecución despiadada en contra de 31 científicos miembros del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT).

La periodista Lourdes Mendoza tuvo el buen tino de agarrar “in fraganti”, y sacarle fotos, al ex Director de Pemex, en el restaurante Hunan. Lozoya, como se sabe, se acogió a la figura de testigo protegido después de haber sido extraditado de España, donde se había escondido. El caso es que, aquí en México, jamás pisó la cárcel: primero estuvo en un hospital y luego alcanzó el beneficio del arraigo, no del arresto domiciliario.

Cuenta Lourdes Mendoza en su artículo “El pekin duck de Lozoya, cortesía de la FGR” (El Financiero, 11/10/2021) que cuando le avisaron que Lozoya estaba en ese sitio (sábado 9 de octubre, alrededor de las 20:00 hrs): “No lo podía creer. Y no lo podía creer por dos razones: quién se atrevería ir a un restaurante cuando enfrenta un publicitado proceso penal por haber recibido, por presuntos actos de corrupción con Odebrecht, más de 10 millones de dólares en sobornos, y porque el propio Lozoya ha declarado ante el juez 52 de lo Civil en la Ciudad de México que no podía acudir a una ‘prueba confesional’ en la demanda que le he interpuesto, por daño moral, pues él alegó que ‘se encontraba arraigado en su domicilio, con motivo de una orden y/o investigación’.”

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Fotógrafo Especial

Coincido con Lourdes, sólo se puede atrever a hacer eso, quien se sabe impune; quien es consciente que ninguna autoridad le hará algo. Y es que la justicia de la 4T ha utilizado a Lozoya no para aplicar la ley, sino para llevar a cabo vendettas en contra de sus “adversarios políticos” como Ricardo Anaya.

Lourdes Mendoza ha sido una de las muchas personas a las que Emilio Lozoya Austin ha hecho daño: la acusó, falsamente, de haber recibido una bolsa de marca, comprada en una tienda de Polanco. Pues bien, resulta que esa tienda de Polanco ya no existe. Sin embargo, Lourdes fue despedida de Radiópolis. La periodista de “El Financiero” ha pedido una disculpa pública en tribunales desde el 31 de agosto de 2020.

Además de que las fotografías de Lozoya en el Hunan se hicieron virales, y causaron una muy justificada indignación, servirán como prueba ante el juez que lleva la causa de Lourdes Mendoza contra Emilio Lozoya, de que éste mintió en su declaración. Hay que poner atención en este asunto porque “mentir a un juez para engañarlo y tratar de ganar ventaja procesal es delito de fraude procesal.” (Idem.)

Emilio Lozoya Austin fue el responsable de Asuntos Internacionales en la campaña electoral de Enrique Peña Nieto. Fue en ese período cuando estableció contacto con los directivos de Odebrecht. No olvidemos que el jefe de la campaña presidencial de Peña Nieto fue Luis Videgaray. Luego, Lozoya fue nombrado, Director de Pemex, cargo que ocupó entre el 4 de diciembre de 2012 y el 8 de febrero de 2016. Esta empresa brasileña—la constructora más grande en América Latina con 168 mil empleados y ramificaciones en 28 países—echó a andar un complejo sistema de sobornos en muchos países de la región comenzando por el propio Brasil.

Marcelo Odebrecht, fue detenido por la policía brasileña en junio de 2015. En un principio este magnate de la industria inmobiliaria se negó a hablar; pero le ofrecieron un acuerdo: reducir su condena a 10 años menos de cárcel, si colaboraba. Viendo que su empresa se iba a pique decidió hablar: esa transnacional brasileña había montado una verdadera y propia “oficina de sobornos” para dar coimas a cambio de jugosos contratos en muchas naciones de América Latina y el Caribe. Se calcula que Odebrecht pagó cerca de 320 millones de dólares en sobornos a políticos y otros agentes públicos, generalmente en forma de donaciones para campañas electorales. Obviamente, las ganancias que sacó de esa “inversión” fueron mucho mayores.

Odebrecht en Colombia “aportó” 11 millones de dólares en coimas que salpicaron al presidente Juan Manuel Santos. En Brasil la confesión de 77 ejecutivos de la empresa en cuestión fue validada por el Tribunal Supremo, el 30 de enero de 2017. Salieron a relucir los nombres de quien era en esos momentos presidente de la república Michel Temer y sus antecesores Dilma Rouseff y Luiz Inácio “Lula” da Silva. En Perú se giró orden de aprehensión contra el ex Mandatario Alejandro Toledo. En Argentina, se habló del involucramiento del matrimonio de Nestor y Cristina Kirchner en la trama de corrupción de Odebrecht; pero, el problema también afecto al entonces presidente Mauricio Macri.

En fin, el estiércol también llegó a República Dominicana, Ecuador y Panamá. Lo que debemos resaltar es que México es el único país en el que ningún “pez gordo” ha caído. Muestra de que la corrupción aquí campea a sus anchas, pese a la tan cacareada “lucha contra la corrupción” de la 4T.

La Fiscalía General de la República (FGR) que, se supone, debería ser una institución autónoma, ha mostrado ser sumisa a los designios del presidente de la república Andrés Manuel López Obrador. Emilio Lozoya Austin seguirá gozando de total impunidad; ese fue el acuerdo