Opinión

Mis muertos, tus muertos, nuestros muertos y, los muertos…

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Estos días… ¡cómo revuelcan el corazón! Pasé tanto tiempo sin conocer de cerca el dolor de la muerte humana, que no entendía cuánto y de qué forma duele y, en el particular caso de quienes tenemos animales bajo tutela, transcurriendo ese momento de forma más compleja porque el duelo se vive en total solitud. Nunca se puede desarrollar un proceso completo porque quienes nos hemos volcado al rescate, no tenemos descanso. Lo más curioso es que, encima, no se termine de entender que nos pueda seguir doliendo la partida de esas criaturas, aún preparados para ello. Por ejemplo, desde hace un par de meses estoy en espera de que se marche mi viejo y feliz perrito BIMBO, todavía a mi

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lado, y en el inter he debido perder sorpresivamente a la alegre y retozona PULGA (gracias por todas las muestras de cariño recibidas con tal motivo) y de paso a la veterana SOLECITO, vaquita cebú que me mostró como su ultima enseñanza, la enorme dignidad que debe tenerse ante la muerte, incluso despidiéndose cariñosamente pese a que durante los 18 años que compartimos vida fue harto rejega. La extraño formando fila tímidamente en espera de sus zanahorias, y es que como bien me citaron por estos días, hay tres tipos de amigos: por una razón... por un tiempo… y para toda la vida. Quizás sea por ello, por estar tan sensible, que me mantiene atormentada lo sucedido a principio de mes en el Municipio de Oxkutzcab, Yucatán, donde un hombre de 76 años, identificado como Mauricio, se suicidó, envenenándose, tras saberse enfermo terminal de cáncer. Me dirán que esto es del diario y en cualquier parte, pero no… verán… porque antes de matarse, con la misma sustancia eliminó a sus 13 perros, dejando testimonio escrito para que no se culpara a nadie de esas muertes. No juzgaré a esta persona, que Dios tenga en Gloria junto a sus chuchos, pero de sólo imaginarme su sufrimiento emocional previo a tomar la decisión, y el malestar físico de todos, me sigue dando escalofrío. Sin embargo, ¡OJO!, porque se trata de un hecho que debería abrirnos el entendimiento a todas las personas que tenemos animales en número alto e inclusive más allá de perros y gatos, ya que comprobado está que aunque en el

testamento “obliguemos” la atención de nuestras criaturas, eso termina por NO cumplirse; ni existe albacea que lo haga valer. Punto. Por cierto…

Al apenas haberme enterado de su fallecimiento -hace 7 meses- expreso mi pésame y un reconocimiento público al durísimo e interminable trabajo de rescate que por años desarrolló Elda Mizuno de Becerra con los cachorros del Mercado Sonora. Podrá decirse misa sobre ella y sus métodos, pero, NADIE del sector protector fue capaz de pasar de la queja-denuncia-espanto al emprendimiento, sosteniendo por tanto tiempo una estrategia para sacar, primero de entre la basura e irremediablemente enfermos, perritos de unas cuántas semanas de nacidos y, luego, pactar con los locatarios la colocación de una jaula de diseño especial donde se los dejaran para pasar a recogerlos, en un promedio de 15 criaturitas diarias, la inmensa mayoría presentando parvo o moquillo. Fin de la discusión.