Mientras estamos distraídos con los actos anticipados de campaña que hacen “las corcholatas”, o los audios en contra de Alejandro Moreno, o qué cortina de humo sale de la mañanera. Hay un problema gravísimo que afecta casi a la totalidad de México:
No le hablo de la inseguridad ni de la inflación. Me refiero a la emergencia por sequía declarada hace dos días por la Comisión Nacional del Agua.
Los datos son alarmantes:
Siete de cada 10 municipios del país no cuentan con el agua que requieren, según lo informó el último monitoreo de CONAGUA el 30 de junio pasado. Pero el problema es más agudo en toda la franja fronteriza, donde hay sequía extrema lo mismo en Sonora que en Nuevo León. La escasez de agua afecta también a El Bajío, pues en la misma situación se encuentran Querétaro y Guanajuato. Estamos hablando de estados con importante actividad económica y altos volúmenes de población.
La crisis ha llevado a CONAGUA a asumir facultades extraordinarias y transitorias para limitar el uso de agua por parte de concesionarios -empresas, industrias, campos ganaderos y agrícolas-, y reconducir el líquido para “abastecer agua para su uso doméstico y público-urbano a las poblaciones que se encuentren sin este recurso natural,” reza el decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación.
No es la primera vez que CONAGUA declara una emergencia, pero sí es una de las más graves de los últimos 20 años.
“El prolongado episodio de La Niña ha exacerbado las sequías y las inundaciones” en el hemisferio norte, informa la Organización Meteorológica Mundial -ONU-. De manera inusual, La Niña se ha repetido tres años consecutivos; en este 2022 se prolongará “al menos, hasta agosto y, posiblemente, hasta principios del invierno.”
Hace algunas décadas, el fenómeno de La Niña y su contraparte, El Niño, ocurrían con años entre uno y otro, además de ser de corta duración; actualmente, el cambio climático ha acelerado la ocurrencia e intensidad de dichos fenómenos. Según la ONU, las sequías han aumentado 29 por ciento en número y duracióm desde el año 2000, trayendo como efecto colateral incendios forestales, imposibilidad de cultivar la tierra y de contar con agua para lo más básico.
Punto y aparte del cambio climático a nivel mundial, en nuestro país hay otros factores que han agudizado el problema y que el decreto de CONAGUA no va a resolver.
A decir de la doctora Christian Domínguez Sarmiento, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, “a partir de que inició el sistema de concesiones, con la Ley de Aguas Nacionales en 1992 aumentó el acaparamiento del recurso; hay más agua concesionada que la que está disponible en muchas cuencas. Existen otras dificultades adicionales: se carece de captación pluvial, hay contaminación y sobreexplotación del recurso, rubros donde una vez más la regulación y las políticas públicas son claramente inadecuadas” (Gaceta UNAM).
De acuerdo con el doctor José Antonio Benjamín Ordóñez, del Tec de Monterrey, es urgente empezar a cosechar y tratar todo el agua que sea posible, además de preservar la vegetación, que opera como un filtro para evitar que el agua se evapore y, en cambio, se infiltre al subsuelo. Asimismo, llevar a cabo un reordenamiento de las actividades agrícolas, industriales y urbanas; y por supuesto, educar a la poblacióm en el ahorro del agua.
Se antoja una tarea titánica; y lo es, pero es la diferencia entre subsistir y estar en crisis permanente.
Por cierto, algo parecido a la escasez de agua ocurrida recientemente en Nuevo León, es una amenaza probable para la CMDX en 2024, por la sobreexplotación del Sistema Cutzamala. No sólo serán Iztapalapa y un par de delegaciones más; me refiero a TODA la Ciudad de México…
¿Se imagina la capital del país con sequía extrema y en pleno año electoral..?
Coménteselo a su jefe…
Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com
Correo: Lmendivil2010@gmail.com Facebook: Leopoldo Mendívil Twitter: @Lmendivil2015 Blog: leopoldomendivil.com
Copyright © 2022 La Crónica de Hoy .