Opinión

NI PERDÓN NI OLVIDO

La insobornable fidelidad del perro, que no conoce el más fiel de los hombres, paga demasiado caro el mendrugo de amor que a veces recibe.

Eduardo Lamazón Del Zotto

Presunto asesino de perro en Tecámac

Presunto asesino de perro en Tecámac

Busqué a toda costa negarle a mi mente y a mi corazón una barbaridad que desde el domingo pasado, ya tarde, o el lunes muy temprano… no lo tengo preciso… corría como reguero de pólvora por las diferentes redes sociales. Me refiero al monstruoso asesinato de un inocente perrito, acontecido en la colonia San Pablo Tecalco, Tecámac, Estado de México. Una y mil veces, antes de desplegarla, traté de convencerme de que se trataría de información escandalosa y falsa, pues aunque conocemos la espeluznante costumbre de arrojar agua o aceite hirviendo a los chuchos que se acercan a los puestos ambulantes de comida, esta vez el asunto pintaba para haber ido mucho más allá, sumándose a la denuncia un video que no deja duda sobre la extrema crueldad ocurrida, y como así, permitiendo acreditar el delito (con agravantes) cometido por un desalmado, pinche y miserable extorsionador de mierda identificado sólo como “SERGIO N”, por aquello de presumirlo inocente mientras la autoridad judicial no lo determine responsable, pese a la evidencia que para la ocasión permite ver al ahora #MataperrosDeTecámac desahogar su frustración contra esa inocente criatura a la que tomó por sorpresa, prendiéndolo del lomo, para posteriormente arrojarlo sin la menor piedad a un cazo que contenía aceite hirviendo. Maldita la hora en que el lomito se cruzó en el camino de ese pervertido, y todo, por encontrarse esperando turno por un taquito afuera de la CARNICERÍA CHUCKY -establecimiento sobre el que supuestamente iba el individuo para cobrar “derecho de piso”- que finalmente fue su tumba. Y es que aunque hizo hasta lo imposible por salir de esa olla con forma de embudo, la profundidad y el mismo producto se lo impidieron, teniendo entonces una feroz muerte agónica.

Hay cualquier cantidad de versiones alrededor del hecho, pero el caso es que SCOOBY era un alguien, no un algo, además estrenando silvestre hogar desde hacía 15 días, cuando al enterarse el menor hijo de doña Lucía Martínez Hernández de que lo querían matar y de que encima estaba “mal del ojito”, se conmovió pidiéndoselo a su supuesto “dueño”, tras lo cual lo llevó a casa, de donde, según, no acostumbraba alejarse, más desgraciadamente el pasado domingo sí lo hizo y su suerte quedó echada al desbalagarse del “muchachito”, y de esa forma convirtiéndose en presa del infeliz, ya capturado, y que para colmo… aunque su físico difiere montón del que aparece captado en el video, como claramente lo demostró @soytuvoz0… resultó ser policía adscrito a la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina. Surgida entonces la duda de que sea o no el verdadero asesino, queda ya en la cancha del carnicero identificarlo plenamente, con todo lo que ello le conlleve, ya que de lo contrario recaería en Falso Testimonio, que también es delito; sin omitir que tendríamos un peligroso delincuente en libertad. Siendo así…

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Sépanse, pues, las diferentes autoridades competentes, que no bastará con aplicar al presunto el Artículo 235 Ter del Código Penal estatal que indica una pena máxima de prisión por 6 años, más los 400 días multa que corresponderían al haber causado la muerte de SCOOBY bajo “método” que prolongó su agonía, y que tampoco será suficiente incluirle lo tocante a la Reparación del Daño, sino que será indispensable sumarle, aparte del delito de extorsión (Artículo 266: Al que sin derecho obligue a otro a hacer, tolerar o dejar de hacer algo, con la finalidad de obtener un lucro o beneficio para sí o para otro o causar un daño, se le impondrán de ocho a doce años de prisión y de mil a mil quinientos días multa), todas las infracciones posibles que contengan las leyes especiales, el Código de Biodiversidad del Estado y la normatividad federal, a fin de que se pudra en la cárcel donde deseo que sea recibido como se merece. Ya se acumula recompensa para ello, y...

Termino insistiendo en señalar la inquietud que deja tan rapidísima detención y el físico disímil del presunto asesino, esperando que no se trate de un chivo expiatorio en respuesta al inesperado comentario presidencial en la mañanera del martes. Que el cadáver de SCOOBY haya sido debidamente resguardado, sometido a rigurosa necropsia que permita apuntalar mayormente el delito, y que sus restos merezcan descanso digno y respetuoso. Que su dolor y el ejemplar castigo que se imponga a su violentador sirvan para no permitir nunca más situación semejante.

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