Opinión

No pido favores para mi género

La Real Academia Española RAE define a la sororidad como una “relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento” y comienzo mi participación de hoy refiriéndome a ese concepto porque estoy más que convencida de que debemos ser las mujeres mexiquenses (principalmente quienes somos representantes populares y tenemos capacidad de influencia social, política o en medios de comunicación) quienes en forma decidida respaldemos a nuestra congénere, la Maestra Delfina Gómez Álvarez para que encabece el profundo proceso de transformación que históricamente ha sido postergado en nuestra entidad y que comenzará a materializarse el 15 de septiembre de 2023, cuando Alfredo del Mazo, el último gobernador emanado del PRI entregue el mandato del poder ejecutivo estatal a la primera mujer gobernadora mexiquense, que será postulada por nuestro partido, Morena.

Genero y sororidad

Genero y sororidad

Como responsable de integrar y coordinar un equipo estratégico y competitivo, la Maestra Delfina asumirá una enorme responsabilidad, que podemos desagregar en tres vertientes, el primero de connotación estrictamente local, el segundo histórico y el tercero de género: Por un lado, desplegar una campaña y candidatura eficiente que derive en un triunfo contundente, claro e inobjetable de morena y los partidos que se coaliguen con nosotros, para lo cual, en estos meses previos al inicio de la etapa formal del proceso electoral seguramente fortalecerá la unidad interna, la cohesión de la militancia y la vinculación con las causas de los mexiquenses dado su innegable talento político y la autoridad moral que le reconocemos en el movimiento. Por otro lado y en consideración al peso electoral del estado más grande del país (poblacional y electoralmente hablando) el triunfo de morena en la entidad mexiquense (en mayor proporción que Coahuila) será determinante para la consolidación de la cuarta transformación en el 2024, elección en la que una mayoritaria proporción de mexicanas y mexicanos tenemos la aspiración de ver triunfar a quien será la primera mujer Presidenta de la República.

¿Qué tenemos que hacer quienes nos asumimos como promotores de la cuarta transformación, el cambio verdadero o el lopez-obradorismo, y todos los cuadros políticos y militantes de morena, en cuanto se oficialice que ella será la responsable de encabezar nuestros esfuerzos en el Estado de México?

Cerrar filas en torno a ella sin chantajes, condicionamientos ni exigencias vanales; convocar a la participación entusiasta, masiva y decidida de las y los mexiquenses -no en un proceso electoral más- sino en nuestro despertar a un horizonte en el que a partir de un gobierno estatal honesto y eficiente lograremos construir un estado más seguro, justo próspero y solidario.

Resulta indispensable, también, convocar a un profundo proceso de reflexión en torno a las causas que tienen sumidos a las y los mexiquenses en la inseguridad y el abandono en todas las regiones y municipios para que se construya un programa de gobierno objetivo que refleje las aspiraciones de todos los sectores sociales y establezca con claridad las políticas públicas prioritarias, principalmente en cuanto a buen gobierno, seguridad, salud, movilidad y desarrollo económico.

Hace poco vi una película cautivadora (La Jueza RBG, EEUU-2019) sobre la vida de Ruth Bader Ginsburg, nombrada por Bill Clinton como la segunda mujer en alcanzar la magistratura en la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, quien se distinguió por ser una férrea defensora de los derechos de las mujeres a la igualdad de oportunidades, tanto en el ámbito de lo privado cómo de lo público. Estas últimas palabras van dedicadas a nuestros compañeros varones, cuya reacción los pondrá a prueba frente al 52% del electorado mexiquense integrado por mujeres: “No pido favores para mi sexo. Todo lo que pido de nuestros compañeros es que quiten sus pies de nuestros cuellos”.

La colaboradora invitada es Alcaldesa de Tacámac