Opinión

La muy preocupante reforma electoral

Un fantasma recorre Latinoamérica, es el fantasma del populismo. Y en México lo tenemos estacionado desde el 2018. Andrés Manuel López Obrador no representa a la izquierda. Su cacareada lucha opositora de varios años no fue más que una desaforada carrera por el poder, aunque él diga, una y otra vez, que no le importa, así como insiste en que tampoco le hace mella el dinero. Pero lo suyo, como lo demostró en el 2006, cuando, según él le habían robado las elecciones presidenciales, es obtener el dominio de todo lo posible. En aquel año se apostó con sus huestes de acarreados en un gran tramo de la Avenida Reforma y mantuvo un paro de actividades, no las suyas, sino la de los comercios aledaños. Se colocó la banda presidencial, y, ante sus seguidores y a los que se les pagaba por acompañarlo, se hizo nombrar “presidente legítimo”.

AMLO durante su conferencia matutina

AMLO durante su conferencia matutina

Cuartoscuro

Desde aquel entonces jura y perjura que le hicieron trampa en las urnas. ¿Será por eso que le manifiesta tanto enojo al Instituto Nacional Electoral?

A veces, ocurren cosas esperpénticas, como las llamaría el escritor español don Miguel del Valle Inclán, otras divertidas como la descripción del presidente de México en su famosa, pero muy local Mañanera, nada menos y nada más, de su “modelo económico”, el suyo, que es social, mexicano y humanista. Y tenemos un nuevo foco de atención, la corcholata tabasqueña Adán Augusto López, el secretario de Gobernación, que se enoja con los gobernadores y dice que los tabasqueños son más inteligentes que los norteños; nos asusta con que puede haber un candidato militar a la presidencia, luego el presidente lo desdice, pero él continúa con sus regaños y sus opiniones inconvenientes.

¿Qué diremos de la nueva secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, que despidió a la subsecretaria de comercio Luz María de la Mora, el factótum en la negociación con el T-Mec, y este martes pidió la renuncia de todos los directores generales que veían el Tratado con Estados Unidos y Canadá?

¿Entramos al territorio de lo chusco y del autogol? Probablemente, pero lo que hay que considerar es la antidemocrática reforma al Instituto Nacional Electoral, que el primer mandatario, en su narrativa populista hace pasar como muy democrática. Como dijo Carlos Bravo Regidor en el programa de ayer de ADN40 La hora de opinar: “López Obrador nos quiere dar gato por liebre”.

Hagamos un poco de historia. En 1987 El Congreso de la Unión realizó una reforma Constitucional para introducir una representación justa y plural en la consolidación de la Comisión Federal Electoral. En 1990, como resultado de aquella reforma se crea el Instituto Federal Electoral (IFE), un organismo que dio certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales. Desde ese año ha habido modificaciones para fortalecer la confianza y la credibilidad ciudadana en las elecciones federales. A principios de 2014 una nueva reforma electoral transformó el IFE en INE, es decir, Instituto Nacional Electoral, con el fin de homologar los procesos electorales federales y locales y certificar los necesarios niveles de calidad en la democracia electoral del país. Hoy el INE garantiza los derechos políticos de las y los mexicanos.

Desde luego como todo, el INE es perfectible, pero hasta hoy ha resguardado la democracia en México sobre todo a partir de la llegada de José Woldenberg en 1996 como presidente del IFE. Y después con los siguientes encargados de la presidencia del Instituto desde Luis Carlos Ugalde hasta Lorenzo Córdova.

Para Woldenberg, hoy profesor universitario como se firma en su columna semanal del diario El Universal, la iniciativa de reforma electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador es regresiva y pretende terminar con el INE que ha dado garantías de imparcialidad a todos los actores políticos. Lo que se busca es “alinear a las autoridades electorales a la voluntad presidencial”.

José Woldenberg participó en el foro internacional “El Futuro es Socialdemócrata”, organizado por Movimiento Ciudadano y en una nota de Jorge Monroy de El Economista se registró su intervención, donde dijo que es el momento de defender la democracia, porque la “presente administración ni valora ni quiere lo construido en las últimas décadas en nuestro país”. Tachó de “absolutamente preocupante” la manera en que este gobierno ha ligado su discurso de neoliberalismo con la democracia.

En una nota de Erika Hernández de el diario El Reforma, el presidente Consejero del INE insistió en una conferencia en la Escuela Judicial Electoral que “La reforma electoral no es vista como un proceso para mejorar lo que se tiene sino para propiciar la captura y, por cierto, ahí está el dictamen, la opinión de la Comisión de Venecia, ya es público, yo nada más fui y lo pedí y ya nos lo dieron. Ahora que se discuta sobre él, si se quiere ¿no?

La Comisión de Venecia, integrada por especialistas europeos, alertó sobre los riesgos de la reforma electoral impulsada por AMLO. Los 61 expertos electorales independientes advirtieron que la propuesta del presidente socavaría la confianza ciudadana. De nuevo Erika Hernández, en su nota del 24 de este mes en El Reforma especifica que los más “preocupante para este organismo europeo del que México es observador, es la idea de que el pueblo elegirá a las autoridades electorales, pues esto garantizará que dichas autoridades sean afines al partido en el poder, no expertos en materia electoral.”

La dichosa reforma que aún no se vota en el Congreso debe advertirnos a todos que lo chusco, los arrebatos y los caprichos de la Cuatroté deben, esta vez, detenerse o nos impondrán la dictadura del partido MoReNa por mucho tiempo.

Ustedes dicen. 

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