Opinión

¿Será que pudiera repetirse la historia?

Sin todavía haber traído a cuentas a Eduardo Serio, principal responsable, se llegó al mes de haberse destapado pú-bli-ca-men-te la cloaca en la que tenían viviendo a cientos de grandes felinos y varios primates al sur de CDMX, y que aún tratándose de fauna en peligro de extinción fue malsanamente manejada y entremezclada en instalaciones improvisadas, peligrosas, inseguras y por supuesto carentes del mínimo bienestar o de efectos distractores. Ello, dentro de lo que su propietario -reconvenido en superhombre por aquello de que los había rescatado del más cruel maltrato y abandono- denominó “santuario”, seguramente buscando halagar el oído del animalismo local e internacional y no sólo para ganar bonos en popularidad sino al igual aportaciones en efectivo, sin omitir que lo anterior le valió también para ganarse la gracia y complacencia de las autoridades medioambientales que hemos padecido desde el establecimiento del lugar (2015) hasta la fecha. De ahí que venga como anillo al dedo el epígrafe citado, al haberse creado en la imaginaria popular un sitio maravilloso que resultó en un verdadero infierno para las criaturas y razón por la que estamos obligados -autoridades y ciudadanía- a evitar que algo semejante se repita. Una vez lo anterior, y esperando que hagan ¡ya! su trabajo la triada de autoridades competentes (Blanca Alicia Mendoza, titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, Ernestina Godoy, cabeza de la Fiscalía General de Justicia CDMX y Alejandro Gertz, por la corresponsabilidad que en este asunto lleva la Fiscalía General de la República, a su cargo), paso a comentar que aunque no quiero mostrarme abiertamente escéptica y mucho menos ingrata, no reconociendo el esfuerzo que zoológicos y similares están haciendo por los animales de Black Jaguar-White Tiger, tanta prisa por llevárselos y la quejumbre por parte del representante de la AZCARM (por el costo de su movimiento y posterior manutención) me están sacando ronchas. Y es que se puede entender que tal Asociación Civil haya aprovechado la oportunidad para reposicionar a los zoológicos en época de rechazo mundial hacia esas instituciones, y que incluso haya interés genuino entre sus agremiados por apoyar el rescate (inclusive de quienes un tanto forzados respondieron con prudencia respecto a la cantidad de animales comprometida), pero lo que no se comprende bien es querer hacerse, de forma tan insistente, de un problema ma-yús-cu-lo en todos sentidos como puede significar trasladar de jalón y para siempre 32 felinos de esa envergadura y en malas condiciones físicas y mentales. Lo anterior, además, para repartirlos en tan solo dos instalaciones en Sinaloa, cuando el asunto, insisto, pudo y debió empezarse a resolver con tranquilidad in situ hasta contar con sitios cer-ti-fi-ca-dos para su adecuada reubicación, y solamente haber trasladado cercanamente a los individuos bajo condición crítica. Desconozco la capacidad del “Centro de Rescate del Zoológico de Culiacán” y sólo por videos a modo Tik Tok he podido dar cuenta de las instalaciones del “Ostok Sanctuary”… ¡gulp!... publicitado… ¡OJO!… como una Institución de Asistencia Privada donde prácticamente y en un pispás se replicaron los recintos del Ajusco, pueda que hasta más reducidos, pero sin contar aún con la infraestructura mínimamente necesaria. Sólo con la pretensión de construir espacios abiertos, sí, PERO, ¡de aquí a un año! si consiguen los fondos suficientes y por lo que...

Me inquita asimismo que con el pretexto de obtener esos recursos se haga negocio explotando a los animales, tal como está sucediendo ya con el anuncio de la rifa de unos tenis dizque costosísimos, pero que son empresa de uno de los socios del proyecto. No estoy sentenciando. Sólo muestro inquietud y dudas para evitar que la historia se repita, máxime cuando quien encabezó la revuelta para este rescate, o séase Arturo Islas, otrora fuera entusiasta promotor de Serio y su BJWT. No sea que se vuelva a equivocar. Se vale, claro, pero no con estos seres que ya pagaron lo que nunca hicieron.

Felino

Felino

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