Opinión

Texit

Aumenta la presencia mediática del Movimiento Nacionalista de Texas que tiene como objetivo convertir a ese estado en un país independiente. Los expertos sostienen que es una posición con la que simpatiza mucha gente, incluso hispanos, que están hartos de depender de las decisiones que se toman en Washington.

Movimiento Texit

Movimiento Texit

Página oficial Texit

No es una posición nueva, está presente desde el fin de la Guerra de Secesión, pero ha tomado fuerza en últimas fechas. El interminable jaloneo entre el gobernador Gregg Abbott y el presidente Joe Biden intensifica las versiones de que el movimiento independentista podría dar la cara y participar abiertamente en próximas elecciones en Estados Unidos.

Desde luego, la principal demanda es tener libertad absoluta para manejar su frontera con México, pero no sólo con ese país sino con estados de la Unión Americana como Nuevo México, Luisiana, y hasta Oklahoma por los que se cuelan migrantes de diversas nacionalidades a Texas.

No hay que perder de vista un dato: el PIB de Texas es el segundo de Estados Unidos, solo después de California. De modo que el dinero no será problema.

Temas sustantivos

Grupos empresariales y académicos se mueven para demandar a los candidatos presidenciales que se concentren en ofrecer soluciones para temas sustantivos como la seguridad, el agua, las medicinas, la productividad del campo y no gasten su pólvora en infiernillos

La seguridad es el reto inmediato, principal y el agua requiere obras de infraestructura de gran calado y capacitación permanente para que los ciudadanos hagan uso correcto del líquido.

El Estado no puede seguir fallando en su responsabilidad de llevar medicinas a todos los que lo necesiten, especialmente niños con enfermedades crónicas que han quedado desprotegidos.

La inversión en el campo no solo asegura la soberanía alimentaria, sino que evita fenómenos como la migración o el reclutamiento de grupos delictivos.

La idea es aprovechar las campañas como periodo de reflexión profunda sobre los principales problemas del país, pero también para diseñar acciones concretas que los resuelvan.

Los petardistas

Los estudiantes de la normal de Ayotzinapa tienen patente de corso. Pueden hacer y deshacer sin preocuparse de sus actos vandálicos tengan consecuencias legales. Que la autoridad proceda contra ellos es impensable. Son petardistas intocables.

Ya atacaron las instalaciones de la Fiscalía, de la Segob, de la cancillería más las que se les ocurran en esta visita a la capital o cuando regresen.

La relación entre el gobierno y los normalistas y familiares de los 43 que desaparecieron en Iguala está, para todo efecto práctico, rota. No hay confianza en las promesas oficiales y el gobierno no irá más lejos de lo que ya fue.

La promesa de que el caso de Iguala se esclarecería este sexenio no se cumplirá. Cualquiera que revise el caso pensará incluso que hoy la verdad está más lejos que cuando arrancó la 4T.

Del paradero de los normalistas desaparecidos no hay nada nuevo y el sexenio ya entró en la recta final, de ahí que los petardistas le tiren a todo lo que se mueva.

Relación permanente

En Canadá cientos de miles de mexicanos han encontrado una nueva oportunidad de vida. Son gente que aporta y que en su inmensa mayoría respeta las reglas de convivencia.

Por la tranquilidad de esos compatriotas y otros que en el futuro resuelvan viajar a Canadá es necesario que la relación entre el gobierno de López Obrador y el de Justin Trudeau se normalice y se encause a través de la diplomacia y la buena voluntad.

Ellos, los gobernantes, son transitorios pero la relación es permanente. Hay que cuidarla.

Canadá tiene derecho a imponer los requisitos que juzgue pertinentes para recibir mexicanos en su territorio, el único límite es el respeto a los derechos humanos. México también tiene el mismo de derecho de regular la llegada de canadienses a nuestro país. Somos socios cercanos y la relación seguirá adelante una vez sus actuales líderes se dediquen a otra cosa. 

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