Opinión

Los tres amigos y Spinoza en el Parque México

Mientras ustedes, lectores, han seguido la historia del encuentro en México del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, con el presidente Andrés Manuel López Obrador, yo cuidé a mi nieto de una año recién cumplido porque sus padres tuvieron que salir un par de días. Tuve una excelente ayuda, pero el nene acaparó toda mi atención. Estar con él es la felicidad. Por las noches leí varias páginas de un libro que empecé la semana pasada, Spinoza en el parque México del historiador Enrique Krauze ,editado por Tusquets, en 2022, y que tiene más de setecientas páginas. El ritmo que llevo con la lectura es pausado , debido a que debo que preparar clases, a los impromtues de la vida cotidiana pero, sobre todo, a que subrayo y hago notas con lápiz en los márgenes de las hojas y me tardo. No puedo negar, sin embargo, que he leído la prensa, un poquito de este diario, otro tanto de otros y no vi los noticieros porque no supe localizar la tv abierta en la pantalla modernísima de mi hijo y mi nuera. Sólo vi Pocoyó, caricaturas para bebitos, no por más de un minuto, porque el nieto brinca de un interés a otro todo el tiempo. Sé que el presidente mexicano, en su necesidad imperiosa de convertirse en benemérito de las Américas, le reclamó al presidente Biden el abandono en que ha tenido a América Latina. Como escribió Pablo Hiriart hoy en El Financiero, “¿en el nombre de quién habla?” ¿Del resto de los mandatarios de América Latina o a nombre de México”. Le faltó agregar una frase rulfiana que ahora parafraseo “el olvido en que nos han tenido hay que cobrárselos caro”. Hiriart expone las muchas veces que los Estados Unidos han ayudado a México cuando nuestro país “ha caído en crisis profundas” de orden económicas.

¿En qué quedamos entonces, en que los Estados Unidos nos deben apoyar o en que nuestra soberanía no necesita de ese espaldarazo o en que “los pueblos de América unidos, luchando por la libertad, por nada (o nadie) podrán ser vencidos, su fuerza será la unidad.” Esa era parte de una canción que cantábamos a finales y a principios de los años sesenta en las escuelas bilingües. ¿Alguno de ustedes la llegó a cantar?

Sé por El Universal que, en una sesión de respuestas ante preguntas de la prensa, nuestro señor presidente discurrió durante 24 largos minutos en un podio, mientras Joe Biden y Justin Trudeau, apostados en una misma plataforma, cada quien en la suya, claro, escuchaban a Andrés Manuel López Obrador hablar y hablar. Biden había experimentado en la Casa Blanca el incansable perorar del presidente mexicano. Según entiendo, López Obrador ya no dio pie a que los presidentes de los Estados Unidos y Canadá respondieran a nada.

¿Y el tema de las energías limpias? Este es un asunto fundamental para el T-MEC, que traería inversión a nuestro país de Estados Unidos y Canadá, además de que comenzaríamos a cumplir con el Acuerdo de París del año 2015, que estableció medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. México participó en esa resolución.

Cómo podría integrarse una comunidad como la europea en América Latina, como querría López Obrador (y ser él la voz cantante) si no podemos cumplir con las restricciones para impedir el temido cambio climático. Aún más, el presidente de México le apuesta al combustóleo con su refinería Dos Bocas, que todavía, por si fuera poco, no ha logrado producir ni un barril, y a la electricidad con la CFE, tan caduca e inoperante como su director, Manuel Bartlett.

Leí que AMLO se refirió a que su programa Sembrando Vida ha reducido la inmigración de mexicanos, salvadoreños y hondureños a los Estados Unidos, lo cual sabemos que no es cierto. Probablemente el mega programa (sic) sólo ha desforestado más territorios, como ha ocurrido con el Tren Maya. Aquí, por cierto, entra una de las propuestas importantes de Biden, la creación de un centro en el sur de México para organizar a los migrantes indocumentados. Pero nuestro presidente negó que se abocaría a tal misión.

Mientras tanto, los tres mandatarios se dispensaron sonrisas, lo mismo que sus esposas. En fin, que la reunión de los tres amigos” dejó mucho que desear por parte de México. Se entendieron Estados Unidos y Canadá, pero me da la impresión que México quedó al margen de muchas propuestas expresadas por los otros mandatarios.

Hasta ahí he sabido de la cumbre de América del Norte. Entretanto. he leído como hechizada el libro de Enrique Krauze, en el que José María Lasalle, escritor español y gran amigo del historiador, lo entrevista, acerca de todo lo que intelectualmente ha comprendido la vida su vida. Algo fundamental para Krauze fue la presencia constante de abuelo Sául, seguidor del gran filósofo judío-holándés Baruch Spinoza, quien entre otros aspectos, era un libre pensador, que no creía en la personificación de Dios sino en su inmersión del todo con la naturaleza. El abuelo Saúl fue socialista hasta que se decepcionó dolorosamente por el asesinato en la URSS de dos poetas que admiraba. La política es necesaria para la organización de los pueblos, pero preferí el tiempo que mi nieto me dejaba libreo para leer el libro de Krauze, internarme en el camino de la historia, del judaísmo , pero especialmente de la libertad de pensamiento del abuelo Sául, que consideraba al Parque México como “su jardín”. Los cuatro abuelos de Krauze se reconocían como socialistas y es aquí que comienza la historia intelectual de un hombre brillante, que estudió ingeniería en la UNAM, donde conoció a la escritora Isabel Turrent. Ahí comenzará la identidad mexicana de Enrique Krauze. Se doctoró en el Colegio de México y la historia de este país lo fascinó. En México encontró la Tierra que buscaron sus abuelos.

Como todavía me faltan muchas páginas para terminar de leer Spinoza en el parque México me reservo para más adelante una reseña completa o, por lo menos, más completa. Una cosa sí les digo, el libro abre las puertas a la historia contemporánea de nuestro país, desde principios del siglo pasado, hasta ahora.

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