
LO MÁS DIFÍCIL de este necesarísimo primer relevo parcial de consejeros del IFE, es que queda en manos del Congreso aprobar el nombramiento de los nuevos, incluido
el fémur mayor que recae en la figura del consejero presidente. Si bien el Congreso recuperó algunos puntos de credibilidad tras la aprobación de la reforma electoral y el acotamiento al dinero que fluye a las televisoras (y en menor proporcionalidad a otros medios), su aceptación deja mucho que desear. En el mejor estilo de cualquier género chico,
digamos que los malévolos medios comparten la mitad del reparto maloso en tanto que la otra mitad estaría representada por diputados y senadores. En ambas medias partes del elenco, relucen estrellitas marineras que lo llevan a uno a darle cabida a la suspicacia.
La credibilidad es un asunto central en este relevo. Los diputados no se pueden dar el lujo de la arrogancia y la falta de autocrítica en la que por desgracia se siguen regodeando las televisoras en lugar de entrarle a un proceso real, necesario, de interlocutores sociales en el que los intereses de sus dueños se vayan enderezando. Si los concesionarios, y la planta periodística que opera en los canales privados con mayor audiencia, asumieran la autocrítica y revaloraran contenidos noticiosos, en función de la demanda social y de entretenimiento, en función de la cantidad de gente creativa que se desempeña fuera de un círculo cerrado y en más de un sentido timorato y conservador, estoy seguro que mantendrían altos niveles de público y recuperarían gran parte del descrédito que se han ganado. Con este procedimiento gozarían de una inmejorable simpatía ante cualquier intento chavista de chantajeo con las concesiones, y estarían trabajando sobre bases comunicativas más sanas para buscar financiamiento, preferentemente privado, que reforzaría la difusión de contenidos con márgenes más anchos de libertad.
El paradigma en el que se encuentran sumidos muchos de los noticieros de la Televisora del Ajusco, por sus burdos manejos informativos, podría ser no sólo el ejemplo de lo que no se debe hacer cuando se tiene el beneficio de una concesión, sino el referente para cambiar ese esquema 180º grados porque es el momento político oportuno para asumir un rol social sin que “la casa pierda”.
SIN ÁNIMO DE descalificar, repare usted en el noticiero de Javier Alatorre: hay producción, pero para difundir un contenido lamentable. Más allá de las cuestionables posturas casi personales que asumen sin ningún decoro las principales figuras en la defensa del concesionario que les da chamba, las noticias son lastimosas: notas rojas y sentimentaloides (de homicidios o de enfermos en buena parte de ellas) pueblan los minutos (a veces desde las notas de entrada), de este noticiero.
Estamos frente a un ciclo de retroalimentación poco
favorable, en el que el oportunismo se halla por arriba de la inteligencia. Aunque la hemoglobina vende, y sobre eso también se ha discutido con amplitud, hay otro escenario más creativo para trabajar. Pero los esquemas rígidos y los intereses creados parecen no ceder. La negación a un cambio editorial que disminuiría la innegable falta de credibilidad, se compensa con pantallas salpicadas de rojo y lágrimas kitsch, para retroalimentar de manera infame el morbo de un público al que se puede retener si se le representa bien porque la demanda social no tiene cauces y los cauces, si abandona el camino del chantaje, están en el momento político de ganar más y bien si efectivamente actúan como tales.
EL DESEMPEÑO DE la Corte y el Congreso que afectó intereses “duopólicos” (a veces esas palabrejas evitan rodeos explicativos) con un amplio consenso, y esto último debe subrayarse, puede y debe verse también como un asunto de negocios, que no de chantaje porque ya no es negocio, si seguimos en esta tónica de pragmatismo crudo.
El dilema de TV Azteca (y de Televisa de manera más
atenuada), es simple: aunque nos ven mucho, nos creen poco y a veces hasta nos detestan, ¿no será mejor negocio servirles y así los conservo sin perder audiencia? Que el reto implica modificar fórmulas, innovar y ser creativos bajo la premisa subjetiva pero practicable (porque se ha hecho en otros tiempos de nuestra historia reciente) de que una televisión que encauza demandas de manera inteligente le es vital a la población, es algo que ni la retórica más estridente podrá negar.
La otra mitad del reparto antes descrito podemos encontrarla en el Congreso en el que hay de todo y en ese universo plural espantan moscas con sus grandes y caricaturizables orejas una buena cantidad de burros. He aquí una probable tragedia de nuestra democracia: si los cambios del IFE que ya tienen fecha se convierten nuevamente en un descarado reparto de pastel partidista y se nombran consejeros parciales o con un perfil de notoria mediocridad como el que tuvo Luis Carlos Ugalde, podemos vaticinar que el ochenta por ciento de los avances de este año político se irá por el drenaje que está a punto del colapso.
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Letras al pie
Grave, cuestionable y muestra de la capacidad autogoleadora del “legítimo”, si lo que se deslizó ayer en la columna Bajo Reserva de El Universal se llegara a confirmar: a) que AMLO participó como censor de la cinta de Mandoki, y éste, además, lo permitió; b) que la censura obedece además a la coyuntura del relevo en el PRD. ¿Cómo librará ahora Federico Arreola este pequeño bombazo? ¿Se estará escribiendo desde ahora otro capítulo más del Complot nuestro de cada día? No se pierdan esta historia que despertará sin duda pasiones bajas.
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