Escenario

Abraham Escobedo-Salas reflexiona sobre la juventud a través del hip-hop y el break dance

ENTREVISTA. El cineasta mexicano ganó una Mención Especial por su documental Breaking la vida. Underdogs en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato

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El filme también fue uno de los más reconocidos por la crítica durante el GIFF 2022.

El filme también fue uno de los más reconocidos por la crítica durante el GIFF 2022.

CORTESIA

En el marco del Festival Internacional de Cine Guanajuato (GIFF, por sus siglas en inglés), las producciones cinematográficas autogestionadas y financiadas con recursos propios fueron las que predominaron en medio de una amplia y multifacética selección de trabajos que engalanaron el evento. Es dentro de dicho grupo de películas donde encontramos la ópera prima del cineasta Abraham Escobedo-Salas, quien nos da a conocer una historia de coming-of-age documental con Breaking la vida. Underdogs.

Los Holookunz son un grupo de seis jóvenes que usan el hip-hop como vía de desahogo de una realidad que los atrapa, con el paso del tiempo, en una inevitable cotidianeidad, convirtiendo al break dance como su antibiótico de expresión artística para crecer tanto emocional como socialmente.

Con una construcción de ocho años de filmación y tres años de post-producción, el artífice del trabajo que ganó mención especial en la categoría de Largometraje Documental Mexicano, nos habló sobre el tipo de labor que intentó realizar a lo largo de un enorme proceso de filmación, en el que se encontró con un crecimiento interno importante, tanto para sus protagonistas como para él:

“A pesar de tratarse de un documental, quise retratar los procesos de relación humana desde el apartado de confianza mutua, es decir, tanto que ellos confiaran en mí como yo en ellos. El proyecto se gestó a finales del 2012, comenzando con un interés genuino de mi parte por la energía que me transmitía el baile. Con el paso del tiempo, fui conociendo mejor a los protagonistas de la película, siempre con la idea de hacer un retrato coral de todo el crew, hablando de la juventud a través del baile y el hip-hop como contexto, llegando a elementos más profundos de la humanidad de cada participante”, contó el director.

El filme reivindica la percepción que se tiene del hip-hop.

El filme reivindica la percepción que se tiene del hip-hop.

CORTESIA GIFF

La cultura del hip-hop surge como un método de confrontación ante los sistemas que subyugan a ciertos sectores de la población, escalando a diversas ramificaciones que ampliaron las necesidades y objetivos de quienes ejercen estas formas de expresión artística. Abraham rompe las barreras de los discursos sociales que posee la ya descrita subcultura, y se adentra a temáticas más cercanas para la audiencia, es decir, el día a día, nuestras fracturas internas, y todo aquello que nos hace seres funcionales o no funcionales, cual llegue a ser el caso:

“A título personal, creo que en la historia tiene un mayor peso la cuestión de expresión individual, es decir, usar el hip-hop como vía de canalización para las frustraciones de la vida, en cualquiera de sus etapas, siendo este el caso de la juventud, cuando las situaciones son más intensas en temas como el dolor o encontrarte a ti mismo, transformándose en una forma de liberación de cualquier sentimiento y emoción, todo por medio del baile” expresó el realizador participante del GIFF 2022.

“Aún así, no podemos olvidar que el hip-hop funge como una vía de protesta, pero más de forma inconsciente, al tratar de recuperar estos espacios de socialización y crecimiento no institucionalizado, donde cualquier persona se puede acercar y aprender, compartiendo conocimientos que no vienen de arriba, sino de una horizontalidad de crecimiento paralelo, encontrando nuestra propia voz”, agregó Escobedo-Salas ante los alcances sociales que puede encontrar el break dance.

Muchos han sido los intentos por parte de las instituciones de intentar recuperar los espacios artísticos como esquemas de crecimiento social. Sin embargo, nos hemos enfrentado a pinturas vagas de real interés por crear programas que ayuden en el mediano y largo plazo a la población general; es aquí donde Abraham observó a lo largo de ocho años de filmación la evolución o involución de estos procesos:

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“Este tipo de lugares de esparcimiento social y artístico se perciben, en ocasiones, como islas de resistencia ante las dinámicas banales y capitalistas, mutando en herramientas de exploración social y autoconocimiento que van más allá. Me gustaría decir que con el paso del tiempo se han logrado avances estratosféricos, pero como todos los procesos que vienen desde abajo, toman tiempo y son generacionales, sumándose fuerzas constantemente”, puntualizó el también creador del cortometraje B-Boy (2013).

“También ha crecido la difusión del hip-hop de manera positiva, llegando a un público más amplio; por ejemplo, el graffiti ya no se ve como hace 10 o 20 años, a pesar de que aún existen los estigmas de esta forma de expresión como una situación vandálica, lo cual les limita en su capacidad de ver más a profundidad, y es por eso que me parecía importante hablar de ese trasfondo desconocido en la película, no es solo lo que ves sino todo lo que está detrás y lo que significa el movimiento y la cultura para todos los jóvenes de cualquier extracto social”, complementó el creador de la historia que se adentra a la vida de el sexteto de break dance.

El arte, además de servir como un vínculo con los discursos sociales y personales de los diferentes contextos de la humanidad, también ha servido como punto de fuga para los diversos escalones que posee la sociedad, algo que enfatizó el cineasta:

“Este movimiento está abierto para todos, creando espacios donde entran todos, demostrando lo que sientes por medio del baile, el canto o la pintura. Necesitamos alimentar estos lugares desde cualquier ángulo, ya sea lo local o lo institucional, ya que es algo necesario en nuestra sociedad, debido a esta falta de unión que nos hace caer en situaciones como violencia, desapariciones, feminicidios, etc. Cosas que son impactantes y que no terminamos por creer que están sucediendo. Cómo siempre lo he pensado, existen muchos Méxicos, no existe solo uno, tenemos muchas caras, y dentro de esa línea, sí hay que levantar la voz y hacer cine de denuncia, pero también hay que celebrar la vida, que es algo que intenté con Breaking la vida”, concluyó.