Escenario

‘Concrete utopia’: Una exploración intrigante de la condición humana ante la adversidad

CORTE Y QUEDA. La cinta coreana de Um Tae-hwa llegó a México bajo el nombre de Sobrevivientes: Después del Terremoto tras figurar como una de las mejores películas del 2023

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Fotograma del filme.

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Cortesía

El estruendoso retumbar del suelo, como un gigante despertando, marca el inicio de la impactante narrativa de Sobrevivientes: Después del terremoto (Concrete utopia). El cineasta Um Tae-hwa sumerge al público en una visión apocalíptica de Seúl, donde la destrucción es tangible y la búsqueda de la supervivencia se convierte en la fuerza motriz primordial. A través de los ojos de una joven pareja, Min-sung (Park Seo-joon) y Myung-hwa (Park Bo-young), y el enigmático líder Yeong-tak (Lee Byung-hun), la película explora las complejidades éticas y humanas en un mundo al borde del desmoronamiento.

La primera impresión del terremoto resulta impactante, una representación visual que supera la típica devastación urbana que se observa comúnmente en películas de desastres. Se trata de un suceso apocalíptico que redefine la realidad, convirtiendo a Seúl en un paisaje devastado, casi apocalíptico y digno de referencias al estilo Terremoto: La falla de San Andrés (2012). Las representaciones digitales y los escenarios imaginativos generan un ambiente postapocalíptico persuasivo, con pilas de escombros, muros de hormigón despedazados y un cielo cargado de desesperanza.

En medio de este tumulto, los departamentos del conjunto de Hwang Gung, en específico uno que se erige como una luz de optimismo en donde la gente que ha sobrevivido al desastre tiene que tomar decisiones fundamentales que pondrán su moral en duda. La disparidad entre la devastación próxima y la preservada solidez de estos apartamentos establece una metáfora visual impactante. Um Tae-hwa emplea la estructura arquitectónica como un emblema de tenacidad y santuario, aportando complejidad a la narrativa.

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La cinta explora la psicología de aquellos que sobreviven, exhibiendo a los habitantes de los departamentos Hwang Gung como una pequeña comunidad obligada a enfrentar decisiones fundamentales. La disputa entre acoger a los refugiados no residentes y salvaguardar los recursos limitados plantea dilemas éticos complicados.

La presencia enigmática de Yeong-tak, el líder designado del complejo, introduce una capa adicional de enigma y tensión a la trama. La interrogante persistente sobre si Yeong-tak vivió verdaderamente allí con su madre añade un elemento intrigante que mantiene a la audiencia en suspenso.

Ofrece una representación visual impactante de un Seúl devastado, y la tensión generada en situaciones extremas es palpable. La dirección de Um Tae-hwa logra transmitir la desesperación y la brújula moral en decadencia que parece reflejar un mundo donde las clases y el poseer algo te vuelve más importante.

Investiga la vulnerabilidad de la condición humana en medio de la adversidad, confrontando a los personajes no solo con la amenaza física, sino también con la batalla por preservar la humanidad en situaciones extremas. Park Ji-hoon adopta una perspectiva intrigantemente cómica y, en ocasiones, conmovedora del porvenir. La visión apocalíptica se revela en los detalles, desde la vestimenta desgastada de los personajes hasta los desafíos logísticos de la supervivencia diaria.

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A pesar de las similitudes de la película con El señor de las moscas en su exploración de la descomposición de la civilización, también ofrece destellos de optimismo. Los habitantes de los condominios Lee Sang Il no se rinden fácilmente y luchan por mantener encendida la llama de la humanidad en un mundo implacable.

A pesar de sus virtudes tiende a simplificar la diferencia entre la virtud y el vicio, presentando personajes que en ocasiones caen en estereotipos unidimensionales. La ocasión de explorar las complejidades morales y éticas de la supervivencia en un mundo al borde del derrumbe se desaprovecha en pos de una representación más tradicional del bien frente al mal.

Además, enfrenta momentos en los que la trama parece forzada, como si estuviera luchando por mantener una actuación destacada o una escena impactante. La longitud de la película en ciertos puntos podría haberse reducido para conservar un ritmo más fluido y evitar que la audiencia se sienta desconectada de la narrativa.

Sobrevivientes: Después del terremoto es una exploración intrigante de la condición humana en medio de la adversidad. Aunque no escapa de ciertos tropos del género y enfrenta desafíos narrativos, logra ofrecer una experiencia cinematográfica emocionante y reflexiva. Um Tae-hwa ha creado una obra que invita a la audiencia a reflexionar sobre la fragilidad de la sociedad y la resiliencia del espíritu humano en los momentos más oscuros.