Escenario

Fuerza de la brasileña ‘Betânia’, un canto al sentido de la vida en la Berlinale

COBERTURA. El cineasta brasileño Marcelo Botta explica que el personaje está inspirado en ‘dona Maria’, una mujer que conoció durante el rodaje de una serie documental en Sudamérica

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El cineasta brasileño Marcelo Botta en la Berlinale.

El cineasta brasileño Marcelo Botta en la Berlinale.

EFE/ Elena Garuz

El cineasta brasileño Marcelo Botta desembarcó hace unos días en la Berlinale dentro de la sección Panorama con su largometraje debut Betânia, nominado a mejor ópera prima, un filme entre el documental y la ficción que confirma a través de su protagonista, una incondicional matriarca de familia, que la vida encuentra siempre un camino.

En entrevista con EFE, Botta explica que el personaje de Betânia está inspirado en ‘dona Maria’, una mujer que conoció durante el rodaje de una serie documental en Sudamérica, con “personas inspiradoras de sitios aislados” en Atacama, Patagonia, Perú, Colombia y Brasil, Amazonas y Lençóis Maranhenses.

“Cuando hicimos el episodio de ‘dona Maria’ fue una de las experiencias más inspiradoras de mi vida, es una mujer muy fuerte. Mucho de ‘dona Maria’ estás en Betânia”, explicó.

Betânia es una comadrona y matriarca de familia de 65 años que tras la muerte de su marido es convencida por sus hijas para abandonar su remota aldea y se muda cerca de las dunas del parque nacional de Lençóis Maranhenses, en el estado brasileño de Maranhão, en una región recientemente desertificada no muy lejos del Amazonas, donde se aventura a un nuevo comienzo.

Dejará atrás su sencillo estilo de vida, sin electricidad, para llegar a un lugar donde tradición choca con modernidad y donde Betânia y su familia luchan por mantener su sentido de identidad.

A pesar de las imponentes dunas de arena, el agua contaminada, las dificultades económicas y los enfrentamientos intergeneracionales, la vida encuentra, como siempre, un camino.

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BETANIA, UNA MADRE, UNA ABUELA, BRASILEÑA Y LATINOAMERICANA

Botta está convencido de que muchos espectadores reconocerán en Betânia a sus madres, a sus abuelas, porque “son las mujeres las que hacen el mundo girar y las cosas acontecer”, afirma.

Una imagen habitual en las calles de Brasil es ver a una abuela, a una madre, a un montón de niños, pero no al padre, explica.

Es algo muy común, especialmente en el sur global, agrega, que sean las abuelas, las madres las que tienen que cuidar y educar a los hijos y muchas veces en las casas de Brasil falta la figura paterna.

La fuerza del personaje de Betânia es que tiene mucho de eso, de la mujer brasileña, la madre, la abuela brasileña, latinoamericana, que al final es “una cosa muy regional, pero también muy universal”, añade.

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TURISMO INCIPIENTE, CRISIS AMBIENTAL Y SEXUALIDAD

El filme, ficción, aunque al realizador le gusta que el espectador dude en cuanto a si se trata de un documental, aborda cuestiones también como el turismo incipiente -sobre todo de Europa, Canadá e Israel- en esa zona de Brasil, que está cambiando la forma de subsistencia de las familias y constituye una alternativa económica a la cultura de la pesca, a falta de peces por cuestiones ambientales.

Otro aspecto que toca el filme es la cuestión de la sexualidad en el país que, por un lado, está muy avanzada y de la que se habla mucho en la televisión, en las películas, y por otro lado se topa con el conservadurismo de la Iglesia católica o las nuevas religiones pentecostales, que tiene mucha fuerza en Brasil, explica.

Para Botta es un tema muy contemporáneo y muy presente en la cultura brasileña, y si antes las personas homosexuales, por ejemplo, se tenían que quedar “dentro del armario” y no podían vivir abiertamente su sexualidad, las nuevas generaciones confrontan el conservadurismo dentro de la familia y existe esta dualidad de poder se gay y a la vez frecuentar la iglesia, señala.

Según el realizador, su película habla de la vida, de Betânia que dice “yo quiero vivir”, y de “la búsqueda del sentido de la vida en los días de hoy”.

Estamos en un planeta lleno de problemas y cuestiones complejas, de guerras, de cambio climático, pero “tenemos que vivir”, señala.

“¿Cómo hacemos eso? Buscando el afecto, el amor, la familia, la cultura, la música, las artes” y lo que puede dar algún sentido a la vida en un planeta con estos problemas, agrega.

Por otra parte, Botta ve “buenos tiempos” para el cine en Brasil, y cree que en unos tres o cuatro años habrá de nuevos muchas más películas brasileñas en el festival ante las nuevas perspectivas de financiamiento para la industria en su país con el último cambio de gobierno.

“Creo que será un gran momento en un par de años”, con muchos más brasileños presentando sus películas en este festival, dijo.