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‘El Justiciero: Capítulo Final’. El adiós a las armas de Robert McCall

CORTE Y QUEDA. El filme es una sucesión de enfrentamientos entre el protagonista y sus enemigos a vencer, una entrega un poco más cruda y violenta.

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Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Especial

Fue en la década de los ochenta cuando iniciaron las andanzas del misterioso vengador y justiciero Robert McCall. Esa primera versión del personaje (encarnado entonces por el actor británico Edward Woodward) aparecería por vez primera en la serie televisiva El Justiciero (The Equalizer), y fue transmitida por la cadena CBS del 18 de septiembre de 1985 al 24 de agosto de 1989. En ella, McCall -poseedor de diversas habilidades, recursos y contactos- ofrecía sus servicios a quienes lo necesitasen, y ello lo llevó a enfrentarse tanto con delincuentes comunes, como con mafiosos y terroristas, derrotando a cada uno de ellos.

Sería en 2014 cuando este personaje daría el salto a la pantalla grande, ahora en la piel del actor Denzel Washington; protagonista del filme El justiciero (The Equalizer) dirigido por el cineasta Antoine Fuqua, especialista en filmes que combinan la acción con el suspenso y con quién Denzel ya había trabajado previamente en el filme Día de entrenamiento (Training Day, Estados Unidos 2001). En esta nueva versión, McCall se “gana la vida” como empleado trabajando en una sucursal de una cadena de ferreterías, y desempeña su labor de forma rutinaria, hasta que cierto evento que ocurre cerca de él lo hace revelar su verdadera naturaleza y (al igual que su predecesor) comenzar a ofrecer sus habilidades y talentos especiales a aquellos que, desesperados, buscan ayuda.

En 2018 la dupla Washington/Fuqua volvería a trabajar junta en una secuela y ahora, en 2023; han vuelto nuevamente a hacer equipo para completar la trilogía con El justiciero: Capítulo final (The Equalizer 3).

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En esta tercera (y última) entrega, la cual arranca con acción desbordada y escenas violentas desde el minuto uno, Robert se encuentra en Sicilia haciendo un “trabajo” del cual, aunque logra terminarlo, no sale muy bien parado, y ello lo obliga a quedarse por un tiempo en un pequeño poblado llamado Altamonte. Su estancia forzosa en ese idílico lugar se torna placentera, en especial por la amabilidad y fraternidad de sus habitantes, encabezados por la gentil y bella Aminah (Gaia Scodellaro). En resumen, el vengador parece haber encontrado algo así como un paraíso en el cual -por fin-, puede relajarse y estar tranquilo y feliz.

Pero la paz de su recién descubierto santuario se ve amenazada por los hermanos Marco y Vincent Quaranta (Andrea Dodero y Andrea Scarduzio respectivamente), cabezas de la mafia italiana quienes además de estar llevando a cabo operaciones ilegales en esos lares, tienen grandes planes para convertir Altamonte en un destino turístico y centro de sus actividades ilícitas a gran escala, pero a costa de los lugareños. Y están dispuestos a sobornar, intimidar y aniquilar a todo aquel que se les oponga.

Al descubrir los planes de estos mafiosos, McCall no tardará en tomar cartas en el asunto y orquesta toda una estrategia para enfrentarse a ellos, y para llevarla a cabo se vale en esta ocasión de la agente de la CIA, Emma Collins (Dakota Fanning), a quien emplea primero como instrumento y (finalmente) como una especie de aliada.

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Obviamente, la película es una sucesión de enfrentamientos entre el protagonista y sus enemigos a vencer, en donde este último irá dejando tras de sí una larga fila de cadáveres. En ese sentido, esta nueva entrega resulta un poco más cruda y violenta gráficamente hablando que sus antecesoras, incluso alcanzando tintes gore. Además (y aprovechando que la trama se desarrolla en tierras italianas), se explota el universo de La Camorra, a través de crudas y dramáticas escenas donde vemos cómo llevan a cabo varias fechorías. E incluso, y para subrayar esto último, Fuqua se da el lujo de homenajear a su manera (o fusilarse, según se vea) escenas emblemáticas de la famosa trilogía de El Padrino, de Francis Ford Coppola.

Otro cambio notable es que, a diferencia de ocasiones anteriores, la cruzada que McCall emprende en contra de estos criminales resulta mucho más personal, ya que no solo busca devolverle la tranquilidad a los habitantes del poblado que lo recibió con los brazos abiertos; sino también proteger un lugar que él ha elegido para, al fin, retirarse y tener allí una vida pacífica. Quizá por ello el tono del filme se percibe más visceral en relación a sus predecesoras, derivado del nivel de involucramiento que el personaje central desarrolla con las víctimas de los malhechores y sus acciones.

Fuera de estos elementos, la cinta no ofrece nada más allá de lo que aportaron sus predecesoras: acción, suspenso y algo de drama empleados únicamente para brindar un par de horas de esparcimiento, y que los fans de la franquicia - o del propio Denzel- disfrutarán sin duda. Un filme cuya fórmula (al igual que su protagonista) muestra ya signos de cansancio, indicativo de que ha llegado la hora de que el personaje deponga las armas de una vez por todas. De alguna forma, viene a ser como el crepúsculo cinematográfico de Robert McCall.