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‘Men: Terror en las sombras’: un caos terroríficamente emocional sobre el patriarcado y su naturaleza

CORTE Y QUEDA. El nuevo filme de Alex Garland llegó a las salas de cine nacionales como una de las más interesantes propuestas de cartelera para cerrar el año

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El filme va hacia un terror simbólico donde la figura masculina se cierne para repetir los malos vicios del machismo

El filme va hacia un terror simbólico donde la figura masculina se cierne para repetir los malos vicios del machismo

Cortesía

Existe una leyenda acerca de una figura usualmente encontrada en esculturas conocida como El Hombre Verde. Usualmente señalado como un símbolo de renacimiento, siempre rodeado por un rostro lleno de hojas y visto en diversas civilizaciones, pareciera que este símbolo marca diferentes momentos en la historia de las sociedades, teniendo un renacimiento fuerte en la Inglaterra del siglo XIX.

Esta figura es usada por Alex Garland, realizador que ha impactado la industria del cine con su polémica adaptación de Aniquilación (2018) así como un moderno hito de la ciencia ficción llamado Ex Machina (2014). Ahora, toca el turno de ir más hacia un terror simbólico donde la figura masculina se cierne no sólo para renacer constantemente, sino para repetir los malos vicios del machismo en Men: Terror en las sombras.

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El filme cautiva por su humor irreverente.

La historia se centra en Harper (Jessie Buckley), una joven viuda que decide viajar a un pueblo apacible para olvidarse de su tragedia personal y relajarse. Sin embargo en este extraño lugar, comienzan a suceder cosas perturbadoras con los hombres que lo habitan. Siendo ella la única mujer presente, Harper tendrá que enfrentar la maldad inherente en esta localidad sola, así como exorcizar a sus monstruos del pasado.

Garland juega con el espectador y sus miedos, específicamente creando un monstruo que pareciera ser más común en el terror actual: la figura del hombre. En este caso, Garland utiliza al actor Rory Kinnear para darle cara a este miedo, usándolo para ser el rostro de ese renacimiento del machismo constante en las figuras de todos aquellos que habitan el pueblo.

Otro gran aspecto a destacar es la fotografía de Rob Hardy, colaborador de cabecera de Garland

Otro gran aspecto a destacar es la fotografía de Rob Hardy, colaborador de cabecera de Garland

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Un vicario, un niño molesto, un agente de policía, e incluso la misma figura mítica del Hombre Verde, se aparecen poco a poco en la vida de Harper, hasta que toma la forma definitiva de su peor miedo, algo relacionado con su propia historia. Cabe señalar que hay otro interesante simbolismo usado por Garland que radica en los dientes de león, una planta que se muestra desde el inicio del relato y hace pequeñas apariciones durante el mismo, dando una pista muy velada acerca de la naturaleza de los hombres en esta lejana localidad británica.

A pesar de lo asexual y la amenaza cerniente en los hombres, hay otro factor que Garland añade al lado de Harper y ese es la aparición de la contraparte del Hombre Verde: Sheela na gig, un símbolo legendario que representa desde sus alegados inicios en la cultura celta, a la fertilidad que se rumora los clérigos usaban para refutar el pecado de la sexualidad y la amenaza de la lujuria que representan las mujeres. A pesar de ello, existe una visión moderna acerca de Sheela, una que representa el empoderamiento femenino, algo que también despierta en Harper a través de estos miedos.

Aunque su parte climática flaquea por momentos, la propuesta de 'Men: Terror en las sombras' es bastante atrevida

Aunque su parte climática flaquea por momentos, la propuesta de 'Men: Terror en las sombras' es bastante atrevida

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Jessie Buckley navega en los límites de la locura de manera efectiva pues, a pesar de desconocer los motivos por los que en viuda, poco a poco se revelan. Incluso, durante el relato uno llega a cuestionar su sanidad mental y su dedo acusador en contra de los hombres. Eso comienza a cambiar drásticamente cuando, de manera brutal e incómoda para algunos, nos percatamos junto a ella de que todos los machos habitantes representan las diversas manifestaciones de masculinidad tóxica.

Ella entonces va de la búsqueda de una paz a una confrontación contra ella misma y las toxicidades machistas a las que se enfrentó y sus consecuencias. Aunque su objetivo era huir de ello, no queda más que enfrentarlo, levantar la voz y aceptar la monstruosidad de las actitudes machistas tóxicas que reprimen, lastiman o someten el poder femenino, uno que parece causarle curiosidad a los hombres pero a su vez cierto repudio. Conforme lo hace, se vuelve más intensa hasta terminar en ese acto de empoderamiento liberal que, en su punto final, puede sentirse un poco flojo.

Sumado a la música poderosa de Geoff Barrow y Ben Salisbury, propone una reflexión interesante acerca del patriarcado y su naturaleza

Junto a la música poderosa de Geoff Barrow y Ben Salisbury, propone una reflexión interesante acerca del patriarcado y su naturaleza

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Otro gran aspecto a destacar es la fotografía de Rob Hardy, colaborador de cabecera de Garland, que logra captar una atmósfera natural al usar el verde en la villa para irlo transformando en algo más oscuro, donde la luminosidad se pierde y el uso del color amarillo casi ocre resalta las peores pesadillas de Harper. Eso, aunado a la interpretación gestual de Kinnear como la amenazante figura de los hombres le dan ese toque de horror adecuado a la propuesta del británico.

Aunque su parte climática flaquea por momentos, la propuesta de Men: Terror en las sombras es bastante atrevida, creando este aparente lugar de paz lleno de misticismo y simbolismos que, por momentos, llega al frenesí de locura similares a Madre! (2017) de Aronofsky, para convertirlo en un caos terroríficamente emocional para su protagonista, Harper, sumado a la música poderosa de Geoff Barrow y Ben Salisbury, proponiendo una reflexión interesante acerca del patriarcado y su naturaleza, una que parece no haber cambiado mucho en el paso de los años.