Escenario

‘Oso intoxicado’: Violenta y cómica ficción sobre ‘Pablo Eskobear’

CORTE Y QUEDA. El filme inspirado en un curioso hecho real es sencillamente un entretenimiento sin mayores pretensiones y modestos alcances, con mucha irreverencia y momentos memorables

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'Oso intoxicado' es sencillamente un entretenimiento sin mayores pretensiones y modestos alcances, con mucha irreverencia y momentos que resultan memorables

'Oso intoxicado' es sencillamente un entretenimiento sin mayores pretensiones y modestos alcances, con mucha irreverencia y momentos que resultan memorables

Cortesía

Diciembre de 1985, en una zona boscosa ubicada en el estado de Georgia, al sur de los Estados Unidos, se encontró el cadáver de un gran oso negro. Lo particularmente extraordinario de este hallazgo, fue que alrededor del cuerpo del animal se podría apreciar un inusual polvo de color blanco. Un poco después, la autopsia realizada al animal confirmaría las sospechas: el plantígrado había muerto a causa de una sobredosis con cocaína.

Tratando de averiguar cómo fue que el oso en cuestión obtuvo la droga, las pesquisas llevarían hasta Andrew Carter Thornton, un veterano de guerra, paracaidista, oficial de policía y abogado quien decidió dedicarse al negocio de la droga, en un momento en el cual su gobierno llevaba a cabo una intensa cruzada en contra de ellas. Andrew transportaba diversos estupefacientes desde Sudamérica a los Estados Unidos empleando para ello avionetas. Durante una de sus incursiones en donde transportaba miles de dólares en cocaína, sufre un percance y muere al fallar su paracaídas. Su valiosa carga cayó en el bosque, y así fue como el depredador pudo encontrarla.

La historia del oso muerto por sobredosis pasó a formar parte de la cultura popular estadounidense, y al animal en cuestión se le bautizó jocosamente como Cocaine Bear, Pablo Eskobear o Escobear (parafraseando el nombre del famoso narcotraficante Pablo Escobar) y Cokey the Bear. Y esa anécdota es en la cual se basa el más reciente trabajo de la actriz y cineasta Elizabeth Banks, donde concibe una comedia de suspenso y horror intitulada justamente Cocaine Bear, rebautizada en nuestro país como Oso intoxicado.

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La trama de este filme ficcionaliza -en tono humoroso- lo que pudo haber pasado los días siguientes al fatal accidente de Carter Thornton cuando extravió su cargamento y este es hallado por el oso, quien termina desarrollando adicción aguda por la cocaína. Y narra como (bajo los efectos de dicha sustancia), el animal se afana en la búsqueda de más polvo blanco para satisfacer su apremiante deseo, al tiempo que se entrega a un frenesí de violencia, mutilación y sangre, en el cual se verán involucradas una pareja infantil que se va de pinta al bosque, la madre de uno de los menores quien intenta localizarlos, una pareja de exploradores, un par de guardias forestales, una pandilla juvenil los cuales asaltan a quienes deambulan por la zona, un equipo médico que atiende una llamada de auxilio, y dos oficiales de policía y un trío de mafiosos quienes intentan recuperar la mercancía extraviada.

Con esto ingredientes, la directora Banks (Más notas perfectas, Los Ángeles de Charlie) y su guionista Jimmy Warden, elaboran una cinta al estilo de esas películas de los setenta y ochenta, en las cuales un determinado animal salvaje ataca feroz y despiadadamente a los humanos, tales como Tiburón (Spielberg, 1975), Piraña (Dante, 1978), Alligator: terror bajo la ciudad (Teague, 1980), Wolfen (Wadleigh, 1981), Cujo (Teague, 1983), La noche de la fiera (Prosperi, 1984) pero sobre todo Grizzly (1976) y Un día de furia animal (1977), ambas dirigidas por William Girdler. De estos y otros títulos retoman además la estética clase B, lo disparatado de muchas de sus premisas y en algunos casos, el factor humano como causa y/o detonante de la furia animal.

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La directora también decide no andarse por las ramas, y sin grandes preámbulos le da al público justo lo que la obra le ofrece. Desde el minuto uno, están presentes todos los elementos predominantes en el largometraje: violencia gráfica con tintes gore; un humor desenfadado, negro y con mucha mala leche; y muchos momentos de incorrección política, los cuales terminan por ser combustible de un relato que, por momentos, se torna simple y llanamente delirante, el cual consigue funcionar bien gracias también a un trabajo coral muy logrado y balanceado, con un elenco que entiende perfectamente el tono requerido por la producción.

Además, el filme pasará a la historia como una de las últimas participaciones cinematográficas del actor Ray Liotta, interpretando a Syd, un personaje el cual es una especie de autoparodia de algunos de sus protagónicos más emblemáticos del cine. Liotta falleció una semana después de terminar su participación en este rodaje, y la película está dedicada a su memoria.

Oso intoxicado es sencillamente un entretenimiento sin mayores pretensiones y modestos alcances, con mucha irreverencia y momentos que, por su naturaleza absurda, resultan memorables.