Escenario

PREMIOS ARIEL 64: ‘Cadejo blanco’. Adolescentes marcados por el barrio

ESPECIAL. A punto de la ceremonia de premiación Crónica Escenario comparte detalles de todas las películas nominadas. El texto 17 nos habla sobre la vida de los adolescentes en los barrios de Guatemala en busca de una vida mejor

cine

Cadejo blanco tuvo su premiere en el Festival de cine de Guadalajara.

Cadejo blanco tuvo su premiere en el Festival de cine de Guadalajara.

CORTESÍA

El texto número 17 de nuestra serie de especiales rumbo a la edición 64 de la entrega de los Premios Ariel nos habla sobre la vida de los adolescentes en los barrios de Guatemala en busca de una vida mejor: Cadejo blanco.

UNA HISTORIA DE VIOLENCIA

Escrita y dirigida por Justin Lerner (Girlfried, Selección Oficial TIFF 2010 y ganadora del Premio Gotham de Cine Independiente), Cadejo Blanco retrata la realidad del día a día en un verdadero barrio guatemalteco. Sarita vive en la capital de Guatemala junto con su abuela y su hermana Bea quien mantiene una relación con Andrés que pertenece a una pandilla de Puerto Barrios. Una noche después de una fiesta, Bea desaparece y Sarita sospecha que Andrés está detrás de la dicha desaparición, por lo que se convierte en su amiga y logra infiltrarse en su pandilla en busca de respuestas sobre el paradero de su hermana.

Es una película de crimen enfocada en personajes femeninos que se asemeja a María llena eres de gracia o Miss Bala y que aborda temas actuales como la falta de oportunidades para las mujeres, la violencia juvenil y la inseguridad en Guatemala.

Bajo la dirección de Lerner, la actriz Karen Martínez (ganadora del premio A Certain Talent de la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes en el 2013 por La jaula de oro) da una interpretación inolvidable como Sarita, una joven aterrorizada por la desaparición de su hermana pero decidida a encontrarla.

Un nuevo talento descubierto en las calles de Puerto Barrios, Rudy Rodríguez brilla como Andrés, un joven conflictuado por su involucramiento con la pandilla que sueña con algo mejor para su futuro. La mayoría del elenco son actores no profesionales, ex miembros de pandillas que muestran en la pantalla una cierta inocencia juvenil cuando al mismo tiempo son capaces de cometer crímenes violentos para sobrevivir día con día.

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Burlando a la muerte con cada paso que da, el viaje de Sarita a un mundo desconocido, plagado por la guerra entre pandillas y las violenta iniciaciones, también es una historia de supervivencia y un testimonio de su resistencia y determinación inquebrantable para vengarse de los hombres que la subestimaron. Sin juzgar a sus personajes y sin recurrir al sentimentalismo, Cadejo blanco muestra la vida de niños y adolescentes que se encuentran sin el apoyo y la seguridad, que para algunos es brindada por la familia y los gobiernos, en su búsqueda por conseguir una vida mejor.

Comenzaremos preguntándote Justin, sobre la leyenda de Cadejo blanco a la que alude el título de tu película, ¿nos podrías hablar más sobre este símbolo que en determinado momento guía a Sara?

Justin Lerner: Sí, yo escribí un guion antes de elegir un título, y cuando le di a leer mi guión a un amigo guatemalteco -porque yo viajo y permanezco largas temporadas en Guatemala- él me comentó que parecía que hubiera algo o alguien protegiéndola a la protagonista de la muerte en su viaje, así que me recomendó investigar sobre la leyenda de Cadejo blanco, que es este ser que forma parte del folklore guatemalteco, y que habla de la presencia de un perro blanco, callejero, que es como un espíritu que guía o da apoyo a las personas que están en peligro, como en este caso, el viaje de Sarita cuando parte en busca de su hermana Bea o cuando intenta unirse a la mara.

Y por ejemplo, también se cree que cuando alguien muere o desaparece su espíritu te protege, así que esta metáfora me gustó mucho porque está muy conectada a la cultura guatemalteca, y adquiere un nivel distinto de significación después de ver la película.

PERSPECTIVA DE LA FIGURA FEMENINA COMO EJE

Cadejo blanco es una de las películas en competencia rumbo a la entrega 64 de los premios Ariel que se celebrarán este 11 de octubre. El filme nominado a Mejor Película Iberoamericana, representará a Guatemala durante la premiación y con motivo de la nominación es el propio Lerner, quien en entrevista con Crónica Escenario comparte los pormenores de la cinta.

El filme habla sobre la sororidad en medio de una historia de violencia.

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CORTESÍA

“El proceso comenzó luego de una visita a Puerto Barrios en 2017; el guión surgió luego de varias entrevistas y muchas historias que me contó la gente que vive ahí. Fue un proceso de tres años de investigación”, dijo.

“Uno de los detalles que más me impactó durante el tiempo de investigación fueron las pandillas peligrosas, pero no son como en México o El Salvador sino que son desorganizadas y más locales. La mayoría de la gente que conocí tiene una doble vida, son jóvenes de 15, 20 o 25 años que aparte de jugar futbol e ir a fiestas hacen cosas ilegales para sobrevivir, para ganar dinero, para proteger a su familia o para ser parte de una familia porque la situación en casa no es buena”, reveló.

“Durante ese tiempo también noté que las mujeres juegan un papel sumamente importante en las pandillas ese es otro de los aspectos que me interesaba mostrar. La idea es que la mayoría de la gente que vea la película salga con la sensación de conocer mejor a la gente real de Guatemala, en específico de Puerto Barrios, claro”, agregó Lerner quien desde 2016 es profesor de cine en la Ciudad, capital del país.

La figura femenina es la gran protagonista de la historia, la mujer-amante, la mujer desaparecida, la mujer que busca y traspasa clases sociales, la que resuelve por sus propios medios, ¿cuál es la razón por la que decides apostar por esta perspectiva de la figura femenina como eje central?

Justin Lerner: Hay dos razones, la primera es que cuando llegué a barrios para comenzar mi investigación, hice más de cien entrevistas a jóvenes que tienen actividad con las maras, las clicas, aprendí que hay muchas chicas que están involucradas en ellas, y eso no es normal en su mundo. Eso me lleva al segundo punto, pues me di cuenta que casi siempre que se abordan este tipo de temáticas se hace desde el lado de los chicos fuertes o personajes masculinos, pero este grupo que elegí narrar, incluye a chicas en su grupo. Yo entrevisté a chicas que habían vivido cosas muy fuertes y quería tratar eso en la película.

Para Karen, ¿qué significó para ti encarnar un personaje que construye su empoderamiento orillada por la realidad brutal que le toca vivir?

Karen Martínez: Digamos que el proceso de la construcción de mi personaje fue el dolor que de alguna manera todos compartimos cuando estás en una situación tan fuerte como la que vive Sarita. Creo que todas las personas sentimos una necesidad de hacer algo por nosotros mismos. Sé que no es común que todo mundo esté involucrado en cosas de maras, pero Sara tampoco estaba metida allí, se encontró con esta circunstancia y tuvo que decidir a partir de ello. Eso como primera cosa, cómo el dolor te motiva a iniciar la búsqueda. Y por otro lado, está la parte de la violencia en donde hay una cosa muy extraña, y es que pienso que hay personas que viven en un contexto que hace que las opciones que tienen solo se definan a través de violencia también, o es matar o que te maten, o hacer cosas que no están bien, pero que no hay otra opción para ellos, y seguramente entre esas, van a elegir la mejor. Eso es lo que hace este personaje. Traté de verlo de esta manera, sin pensarlo desde esta visión moral. Imaginé, yo Karen Martínez qué haría. Pues sí, iría a la policía, investigaría un poquito, sentirme frustrada, llorar y quedarme ahí hasta aprender a vivir con mi dolor. Entonces, el no juzgar esas acciones y entender la motivación de la búsqueda fue algo que me ayudó mucho en la construcción del personaje. Y también porque a la larga el personaje va haciéndose de un posicionamiento, a la par que se va ganando un respeto, lo que la va ayudando a sentirse bien, encontrar un reconocimiento que no esperaba, pero también que la hace sentirse feliz de salvar su vida y aportar al grupo en el que está, porque obviamente quitar a alguien del camino no solo significaba salvarse ella, sino también a estas personas por la que va sintiendo una especie de cariño.

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ACTUANDO DE SÍ MISMOS

El estadounidense Justin Lerner ha asegurado hoy que, después de vivir seis años en un barrio marginal de Guatemala preparando su primera película, Cadejo blanco, no encuentra “diferencia alguna” entre los chavales de las maras y los chicos que pueblan las calles de Boston, donde viven sus padres.

“Lo único que los diferencia es haber nacido allí y tener o no tener oportunidades”, ha afirmado en una rueda de prensa el realizador, que debuta en el festival de cine de Málaga (sur) con su ópera prima a concurso en la sección oficial.

En perfecto castellano, Lerner ha dicho que lo que ha pretendido con esta película, tan real que muchas de las cosas que cuenta son experiencias vividas por sus actores -sacados de la calle- es “llevar al espectador en este viaje, donde están las maras, pero también las imágenes de quiénes son estas personas”.

“Queríamos conocer a la gente real que vive allí, que no son como se representan normalmente en las películas. Cuando estaba planeando esta historia, después de pasar unas semanas en Puerto Barrios, me di cuenta de los jóvenes con los que pasaba el rato por la noche, algunos estaban involucrados en esta vida, estas cosas ilegales, y yo tenía en mi mente una imagen muy distinta”, explica.

Al vivir por largos periodos de tiempo en Guatemala, Lerner pasó años en Puerto Barrios entrevistando a jóvenes afiliados a pandillas, recopilando sus historias de vida. Para obtener mayor autenticidad, contrató a las personas que entrevistó para que se interpretaran a sí mismos en la película y luego pasó un año haciendo talleres de actuación con ellos. El director le dio la confianza a cada actor de cambiar partes del guión según lo considerara necesario, incluso durante el rodaje, un proceso que permitió al elenco de actores no profesionales asegurarse de que sus historias se representaran correctamente en la pantalla.

El filme recupera a parte del elenco protagónico de La Jaula de Oro.

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CORTESÍA

La película cuenta con la participación de Karen Martínez (Sarita), Rudy Rodríguez (Andrés), Pamela Martínez (Bea), Brandon López (Damián), Juan Pablo Olyslager (Oliveiros) y un 80 % de actores no profesionales originarios de la región en la que se rodó la película.

“Muchos interpretaron una versión ficticia de ellos mismos, porque quién mejor que ellos para narrar e interpretar sus historias. Los actores profesionales me ayudaron a guiar al resto del elenco, pero les di total libertad para que pudieran mostrar de la mejor manera su palabra y cultura, yo era el jefe del argumento general pero ellos contaban con la facultad de cambiar el diálogo y darme recomendaciones”, agregó.

Nunca se había filmado en Puerto Barrios y es evidente, agrega, “que no podíamos evitar que la violencia estuviera tan presente, durante el rodaje perdimos a varios miembros del elenco”, desvela el director. El cineasta dedicó un año entero a buscar a los protagonistas y tres a redactar un guion que cambiaba con cada historia que le contaban esos jóvenes; al final, dice, “no hay ni una palabra escrita por mí, todo lo que dicen son sus propias palabras”.

Se apoyó en un puñado de actores profesionales, entre ellos Karen Martínez y Brandon López, que ya estuvieron en Málaga con la película La jaula de oro, que sirvieron de “coaches” para los nuevos: “Lo primero fue elegir los que podría actuar, y luego familiarizarlos para que no se intimidaran con la cámara”, explicó Martínez, presente en la rueda de prensa. “Queríamos que fueran ellos, que se sintieran cómodos”, añadió.

En tu caso Brandon, tu personaje tiene un reto actoral muy particular, pues es «uno más», no busca generar empatía en el espectador, algo que, por ejemplo, conforme avanza la trama, sí consigue lograr el personaje de Andrés, ¿cómo libraste dicho reto?

Brandon López: Sí, fue un reto para mí porque trabajamos en muchos aspectos de los personajes. Por ejemplo, había algunas palabras que yo no las hablaba normalmente y que tuvimos que ir metiéndolas ahí, trabajando con los demás actores para poder darles un significado creíble. Además, también tenía que crear esta aura de liderazgo entre los demás jóvenes. Entonces sí fue un proceso complejo, en donde me guiaba mucho por lo que Justin me pedía, y que me ayudaban a vivir más fuerte a mi personaje.

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Desde el excelente trabajo que vimos en La Jaula de Oro, y que repiten aquí en Cadejo Blanco, ¿qué nuevos retos les significó este trabajo a la luz del tiempo que ha pasado desde La Jaula de Oro?

Karen Martínez: Creo que el reto más grande siempre está en el inicio cuando estás decidiendo cómo abordar el proyecto, tanto con tus demás compañeros como en ti como actor, por lo que la manera que yo encontré para iniciar fue la parte de la empatía y la comunicación, tratar de pensar en cómo en ese primer película yo no tenía tanta experiencia y cómo ahora podía ayudar a mis otros compañeros, sin necesidad de herirnos o de que ellos se sintieran incómodos. Porque a veces eso pasa, cuando no tienes experiencia hay ocasiones en que te causa incomodidad una escena y no sabes por qué, no lo dices, entonces nadie te lo explica, pero también es muy difícil porque al no expresarlo, el director o la directora no lo van a saber. La experiencia es algo que te ayuda para que digas las cosas de manera puntual, tanto a nivel personal como del personaje, y fue algo que Justin desde un inicio dejó claro, lo que sea que se les ocurra o que sientan que les pase, díganme y vemos cómo aclararlo o resolverlo, pero eso solo va ocurrir hablándolo. Así que eso es lo que yo he observado ahora, la importancia de la comunicación.

SECUELAS DE LA VIOLENCIA

En el filme, en el trayecto de la protagonista descubre que “el dolor y la muerte se pueden volver revulsivos para que uno evolucione, para darse cuenta del bien que puede hacer matar”. Aunque la actriz colombiana se refiere a un ‘capo’, un personaje odioso que es eliminado, la reflexión se amplía a muchas personas que toman decisiones penosas para su gente; pero al final, reflexiona Martínez, “a veces pasa que sólo cambian uno por otro”.

Destaca la joven actriz el trabajo con el actor que da vida a Andrés, Rudy Wilfredo, un chaval que encontraron trabajando en un taller mecánico, porque “era particularmente vulnerable”.

“Había sufrido muchas pérdidas y vivido situaciones muy duras y teníamos que protegerlo para que no le resolviera mucho volver a revivirlo, no sabes cuando una persona se va a quebrar, y esa no era nuestra intención”, añade el director.

Karen Martínez vuelve a brillar en el cine.

Karen Martínez vuelve a brillar en el cine.

CORTESÍA

Lerner ha defendido que “estos chicos se implican en las clicas, en las maras, por tener familia, protección y dinero, no es por divertirse, sino por cubrir sus necesidades básicas”.

Por otro lado, Lerner explicó que el cadejo blanco que da título al filme es un personaje del folklore guatemalteco, un perro salvaje que protege el alma, como un chamán, que solo existe en el imaginario guatemalteco, “me pareció una buena metáfora para el viaje de Sarita”.

¿Había otros finales o tramas pensados para Cadejo Blanco o siempre tuviste claro que deseabas reflejar esta violencia a modo de eterno retorno?

Justin Lerner: Sabía que necesitaba terminar la película con tres actos de violencia para transformar al personaje femenino, que comienza siendo tímida, tranquila, y pasa a ser una «marera». Pienso que la venganza que ella lleva a cabo no es el destino de su personaje, sino que quería plasmar a una chica que descubre que tiene la habilidad de hacer esto y volver a su vida, por ello necesitaba estos tres actos de violencia que ella comete, para que el proceso de su transformación fuera visible paulatinamente. También quería dejar este final abierto en donde ella regresa a su vida cotidiana y no sabemos cómo resolverá el conflicto con su padre, ahora que ella ya sabe que tiene el poder de saber de lo que es capaz.

DETALLES FOTOGRÁFICOS

Desde su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), con una coproducción entre Guatemala, México y Estados unidos, la película se ha consolidado en el circuito festivalero alrededor del mundo, participando en Industry Selects del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), en Tallin Black Nights (POFF) en Buenos Aires y en el Festival de Cine de Málaga.

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La cinta se ha coronado como una de las películas más premiadas de la cinematografía guatemalteca en lo que va del 2022; en Europa obtuvo el Premio Sangre Nueva en la segunda edición del Reims Polar Festival y triunfó en el Festival Ícaro (Guatemala), uno de los más importantes del continente, con los premios a Mejor Largometraje Centroamericano; Mejor Edición y Mejor Dirección de Fotografía.

“Cada plano planificado con Roman Kasseroller (el director de fotografía) tardó dos años. Durante el rodaje construimos un plan para también darle a los actores la libertad en cuanto al movimiento a cuadro (...) La película tiene planos y secuencias abiertas para seguir la acción de Sarita en cualquier momento, siempre estamos presentes en su cara o en su hombro para poner al espectador en su mirada y que vivan la experiencia de la trama dentro de sus ojos para no saber más que ella”, contó.

“Cuando algo fuerte o violento pasa, lo veremos lejos como ella, si algo pasa afuera del cuadro lo veremos desde lejos, como ella, justo para crear el suspenso de que algo puede salir mal y conservar la sensación de que puede morir en cualquier momento por el lugar en el que está. Buscamos que el plano de fotografía respondiera al espejo de la psicología del personaje”, agregó.

UNA DIGNA BANDA SONORA

Otro de los grandes elementos que da más realismo al filme es la banda sonora, pues por momentos, espectador y protagonistas comparten los mismos ambientes resonantes. El diseño sonoro es un trabajo de Frank Gaeta.

“Estoy muy orgulloso de la música porque en su mayoría es música indígena de Guatemala, con tambores y chapos (personas) garífunas, que son descendientes de africanos que vinieron a los países del caribee, también se les conoce como “africanos negros”. Existe una diáfora en toda Latinoamérica, hay afrocaribeños en honduras, Costa Rica, El Salvador y Guatemala, específicamente en Puerto Barrios hay muchos de ellos, incluso algunos participaron en la película”, dijo. 

PREMIOS ARIEL 64: ‘Cadejo blanco’. Adolescentes marcados por el barrio Video

“La mayoría de esta música se grabó en los setentas y ochentas y la usamos para transportar al espectador al humor de los personajes y el ambiente del lugar, construyendo una atmósfera garífuna que se siente hasta los músculos y ofrece una sensación de peligro, de que algo puede pasar, de un ambiente oscuro (...)Nuestra protagonista es de la ciudad y cuando llega al barrio cambia por completo en cuanto al sentimiento a través del cambio sonoro ese era uno de nuestros grandes objetivos” agregó.

NOMINACIONES AL ARIEL: 1

Mejor Película Iberoamericana

PROYECCIÓN INTERNACIONAL

Selección Oficial del Festival Internacional de Cine en Guadalajara

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