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“El rey de la fiesta”: El despropósito de un falso sentido de satisfacción

El más reciente filme de Salomón Askenazi, se presentó fuera de competencia en el Festival Internacional de Cine de Morelia

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Presentándose fuera de la competencia del Festival Internacional de Cine de Morelia 2021, con algunas funciones especiales, El rey de la fiesta se proyectó el pasado viernes con una historia que retrata los sinuosos sesgos que la vida puede presentarnos y como, en ocasiones, pueden generar en nosotros crisis muy particulares que nos llevan a la toma irracional de decisiones.

Héctor (Giancarlo Ruiz) está cruzando una crisis de identidad, con una vida monótona y vacía –al menos desde su perspectiva– siendo la contraparte de su hermano gemelo, quien lleva una vida más plena ante los ojos de los demás. Un accidente supondrá un cambio de papeles entre hermanos, que llevará a Héctor a cuestionarse todo lo que ha vivido.

Salomón Askenazi es quien dirige este trabajo, escrito hace 5 años, el cual intenta jugar con un papel de dualidad a través de la pregunta ¿qué pasaría si tuvieras la oportunidad de ser alguien más? mientras que –por algunos momentos– sus planteamientos nos ofrecen puntos con los que la audiencia puede llegar a identificarse.

Un hombre con una dura crisis de vida (interpretado por Giancarlo Ruiz) es el pilar del trabajo de Askenazi, ofreciendo la posibilidad de una historia de dualidades, las cuales el director intentó retratar en su cinta:

“Cuando escribí el guion estaba muy involucrado con el discurso de una doble vida; acaba de convertirme en padre por segunda vez, trabajando en el ámbito cinematográfico, y es así como sentí que tenía dos vidas, la familiar y la artística, que fue un poco de lo que intenté retratar, es decir, la cara de la responsabilidad y, por otro lado, el alma libre, sin caer en un apoyo por alguno de los dos bandos”, comentó el director de Dos veces tú, sobre los orígenes de su trama, y como fue alimentada por sus perspectivas personales.

“El rey de la fiesta”: El despropósito de un falso sentido de satisfacción

  

  

La distancia entre las personalidades de los dos personajes principales marcó un reto para Giancarlo Ruiz, dado que requería trabajar una importante diferenciación de aspectos emocionales y físicos en su interpretación:

“Hice mucha investigación acerca de los vínculos existentes entre gemelos, donde no existe esta búsqueda de identidad de cada uno. Además, pude utilizar de ejemplos algunas películas para conseguir una retroalimentación como Dead Ringers (1998), con Jeremy Irons. A partir de aquí, tuve que crear un método propio, el cual fue usando un score de la película, y cada canción me ayudaba a entrar en situación durante las escenas, además de que le otorgué una canción a cada hermano. Al final, la meta era crear personajes creíbles dentro de su propio contexto”, aportó Ruiz sobre su trabajo de desarrollo con sus personajes.

En una historia que parece estar vertida de vicisitudes emocionales, Paulette Hernández nos habla de lo que vivió con su personaje Nicole, en una búsqueda de perspectiva artística que, de cierta manera, llega a encajar con la generalidad de la cinta:

“En retrospectiva, Nicole es un personaje que vivía su crisis particular, desde un punto de vista artístico, ya que se encontraba en una constante búsqueda creativa; pero a su vez, comienza a trabajar un proceso difícil al sentirse utilizada, situación que se percibe en la parte final de la cinta”, compartió la actriz sobre la naturaleza de su personaje.

“El rey de la fiesta”: El despropósito de un falso sentido de satisfacción

 

   

“El rodaje fue muy divertido, ya que me tocó hacer cosas increíbles, gracias a la locura de los dos gemelos que fue trasladado a la filmación”, agregó Paulette.

La intención visual de dividir la propuesta en las dos mentes de sus personajes queda plasmada en el trabajo que realizó su director, además de quedar establecido desde la construcción del guion para ofrecer una vista diferente:

“Mucha de la intención del guion no solo era jugar con el tema narrativo, sino también envolver al espectador en una experiencia sonora y visual que comunique la intención de una dualidad y transformación, estableciendo dos caminos para el público. Al momento de buscar locaciones intentamos encontrar lugares con espejos para poder jugar visualmente con reflejos, complementado con la edición haciendo uso de transiciones que lograran confundir y cuestionar lo que era realidad y lo que no lo era”, remarcó el guionista sobre la intención de su trabajo.

El trabajo físico para lograr una separación de la esencia de los gemelos fue un proceso que Giancarlo logró asimilar, ofreciendo una sensación de estar observando a dos personas completamente distintas:

“Esta diferencia es un trabajo en conjunto, con maquillaje, vestuario, edición, dirección, etc. Además, pude trabajar con la energía de cada uno, para establecer diferentes intenciones, y crear una percepción de personas separadas”, platicó el actor.