Escenario

‘Tengo sueños eléctricos’, el fracaso de comprobar que crecer no arregla nada

ENTREVISTA. La directora costarricense Valentina Maurel habla en Madrid de su ópera prima, con la que ganó el premio Horizontes del último Festival de San Sebastián

cine

Fotograma de 'Tengo sueños eléctricos'.

Fotograma de 'Tengo sueños eléctricos'.

CORTESIA

Tengo sueños eléctricos, la primera zambullida de la cineasta costarricense Valentina Maurel en el largometraje, es el brillante relato del paso a la edad adulta de una adolescente que, en pleno divorcio de sus padres, “tiene una gran urgencia por descubrir el mundo, irse de la casa de mamá y acercarse al padre, al que adora”.

Tengo sueños eléctricos es “la trayectoria de esta niña que desea cosas que no son de su edad, pero también la historia de una decepción, es decir, de cómo al abrir todas las puertas para entrar en el mundo del papá se da cuenta de que los adultos están muy extraviados, que no son las personas constituidas, responsables, con poder y apasionantes que ella pensaba que iban a ser”, señala Maurel en una entrevista con EFE.

La directora costarricense habla así en Madrid de su ópera prima, con la que ganó el premio Horizontes del último Festival de San Sebastián.

Me gusta hablar de la adolescencia, siento que es un momento en el que se tienen preguntas existenciales muy profundas que los adultos en realidad decidimos no dejar que nos atormenten, pero que no contestamos, las seguimos teniendo”, explica.

Lee también

La cineasta Laura Mora triunfa en San Sebastián con ‘Los reyes del mundo’

EFE/Alicia G. Arribas en San Sebastián 
El realizador, Hong Sang-soo posa junto a los actores, Kwon Hae-hyo, Cho Yun-Hee y Song Sun-Mi.

Eva adora a su padre (excelentes Daniela Marín y Reinaldo Amien, respectivamente), un hombre imprevisible y violento al que se siente más apegada que a una madre (Vivian Rodríguez) que trata de construir un espacio cómodo y pacífico para ella y su hermana.

A pesar de que este padre es de naturaleza violenta y se conduce con agresividad -sobre todo con su mujer y su hija mayor-, no acaba de provocar la aversión del espectador; se trataba, explica Maurel, de “priorizar la humanidad de los personajes” y no contar “la misma historia del agresor que es fácil de identificar”.

No quería facilitar al espectador que pudiera juzgar a los personajes nada más verlos, sino ponerle en el dilema moral de empatizar con sus contradicciones. Pero tampoco quería que se entendiera que lo que hace un personaje violento esté bien”, advierte.

SAN JOSÉ DE COSTA RICA, RODADO "COMO SI FUERA PARÍS"

La directora del corto Paul et là, premiado en Cannes en 2017, siente que los cineastas de su entorno tienen “necesidad de hablar de esas historias de forma muy frontal dándole también la posibilidad a los personajes femeninos de ser complejos”.

Lee también

‘Tengo sueños eléctricos’ retrata el amor adolescente marcado por la paternidad violenta

EFE/Marina Estévez Torreblanca en San Sebastián
Fotograma de 'Tengo sueños eléctricos'.

Hay una tendencia a ver el feminismo como algo simple, como que ya está ganado, o es tema pasado, y yo siento que no, que tenemos que hablar de estas cosas con más con más intensidad porque la violencia machista no es exclusiva de la sociedad latinoamericana ni de las clases pobres: aquí se habla de clase media”, pone como ejemplo.

La cineasta asume que, cuando la película se estrene en Costa Rica (23 de marzo), “quizá los costarricenses se molesten conmigo -dice-, pero la verdad es que mi país está asociado a ‘paraísos tropicales’. Yo, que nací en San José -una ciudad que se considera fea, pero que a mí me encanta-, me resistía a mostrarlo desde la perspectiva turística”, concluye.

En cualquier caso, continúa, “no quería caer en el cliché de mostrar la dimensión exótica de Centroamérica, ni en el otro, más espectacular, de la miseria y la droga. Yo tenía la ambición personal de filmar San José como si fuera París”, sonríe.

LOS SUEÑOS ELÉCTRICOS DEL PAPÁ DE VALENTINA MAUREL

“Me gusta la dimensión accidental de los sueños, y como no los controlo, los uso en los guiones tal cual, no los cambio”, comparte la directora. “Y me gusta cuando los personajes no dicen directamente las cosas, los sueños son un canal indirecto, más íntimo, más embarazoso a veces, más tenebroso, toman senderos misteriosos”.

Tengo sueños eléctricos, además del título, es el primer verso de un poema que la directora adjudica al protagonista; sin embargo, ese poema ya existía y su autor es el padre de Valentina, César Maurel.

‘Tengo sueños eléctricos’, el fracaso de comprobar que crecer no arregla nada Video