Cronomicón

El Conejo y su Amigo en la Luna

Sofía Cárdenas Lepine

Los primeros ocho años de vida de Sofía Cárdenas Lepine (Ciudad de México, 1962) sucedieron en la ciudad de Saltillo, Coahuila hasta la temprana muerte de su padre. Su familia se mudaría después a la capital del país, de donde era originaria su madre; en aquella ciudad vivieron hasta que cumplió los 12 años para volver a mudarse, ahora a Guadalajara, Jalisco: ciudad en la que ha permanecido hasta ahora.

Escritora Sofía Cárdenas

En nuestra capital terminó sus estudios, primero en la Escuela Normal Superior de Jalisco, en Educación Primaria, y después con la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. En enero de 1997, Sofía participó en el Concurso Nacional de Cuento que se celebraba en Sayula, Jalisco; obteniendo el Primer Lugar. Durante más de 20 años, vivió dedicada a su trabajo como maestra. El 2 de octubre de 2019 enviudó y decidió tomar terapia: Ese fue el momento en que le aconsejaron escribir acerca de su duelo y así comenzó su camino en el mundo de la escritura.

Desde el 2020, sus cuentos han sido publicados en “La Crónica de Hoy Jalisco”, “Libro abierto”, “Caleidoscopio” y “Entre tintas… tinto”. “De viudez y otros latidos” (Somos Texto, 2025) escapa de una definición formal: “No es un conjunto de cuentos al uso ni unas memorias lineales: es un mapa fragmentado de la vida, trazado con la tinta de la sinceridad y el artificio de la ficción…

Cada relato parece un espejo astillado en el que se reflejan sus días, con luces y sombras que nunca encajan del todo, y justamente en ese desajuste late su verdad. Algunas páginas respiran ternura, como si el tiempo se hubiera detenido en la fragancia de un amor recién nacido. Otras deslumbran por su crudeza: heridas que no se esconden, sino que se exhiben con una valentía que incomoda. Entre ambas orillas, Sofía juega con la ironía, el humor y la nostalgia, construyendo un mosaico donde lo íntimo se vuelve universal…

"De Viudez y Otros Latidos", de Sofía Cárdenas

“La autora logra algo difícil: que el lector no se pregunte si lo que lee sucedió realmente. Porque la pregunta se vuelve irrelevante. Lo que importa es la emoción que despierta. ¿Acaso la memoria no inventa siempre, incluso cuando creemos decir la verdad? Sofía abraza esa ambigüedad y la convierte en estilo, en un lenguaje que vibra como música y golpea como martillo. Cada cuento es un umbral. Tras cruzarlo, uno se encuentra con un tono distinto: el recuerdo de la infancia que brilla como un juguete olvidado, la pasión que arde y consume, la confesión que parece susurrada en un cuarto a oscuras...”.

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